Nuevos talentos latinos en Cannes: Daniel Vega
La peruana “Octubre”, ópera prima de Diego y Daniel Vega, es una de las películas latinoamericanas que integran la selección oficial del 63º Festival de Cannes. Resultado de un proyecto de varios años, el largometraje se estrenará el 19 de mayo en ‘Un Certain Regard’, sección consagrada al trabajo de nuevos talentos del cine mundial. Diego Vega, coguionista y director del filme junto con su hermano Daniel, habla con LatAm cinema sobre el largo camino recorrido antes de llegar al Palais des Festivals de Cannes. Por Camila Moraes
¿Qué trabajos te marcaron más en tu carrera cinematográfica antes de rodar “Octubre”?
Una vez codirigí un cortometraje con un amigo venezolano, Oscar Camacho, en la Escuela de Cine de Cuba (EICTV). El corto fue un intento fallido de adaptar "El artista del hambre" de Kafka y, aunque no quedó muy bien, pasaron cosas extrañas y divertidas durante el rodaje. La historia giraba en torno a un vendedor de carne de cerdo encerrado en su casa, o sea que la producción (como la historia) giró más o menos en torno a ese cerdo. Teníamos muy pocos recursos y nos pusimos a buscar un cerdo que compramos vivo, porque era más barato que comprarlo muerto. Le pedimos a un experto que lo sacrificara y lo limpiara para luego poder venderlo como alimento. El valor del cerdo -muerto y limpio- aumentó, con lo que la producción pasó a tener superávit. Luego, como los actores y en general todo el equipo estaba con problemas económicos, aceptaron que se les pague con carne del cerdo. Pero como era mucha carne, un vendedor de carne nos tuvo que esperar fuera del estudio a que terminaran las tomas del cerdo que habíamos tenido que organizar primero para evitar que la carne se pudriera. Así, sin habérnoslo propuesto, hicimos un buen negocio. Otra cosa curiosa fue que en la ficción el vendedor de carne recibía el cadáver de un hombre. Nuestro lugar de grabación era un viejo velatorio en remodelación. A la mitad de rodaje, una familia de luto, se confundió y llegó a velar a su muerto porque nadie les había avisado que el lugar estaba cerrado y que tenían que ir a otro lugar. En nuestra ficción llegaba un muerto a ese lugar, y en la vida real, el muerto de esa familia nunca llegó a ese lugar. Me di cuenta con esa experiencia que hacer cine iba a ser algo muy especial.
Respecto a “Octubre”, nos sentimos orgullosos de haber conseguido terminarla porque nos costó mucho trabajo y tiempo de espera. Por suerte lo hicimos juntos, porque uno solo nunca lo hubiera logrado. Cuando uno estaba deprimido y desilusionado y desesperanzado, el otro estaba optimista, ilusionado y esperanzado. Nos compensábamos todo el tiempo. Es fácil tirar la toalla a la mitad ya que hay momentos en los que todo parecen ser señales que te dicen que abandones la película.
¿Cómo surgió la idea para el guión de “Octubre”?
La idea surge desde el cine. No es una experiencia vital lo que nos sienta a escribir esta película sino el gusto por algunas películas y un tipo de cine. Después, con el tiempo y las reescrituras, ubicamos la historia en un contexto y comenzamos a reflexionar sobre lo que estábamos escribiendo en relación a la realidad.
¿Es difícil escribir una historia para cine a cuatro manos y, además, entre hermanos?
No es difícil, yo creo que es mucho más sano y fácil. Cuando uno no la ve clara, el otro sí la ve clara. Como la búsqueda de recursos es larga y uno escribe y rescribe, cuando uno está mal el otro se da cuenta y como si fuese una reacción automática siente lo contrario, como si te saltara una alarma. Los guiones de las películas se suelen escribir a cuatro, seis y ocho manos. Me atrevería a decir, sin ser absoluto, que en el cine de autor es sobre todo donde predominan los directores-guionistas. Lo normal es que uno o más guionistas colaboren con la escritura, con lo que es bastante común escribir con alguien. Si además es entre hermanos y esos hermanos se llevan bien y se entienden y tienen complicidad, pues mucho mejor. Al final dos manos más es otra mirada y ninguno de los dos es un genio.
¿Cuál ha sido la trayectoria de la película hasta antes de su estreno en Cannes?
La trayectoria de la película se inicia ahora con su competición en ‘Un Certain Regard’. La copia en 35mm la tuvimos en enero de este año y Cannes exige que sea estreno mundial. El proyecto ha tenido un recorrido largo, de varios años.
Qué dificultades han encontrado en el proceso de desarrollo y producción?
Hace unas semanas, antes de recibir la noticia de la selección en Cannes, hicimos un recuento de las veces que nos habían rechazado en fondos y convocatorias de producción y postproducción, concursos de guiones, etc. En total contamos más de 20, esto quiere decir que más de 20 veces nos dijeron “No”, además de las productoras a las que alguna vez les envías el proyecto, agentes de ventas, etc. Esto es algo bastante común. Lo bueno es que otros tantos nos dijeron que sí, en algunos casos después de revisar y presentar el proyecto de nuevo. Como proyecto recibimos el apoyo de Conacine, Programa Ibermedia, Global Film Initiative, EED/EZEF, Fundación Carolina, becas para desarrollo de guión, invitaciones a mercados, y apoyo de un par de amigos.
Ustedes ya participaron anteriormente en un evento dentro del Festival de Cannes, el Short Film Corner del 2008, con su corto “Interior bajo izquierda”. ¿Qué ventajas hay para una película cuando es seleccionada para un festival importante?
El Short Film Corner es un mercado de cortometrajes bastante grande y abierto a todos los cortometrajistas. En 2008 estaba en Barcelona así que ir a Cannes no era tan caro. Me quedé en un hostel en Niza y como te dan acreditación para el festival me la pasé viendo la mayor cantidad de películas que pude. Nadie me hizo caso por estar ahí. Lo que es interesante es que hay compradores y distribuidores de cortos y puedes marcar reuniones con ellos y quizás vendas tu corto a alguna televisión o te cruces con una productora que le guste tu trabajo y le presentas tu próximo proyecto. Pero la cantidad de cortos inscritos es tan grande que es como un océano de realizadores de cortos intentando que vean sus trabajos.
En el caso de "Octubre" la cosa es diferente porque hemos tenido la gran suerte de ser seleccionados en una sección oficial, como ‘Un Certain Regard’. Las diferencias son enormes, y los efectos son inmediatos. Si un día antes tenías que mandar tu DVD a un agente de ventas y escribirle diez correos para que te confirme al menos que lo ha recibido y aceptar finalmente que nunca te iba a contestar; al día siguiente de estar seleccionado en Cannes, te escriben y te llaman e insisten que les mandes un DVD porque dicen estar interesados en tu película. Las posibilidades de exhibición de tu trabajo crecen muchísimo.
El cine hecho en el Perú ha vivido logros interesantes recientemente. ¿Qué opinan sobre la producción cinematográfica nacional y sobre esta sensación de un buen momento que parece sentirse en el aire?
Es una realidad que han pasado cosas buenas. Cuatro películas han sido seleccionadas en los cuatro festivales más importantes: Berlinale, Venecia, Sundance y Cannes, además otra estuvo en Locarno y creo que en Toronto, además de la nominación al Oscar de “La teta asustada”, que tuvo un impacto mediático brutal. Todo esto en los últimos dos años. Es como si la selección nacional de fútbol se clasificara al mundial y dos equipos llegaran a la final de la Libertadores, y uno gana. Los festivales ayudan mucho a los directores y a las productoras, no tanto al país, aunque es indudable que hay un impacto positivo en la cinematografía nacional. Personalmente pienso que hay que seguir trabajando con humildad y perfil bajo y no creerse nada. Lo que se tiene que conseguir es que se apruebe de una vez por todas una ley de cine mucho más integral que incremente el apoyo económico y que dentro de la posible copie lo positivo y adaptable de leyes de cine como las de México, Argentina, Brasil, Colombia.
¿Cuáles son las principales dificultades que afrontan los cineastas en Perú?
Hacer cine es difícil en todas partes porque durante mucho tiempo uno habla de algo que no existe y que realmente no sabe, a ciencia cierta, si va a terminar existiendo alguna vez. Las dificultades en Perú son las típicas: pocos recursos, falta de apoyo de las empresas privadas y de las televisiones, el Estado no asigna todos los recursos que por ley debería asignar -aunque este año se ha llegado al récord de asignar el 60%-. Además existe el estigma generalizado entre un público bastante amplio que el cine nacional "es malo", y hay mucha gente que ya no quiere darle "otra oportunidad". Nuestro propio público es duro con el cine nacional. A esto hay que añadirle que el director suele ser el guionista y el productor, lo que hace que sea más difícil. Pero esto debe sonarle familiar a muchos cineastas latinoamericanos.