Muchas experiencias ha vivido el Festival de Cine de Miami (MIFF) en las tres décadas que cumple este año. Según su director ejecutivo Jaie Laplante, al frente del festival desde hace tres años, 30 años es una edad en que "ya sabes bien quién eres, cuáles son tus ventajas y también las desventajas".
Radicado en Miami en los últimos 15 años, este canadiense que está entre las principales figuras de la industria de cine cuando se habla de festivales ha tratado de fortalecer en el MIFF su mayor talento: ser la puerta de entrada del cine latinoamericano a los Estados Unidos. "Somos un festival internacional y tenemos diferentes programas, sin intentar ser representativos. Lo que queremos es presentar películas de calidad, incluyendo a buenos proyectos latinoamericanos en cada una de las secciones y también en las actividades de industria", explica Laplante en entrevista a LatAm cinema.
Con el objetivo de seguir impulsando el cine hecho en Latinoamérica, el MIFF presenta cambios en su trigésima edición. La mayoría de ellos está relacionada a negocios, a partir de los premios ofrecidos en algunas de las muestras competitivas.
"A la competencia Knight de películas iberoamericanas hemos decidido sacar la restricción de que fueran primeras o segundas obras y cualquier director puede participar. También cambiamos la estructura de los premios. Ahora, el premio principal es para los productores de las películas. Y si ellas ya tienen distribución en Estados Unidos, mitad del premio va al distribuidor. Si no, les damos 30 días para que cierren acuerdos y, si eso no pasa, el productor recibe la totalidad del premio", explica.
Con eso -y también con el apoyo a proyectos latinos en desarrollo que se da en 'Miami Encuentros'-, el objetivo es estimular que el cine ibero y latinoamericano se vea internacionalmente, "y esa misión incluye apoyar la distribución de películas latinas en Estados Unidos", afirma Jaie.
Otra estrategia del MIFF empieza a rendir frutos a partir de esta edición del festival. Se trata de su asociación con otros festivales, como el de Guadalajara, que sucede al mismo tiempo y, además, comparte con Miami el objetivo de ampliar las audiencias del cine latinoamericano.
"Ese tipo de colaboración tiene mucho sentido en el mundo de hoy, donde el trabajo sigue siendo el mismo, pero los recursos muchas veces han disminuido. Además, trabajar en colaboración con Guadalajara y también con Cartagena es una manera de crear conexiones de industria entre Norteamérica y Latinoamérica, tiendo al MIFF como puente", concluye.
Desde Miami, por Camila Moraes Z.