En el marco de su segunda edición, que se desarrolló entre el 1 y el 6 de junio en Buenos Aires, el Festival de Cine de Animación Anima Latina conmemoró el centenario de la actividad animada en Argentina y Brasil con un panel integrado por el productor brasileño Felipe Haurelhuk y la investigadora argentina Mónica Kirchheimer.
El punto de partida para la charla, que tuvo lugar el lunes 5 de junio en la Universidad del Cine, fue el documental brasileño “Luz anima ação” producido por Haurelhuk con la dirección de Eduardo Calvet, que pudo verse en el certamen el sábado 3. El filme reconstruye en forma cronológica la historia de la animación brasileña desde 1917, año en que se estrenó el primer cortometraje, “O Kaiser”, del dibujante Álvaro Marins “Seth”, del que no se conserva un solo fotograma.
Corría el mismo año en Argentina cuando se estrenó el largo “El apóstol” de Quirino Cristiani, considerado también el primero del mundo y del que solo quedan algunas imágenes. Desde entonces, según coincidieron los ponentes, la animación en ambos territorios se caracteriza por no estar presente en el imaginario social; excepto por algunos nombres que apostaron por un modelo de producción más industrial, como los contemporáneos Mauricio de Sousa y Manuel García Ferré, directores de las reconocidas series “A turma da Mónica” e “Hijitus”, respectivamente.
“La historia de la animación argentina es una historia de amnesia constante. Salvo por Cristiani y García Ferré, me llama la atención cómo ha sido silenciada. Sin embargo, históricamente, en el plano publicitario la obra es más animada que en vivo, más del 80% de las piezas contienen animación”, señaló Kirchheimer, quien resaltó que, como en otros ámbitos, la dictadura es un período de la historia que está por escribirse. Ambos ponentes remarcaron la urgencia de preservar el patrimonio audiovisual tanto animado como de imagen real, un tema que se ha insertado en las agendas públicas de forma reciente y que requiere, señaló la argentina, que la sociedad lo demande y defienda como un patrimonio colectivo.
Justamente, la ausencia de memoria animada propia es lo que movió a Haurelhuk a producir “Luz anima ação”, que tuvo su estreno en Anima Mundi en 2014 y se pudo ver en festivales como Annecy o Chilemonos. El brasileño, productor de la compañía carioca Ideograph, está trabajando en la continuación del proyecto con investigaciones que se fueron confirmando tras estrenar la película; y en paralelo desarrolla dos largometrajes.
En conversación con LatAm cinema, Haurelhuk destaca el buen estado de la animación nacional. “Desde 1953 hasta 2000, se estrenaron en torno a veinte largometrajes. Actualmente hay treinta proyectos en diferentes fases de producción y de diversas regiones, dirigidos tanto por animadores ya consagrados, como Alê Abreu, Maurício Squarizzi u Otto Guerra; como de una generación más joven que aprendió con ellos”, apunta. Asimismo, algunas compañías de series televisivas que han logrado conectar con las audiencias e instalarse en el imaginario colectivo, también están produciendo películas, como es el caso de “O peixonauta” (TVPenguim) y su versión para cine.
Respecto a la inestabilidad política del país, el cineasta se refiere a la etapa actual como un ambiente de incertidumbre. “Hay conquistas que no van a perderse, como el fortalecimiento de ANCINE, o leyes importantes que se aprobaron, como la cuota de pantalla. Tampoco creo que se corten los recursos y lleguemos a un momento de pausa como el de la década de los 90, pero no hay certezas de cuántos fondos se van a destinar para la actividad", afirma.
Como cierre del panel y con el fin de seguir fortaleciendo la memoria colectiva animada, Kirchheimer presentó Sur a Sur, una red académica regional que tiene como propósito investigar sobre la actividad y difundir las obras animadas independientes latinoamericanas. En la actualidad, la red se compone por miembros de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y está abierta a sumar integrantes.