El 9 de junio comenzó la décima edición del Costa Rica Festival Internacional de Cine (CRFIC), un festival que busca ser una plataforma de presentación internacional del más reciente cine producido en Centroamérica y el Caribe, aunque también incluye en su programación títulos de todas las regiones del mundo.
“El CRFIC ha acompañado al cine costarricense en las últimas diez ediciones y le ha permitido construir una plataforma de exposición muy importante a nivel internacional a la par que genera una oportunidad para conocer gente: productores, distribuidores u otros cineastas que pueden estar interesados en proyectos. Además se exponen esas películas a jurados internacionales que luego tienen un interés en el cine centroamericano y siguen consultando respecto a qué está pasando en el cine de nuestra región” cuenta a LatAm cinema el director artístico del festival Fernando Chaves Espinach.
Para esta edición se han seleccionado 23 producciones en sus dos competencias: la Competencia centroamericana y caribeña de largometraje y la competencia nacional de cortometraje. Integrado por el director artístico del Festival Fernando Chaves Espinach, la socióloga Luciana Gallegos, y los cineastas Natalia Solórzano y Cristóbal Serra, el equipo curador del festival eligió once títulos para la Competencia centroamericana y caribeña de largometraje, cinco de ellos con producción del país anfitrión. “Ámbar” de Esteban Ramírez es una coproducción entre Costa Rica y Argentina que sigue a un padre ausente que intenta esclarecer las circunstancias que rodean el accidente de su hija; “Clara sola” de Nathalie Álvarez Mesén es una coproducción entre Costa Rica y países europeos protagonizada por una mujer que a sus 40 años experimenta un despertar sexual y místico; “La pasión de Nella Barrantes” de Nicolás Pacheco trata sobre una mujer que se convence de haber recibido un llamado divino cuando actúa de Virgen María en una procesión. A estas tres ficciones ticas se suman dos documentales: “La picada” de Felipe Zúñiga, una coproducción con Chile que retrata a la última habitante de un pueblo desalojado por las erupciones de un volcán, y “Salaryman” de Allegra Pacheco, una coproducción junto a Estados Unidos que muestra la cultura de los trabajadores de oficina en Japón.
También integran esta competencia dos largometrajes guatemaltecos. “Cadejo blanco” de Justin Lerner, una coproducción de EEUU y México, sigue a una joven que se infiltra en una peligrosa pandilla en busca de su hermana desaparecida; y “Roza” de Andrés Rodriguez, también coproducido con México, muestra el regreso de un hombre a su pueblo en el altiplano guatemalteco tras haber emigrado hacia el norte durante un largo período. De Panamá fue seleccionado el documental híbrido “Para su tranquilidad, haga su propio museo” de Pilar Moreno y Ana Endara, que se adentra en la casa de una mujer que convirtió su hogar en un Museo de Antigüedades de Todas las Especies, y “Plaza catedral” de Abner Benaim, la historia de una mujer que atraviesa un presente de duelo y culpa, y conoce a un adolescente que precisa su ayuda. La categoría se completa con dos producciones dominicanas. “Carajita” de Silvina Schnicer y Ulises Porra es una coproducción con Argentina protagonizada por una adolescente que tiene un vínculo muy cercano con su niñera hasta que un accidente irrumpe en sus vidas; mientras que “Perejil” de José María Cabral, coproducido junto a Haití, es un drama histórico ambientado en 1937, cuando el dictador dominicano Rafael Trujillo ordenó la ejecución de comunidades haitianas.
Por su parte, en la competencia nacional de cortometraje, participan “Atrapaluz” de Kim Torres, “Cabra y Madre” de Lina Barguil, “Entre luces dibujo tu rostro” de Francisco Saco, “El Aljibe” de Alejandro Ferlini , “El silencio de los niños” de Sofía Quirós, “La promesa” de Alberto Amieva Leyva, “Liliana” de Gabriel Serra, “Los nadadores” de Charlie López, “María” de Marcela Esquivel Jiménez, “Madreemiga” de Dannier Orozco, “Reflejos comunes” de Valeria Salas Montero y “Tálamo” de Colectivo En Fuga.
Este año, el CRFIC entregará unos 11.000 dólares en premios en efectivo a las películas que reciban los premios al Mejor largometraje costarricense, Mejor largometraje de Centroamérica y el Caribe, y Mejor cortometraje costarricense. “Es evidente que los premios que damos otorgan un impulso a la creación. No sólo los premios de competencias, que son muy importantes, sino también los del Foro de presentación de proyectos para películas en desarrollo costarricense y los premios de cine en posproducción que han beneficiado a varias películas centroamericanas que luego pudimos estrenar en el CRFIC. Para nosotros es muy importante seguir acompañando al cine centroamericano, también con talleres de formación en los que participan muchos cineastas y estudiantes de la región. Esperamos poder seguir contribuyendo a la cultura cinematográfica y el crecimiento de esta industria”, concluye Chaves Espinach.