El realizador Joe Pimentel analiza los logros y limitaciones de la producción cearense

Festivales - Brasil

(Desde Ceará, por Cynthia García Calvo) El realizador y profesor Joe Pimentel lleva más de dos décadas haciendo cine en Ceará, el estado nordestino que gracias a un importante programa de incentivo al cortometraje ha comenzado a tener una producción propia que ya la ha posicionado -junto a Minas Gerais y Pernambuco- como uno de los posibles nuevos polos cinematográficos de Brasil.

“Creo que estamos viviendo un momento maravilloso por la democratización de la producción que permite hacer un film hasta con un celular. Pero todo este trabajo que sucede ahora responde a toda una cuestión histórica, de políticas de Estados, de incentivos”, explica Pimentel, quien en el marco de Cine Ceará presentó su primer largometraje en solitario, “Homens com cheiro de flor”, uno de los dos films locales que se insertaron en la competencia oficial del Festival Iberoamericano de Cinema.

Pimentel recuerda la evolución que propició el nacimiento de una incipiente producción: “A finales de los 80, principios de los 90, se comenzó a hablar de la implantación de un polo audiovisual aquí, se creó una oficina de cine que apoyaba las producciones de afuera que venían a filmarse a Ceará. Y comenzamos a discutir si eso era bueno para la cinematografía local. A partir de esas discusiones sobre la gente que venía a filmar acá, que utilizaba la infraestructura para hacer sus películas y se iba, comenzamos a discutir al respecto. Eso, más la creación a través de la Secretaría de Cultura del estado de un fondo de producción de cortometrajes, hizo que a finales de los 90 y principios de 2000 empezáramos a producir con regularidad. Pasamos a hacer más películas, más miradas diferenciadas, y esas cintas tuvieron buena repercusión en festivales”.

Con ese escenario planteado, una nueva generación de cineastas comenzó a dirigir sus películas beneficiados por el avance de la tecnología y la facilidad para producir. Sin embargo esa postura “romántica” de los jóvenes directores, como dice Pimentel, resulta contraproducente para la creación de un auténtico polo audiovisual por el desinterés en las políticas para incentivar la producción.

“Ahora hay una reunión muy importante sobre la ley de incentivos, y están las mismas personas que estaban veinte años atrás, no hay nadie nuevo interesándose por un cine profesional, no en el sentido de si es bueno o malo, sino en el sentido de la producción. Hay una entidad que congrega cineastas pero está muy dividida, no tiene mucha representatividad porque no se ve a nadie nuevo. Es la Asociación Cearense de Cinema y Video (ACCV). Siento una total despreocupación con ese tema. Y eso va en contramano de una conquista que tuvimos porque fuera de Río-Sao Paulo por esa producción significativa de cortos, hoy Ceará es destacado”, detalla Pimentel.

El director apunta que ve “una cosa muy colectiva pero al mismo tiempo muy individualizada en el sentido de la comunicación, de discutir políticas” en los realizadores locales, y una tendencia a hacer películas que pueden ser poco accesibles para el público: “Cuando terminó la proyección de mi película sentí que todos mis colegas que están haciendo cine en Ceará la detestaron. Es la sensación que tengo. Es porque hice un film que busca comunicarse con cualquier tipo de espectador. Parece que estoy cometiendo un crimen. Pero para que sigamos teniendo público tenemos que tener la comprensión del cine que estamos haciendo, no tener un cine solo para pocos, para mostrar a mis amigos y ser aplaudido. Pasa por la cuestión de saber por qué estoy haciendo cine”.

¿Por qué decidió hacer un film influenciado por el western sobre pistoleros del interior brasileño? ”Yo decidí hacer esta película para mostrar una realidad. Discutir esa realidad. La película no toma partido, es para que la gente conozca la realidad. Creo que es importante hacer films sobre determinado tema o historia”.

Para la realización de esta película, el director tomó el camino clásico de aplicar a una convocatoria de películas de bajo presupuesto del Ministerio de Cultura de Brasil, que favoreció a cinco proyectos. “También está la Ley de incentivo, donde las empresas te dan un dinero en base al impuesto sobre la renta. Pero –en algunos casos- cuando se gana un premio de convocatoria no se tiene calificación para obtener dinero de la iniciativa privada. Entonces conseguí viabilizar el proyecto aplicando a una convocatoria del estado”, cuenta sobre su financiación.

Pimental señala que una dificultad de hacer cine en Ceará es que hay estadios de la producción cinematográfica que son inaccesibles, ya que por ejemplo debió pasar un mes en Río de Janeiro para transferir a fílmico el film rodado en digital con la cada vez más de moda 5D de Canon.

Pero puesto a buscar las limitaciones del cine en Ceará, que hoy tiene una producción que ronda la decena de films, señala: “Existe poca gente formándose en dramaturgia. Se necesita formar guionistas. Siento una cierta fragilidad en la construcción. Una de las cosas que me hizo hacer la película es que tenía una historia para contar. Tal vez algunas soluciones no sean las más felices, pero existe una historia. Y eso es difícil en la cinematografía cearense. Veo también el problema de la interpretación. Como los actores no tienen una actividad sistemática en ese sector se recurre a la gente que viene del lenguaje teatral. Aquí hay actores maravillosos pero si se necesita un tipo específico, como es muy limitado, no se consigue”.

Sin embargo, el problema más destacado pasa por otro lado: “La mayor dificultad tal vez sea que el estado y la iniciativa privada vean esa producción audiovisual que estamos pretendiendo hacer como algo realmente importante. Porque a veces te dan un fondo y pareciera que te están haciendo un favor. Se necesita comprender esto de otra forma. Y el trabajo de nosotros es hacerles entender eso”.