Francisco César Filho, director del Festival Latino de São Paulo

La expectativa del público por el evento y su repercusión en la prensa demuestran que el Festival Latino de São Paulo ha encontrado, finalmente, su vocación: difundir la producción cinematográfica más actual del continente y despertar el interés en la cultura latinoamericana entre el público brasileño. Detrás de cinco años de esfuerzos para que el evento crezca –y yendo aún más lejos- para que São Paulo se convierta en la capital del cine latinoamericano, se encuentra Francisco César Filho, director del festival y uno de sus curadores. Filho habló con La Latina y LatAm cinema sobre el presente y el futuro de este evento que, del 12 al 18 de julio, reunirá lo más destacado de la producción cinematográfica más reciente del continente americano.

El festival celebra su quinto año de vida. ¿En qué momento de su evolución se encuentra?

El Festival de Cine Latino de São Paulo ha alcanzado un punto, tras cinco años de trabajo, en el que puede definir su perfil, que es ayudar a que las obras cinematográficas latinoamericanas circulen en Brasil, recuperar momentos importantes de la historia del cine de la región y estimular las coproducciones entre nuestros países, entre otros objetivos. A esta altura también descubrimos que el festival está volviéndose hacia las nuevas generaciones de cineastas latinos, lo que es importantísimo, porque actualmente hay narrativas y estéticas muy interesantes en todo el continente. No en vano muchos en festivales importantes, como el de Berlín, se han rendido ante nuestras producciones en los últimos años. Esta quinta edición del festival será inaugurada por “Agua fría de mar”, de la costarricense Paz Fábrega, ganadora de la última edición del Festival de Rotterdam. Este tipo de películas demuestra la importancia de la renovación de talentos en el cine latinoamericano, algo de lo que nos sentimos orgullosos de poder difundir.

¿Qué destacaría en la programación de este año?

Hemos seleccionamos 137 películas que serán exhibidas gratuitamente en seis salas de São Paulo. Es una programación variada y muy interesante. Entre tantas actividades, quiero destacar los homenajes que realizaremos este año a dos cineastas latinos emblemáticos y en plena actividad: el brasileño João Batista de Andrade y el argentino Marcelo Piñeyro. El festival ya ha homenajeado a íconos de nuestra historia cinematográfica, como Nelson Pereira dos Santos y Fernando Birri, y ahora el turno es para estos directores de carreras inquietas, variadas y maduras y que buscan el diálogo con el público.

¿Cómo se realiza la selección de las películas? ¿Hay algún tipo de preferencia por países, directores o títulos específicos?

Hay una mezcla de criterios. Estamos muy atentos a nuevos títulos, pero también buscamos tener en la programación el mayor número de cinematografías posibles, lo que implica un gran trabajo de investigación. Buscamos películas de calidad y también nos fijamos en su repercusión, como en el caso de “Agua fría de mar”, de Paz Fábrega. Pero el principal criterio es la calidad. Las películas tienen que ser buenas.

¿Cuál es el principal público del festival? ¿Cree que los brasileños se están acercando a la cultura latina?

Sin duda. Fue una sorpresa para nosotros, desde la primera edición, que el público del festival esté integrado, principalmente, por jóvenes interesados en el cine latino. Nuestros espectadores más “fieles” son estudiantes y universitarios apasionados por la cultura latinoamericana. Es interesante darse cuenta que esa curiosidad sea tan representativa de los tiempos que vivimos. Hace diez años, todos éramos muy desinteresados. Hoy, para dar algunos ejemplos, se enseña español en las escuelas y hay cerca de cinco festivales en Brasil que se dedican al cine latino. Entre ellos, el más exitoso es el de Sao Paulo.

Más allá de los festivales, ¿qué otras iniciativas crees que podrían llevarse a cabo para facilitar la distribución comercial de las películas latinoamericanas?

Ésa es una cuestión compleja por la forma en la que está estructurado el propio circuito comercial cinematográfico donde el tipo de cine que se exhibe en las poco más de dos mil salas que hay en Brasil es cada vez más limitado. Las salas tienen un perfil de entretenimiento, de espectáculo, dejando a un lado otros tipos de cine. En los Estados Unidos, muchos exhibidores ya afirman que para ellos es mucho más interesante comercialmente exhibir películas en 3D. En Brasil, donde los exhibidores no se especializan en 3D sólo porque no tienen el dinero necesario para actualizar el equipo de las salas, sufre el cine brasileño y el latinoamericano en general. Por eso, los festivales terminan siendo una salida, pero eso es una distorsión, porque son espacios reducidos pensados para presentar propuestas y no para convertirse en la única alternativa para ver determinadas películas. También existe el lanzamiento en DVD y a través de internet, así que es de esperar que la solución venga por ese lado.

En su opinión, ¿qué momento vive el cine latino hoy?

Está más consolidado. Las películas son cada vez más exitosas cultural y artísticamente. Hay producciones de gran aceptación popular, como “Ciudad de Dios”, que tuvo una de las taquillas más importantes de la región, además de una importancia estética que ha influenciado en películas de todo el mundo. Es un momento mucho más interesante, sin dudas, que el que vivimos en los ‘80 y ‘90.

“Buscamos ayudar la circulación de las obras cinematográficas latinoamericanas en Brasil”