André Sturm, director de Cinema do Brasil
André Sturm es desde 2006 el director de Cinema do Brasil, la agencia de internacionalización del cine brasileño. Desde este rol ha sido testigo del importante salto que ha dado la cinematografía brasileña en el escenario mundial, sobre todo en los últimos cinco años. Su experiencia como productor cultural, curador, distribuidor y exhibidor, le ha permitido comprender la dinámica de los festivales y la industria, lo cual ha sido clave para emprender acciones que hoy dan como resultado un innegable aumento de películas brasileñas en vitrinas internacionales. Una de ellas es el Festival de Locarno, que este año presenta un homenaje a Brasil en la prestigiosa sección Carte Blanche.
¿Qué acciones han sido pensadas desde Cinema do Brasil para impulsar el homenaje que hace el Festival de Locarno al cine brasileño, en la sección Carte Blanche?
Ha sido un proceso largo, que arrancó hace algunos años con un acercamiento previo al festival y que, después de que eligieron a Brasil, se desarrolló con una preselección de películas y de productores que están buscando internacionalizarse, hecha por Cinema do Brasil para la aprobación del festival. El objetivo de participar en esa sección, específicamente, es que representantes de la industria cinematográfica brasileña puedan escuchar a delegados de la industria internacional sobre sus películas y, por supuesto, hacer negocios en un espacio muy privilegiado. Tendremos, como siempre pasa en los eventos en los que estamos presentes, un espacio disponible para los productores que necesiten apoyo y soporte para trabajar.
¿Qué se está haciendo para reforzar la presencia del cine brasileño en festivales de primera línea como el de Locarno y también para la circulación internacional de nuestras películas?
Cinema do Brasil es un programa que ha sido creado debido a la total ausencia de producciones brasileños en festivales internacionales, algo que notaba cuando viajaba como distribuidor y exhibidor. En competencia, había siempre películas argentinas, por ejemplo, que en su mayoría eran coproducciones. Quedó clara la necesidad de apoyar al cine de Brasil para lograr que se internacionalizara, y -después de ocho años de trabajo- pudimos comprobar que el hecho de estimular esa participación trajo importantes resultados. Por ejemplo, en los últimos cinco años se han hecho más coproducciones en el país que en los 30 años anteriores. En lo que se refiere a la presencia de películas brasileñas en las selecciones oficiales de festivales de primera línea, es posible notar también que el panorama ha mejorado mucho. Cannes ha sido hasta ahora una ventana más difícil, pero las demás - en los últimos años- siempre han contemplado títulos nacionales en secciones importantes. Todavía estamos lejos de lo deseado, pero estamos creciendo.
¿Qué opinas sobre el argumento de que Brasil es un país grande, con amplio mercado interno, y que eso hace que su industria sea autosuficiente?
Eso es un gran mito. La misma realidad de la internacionalización de una cinematografía es otra. Algunas películas están hechas para el mercado interno de un país, otras tienen potencial de viajar. Y las ventajas, en ese caso, son obvias: se amplía el presupuesto de la película con la participación de socios coproductores, crece su exposición, su público etc. Es un círculo virtuoso. Sin embargo, es importante decir que la coproducción no es algo obligatorio, porque -para muchos proyectos- no tiene sentido coproducir.
¿El incentivo de Cinema do Brasil creado para apoyar la distribución internacional de películas brasileñas ha traído buenos resultados?
Desde que fue creado, en 2009, el Premio de Apoyo a la Distribución ha impactado con un salto de películas distribuidas en mercados externos. De 11 títulos que ocuparon salas en 2009, pasamos a 45 el año pasado. La expectativa, claro, es crecer y hacer que Brasil esté cada vez más presente en el circuito de salas internacional, así como en ventanas alternativas.
Camila Moraes.