• Carlos Eduardo Moreno, director de promoción internacional de Proimágenes y responsable del BAM

    Carlos Moreno.

  • Carlos Eduardo Moreno, director de promoción internacional de Proimágenes y responsable del BAM

    Sesión en BAM Talks 2023.

  • Carlos Eduardo Moreno, director de promoción internacional de Proimágenes y responsable del BAM

    Imagen de la edición 2023 del mercado.

Carlos Eduardo Moreno, director de promoción internacional de Proimágenes y responsable del BAM

Entre el 8 y el 12 de julio se desarrolla la decimoquinta edición del Bogotá Audiovisual Market (BAM), un mercado gestionado por Proimágenes y la Cámara de Comercio de Bogotá con el objetivo de fortalecer el audiovisual y la cinematografía colombiana desde una perspectiva tanto industrial como simbólica.

Unos dos mil profesionales se darán cita en este evento que se posiciona como uno de los principales mercados en la región. Estructurado en varias secciones de industria, experiencia y networking, el programa de esta edición hace foco en América Latina, con sesiones sobre la coproducción en la región. El evento también convoca un tanque de pensamiento para reflexionar sobre cómo se enseña, se produce y cómo circula el cine latinoamericano. Cecilia Barrionuevo (Argentina) y Carlos Gutiérrez (México), Diana Bustamante (Colombia) y Pablo Lozano (República Dominicana) estarán a cargo de los debates y las reflexiones. 

“La generación de diálogos interculturales dentro de la región nos parece fundamental, pero más importante aun, dada la dificultad de circulación de nuestras obras en nuestros propios territorios, es tener conocimientos sobre el potencial que tiene Latinoamérica para trabajar en conjunto”, cuenta Carlos Eduardo Moreno, uno de los responsables del BAM y director de promoción internacional de Proimágenes Colombia. A pocos días del inicio del BAM, LatAm cinema conversó con él sobre los desafíos que enfrentan en esta edición. 

¿Cuáles son los principales ejes en los que se estructura la programación del BAM este año?

Esta edición le da continuidad a unos ejes estratégicos que hemos querido posicionar desde hace ya un par de ediciones. El primero es coproducción e inversión con foco en Latinoamérica. Creemos en la necesidad de establecer diálogos más horizontales en la coproducción y para ello necesitamos fortalecernos como región, trabajar y coproducir en conjunto para que, cuando sumemos un aliado que tiene un poder económico más importante, haya una relación más horizontal y se genere una lógica de coproducción más equitativa. Esta coproducción regional también se relaciona con la posibilidad de que haya inversión privada y con entender otros modelos que a veces se sienten muy ajenos al cine independiente en Latinoamérica. 

El segundo eje es inclusión, participación y diversidad. Venimos desarrollando agendas enfocadas en el cine indígena, afro, y en el cine el pensado para personas con discapacidad, y este año vamos a tratar también el cine comunitario. Esto pasa por reconocer a la industria como algo muy complejo y diverso, y que esos otros cines también hagan parte del mercado. El tercer eje es distribución, circulación y audiencias. Más que desde la promoción en sí misma, queremos trabajar desde la apropiación que puedan tener las y los colombianas sobre sus obras, y que esto sea complementario con la circulación internacional. Esto hace posible que el país se posicione con una cinematografía nacional a nivel internacional, pero también que los creadores y creadoras hagan circular sus obras.

El cuarto eje pasa por entender los nuevos flujos de trabajo, cuáles son los roles que están cambiando, cuáles están vigentes y cuáles no en los nuevos esquemas de producción. Por ejemplo, analizaremos la transformación del rol del actor y la actriz, así como la relevancia de las buenas prácticas en set. El quinto y último eje son los nuevos medios y formatos. El BAM quiere que se analicen las posibilidades que tienen los creadores audiovisuales, los videojuegos, y cómo funcionan las lógicas de la inteligencia artificial frente a la creación.

En relación a uno de los ejes que mencionas, llevan adelante el programa BAM Étnico. ¿Nos podrías contar un poco acerca de su funcionamiento y hacer un balance de sus cinco primeros años de existencia?

Desde el BAM, en alianza con el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, se decidió apostar a crear un programa étnico con el fin de identificar y visibilizar a creadores y creadoras de alguna población indígena, negra, afro, raizal, palenquera o rom. La intención era establecer un diálogo para entender sus necesidades y las formas en las que hacen su audiovisual, y conocer más sus historias.

En la primera edición nos dimos cuenta de que el reto era enorme, porque hay muchas historias y muchos creadores y creadoras, y lo que nosotros teníamos era muy pequeño. 2024 va a ser nuestro quinto año dándole continuidad a este programa; en estos años han participado entre 150 y 200 creadores y creadoras. Este año, el programa cuenta con 50 participantes, 6 invitados internacionales y alianzas estratégicas con socios a nivel nacional - fondos y asociaciones que trabajan por el empoderamiento de la cultura afro o indígena - e internacional - SPCINE y el Indigenous Screen Office de Canadá -. Además también hay gente de Ecuador, de Panamá, del Caribe, entonces se busca también establecer diálogos interculturales. En este momento hay una apuesta nacional liderada por el gobierno que busca descentralizar la oferta de oportunidades de consumo cultural y de formación. La riqueza de las historias colombianas también está arraigada en la diversidad que tiene el país. 

Otro de los programas recientes que va en esa línea es BAM regiones. ¿Qué balance hacen de esta iniciativa?

El programa nació en 2021, fue una de esas pequeñas cosas buenas que nos dio la pandemia. En ese momento nos dimos cuenta que estábamos siendo completamente centralistas, así que hicimos un evento virtual para llegar a más gente y, al ver los números, nos dimos cuenta que no estábamos llegando a mucha gente por fuera de las cinco grandes ciudades. 

En 2021, otra vez junto con el Ministerio de las TIC -que ha sido un ministerio muy activo en estas estrategias de descentralización e inclusión- decidimos llegar a otros municipios más alejados y entender un poco qué pasaba. Así llegamos a Leticia, el departamento más al sur de Colombia, y demoramos unas dos horas en cargar un video de tres o cuatro minutos. Ahí todo fue más claro, entendimos que estábamos hablando desde un punto supremamente centralista y privilegiado y, al mismo tiempo, nos encontramos con historias que nunca habíamos escuchado. Entonces decidimos seguir adelante e identificar varias ciudades a las que pudiéramos ir, no con la lógica de enseñar, sino de dialogar, intercambiar experiencias, entender cómo hacen audiovisual y cuáles son sus necesidades .

BAM Regiones termina siendo como un BAM mucho más enfocado, más segmentado, con actividades específicas que diseñamos con la Secretaría de Cultura de la ciudad. Es la posibilidad de generar espacios enriquecedores, tender puentes. Por ejemplo, en el norte del país hicimos un BAM cuyos participantes decidieron constituir un consejo departamental. Así se empieza a generar un impacto en otros territorios para que la circulación a nivel nacional sea mucho más fluida, para que empiece a haber diálogos entre regiones, y ojalá el mercado sirva como puente, que eso es lo que quiere ser, no maestro sino puente. 

“El BAM quiere posicionarse como el mercado y el punto de encuentro para Latinoamérica, que genere coproducciones entre Latinoamérica”.

¿Qué papel juega el BAM en la internacionalización del cine colombiano? 

Cada año, el BAM diseña una agenda de industria y experiencias bastante robusta que permite a los acreditados acercarse a las lógicas de internacionalización: conocer los fondos, los espacios, las temáticas y tendencias, etc. Por otro lado, y creo que esto es lo más importante, a través de sus siete convocatorias, el BAM no sólo cura una oferta de contenidos y talentos, sino que además crea una ruta de fortalecimiento con asesorías individuales sobre desarrollo, preparación, montaje, estrategias de comercialización, etc. De esta manera, el BAM crea una inteligencia de mercado que busca la mejor oferta de contenidos colombianos y la mejor demanda para estos oferentes de contenidos. En ese punto el BAM sí ha sido fundamental para la internacionalización de la industria colombiana.

En estos 15 años hemos traído a más de 1500 invitados internacionales, hemos curado, fortalecido y juntado más de 600 proyectos de series y largos, y más de 100 largos han logrado su estreno comercial. El BAM también es una plataforma que fomenta la circulación internacional de las personas a través de los premios o las alianzas, tanto para los jóvenes talentos que, por ejemplo, pueden viajar a la EICTV de Cuba, como para los más experimentados, que tienen acceso a Rotterdam, Berlín, Cannes o Locarno. 

Si bien el BAM está enfocado en proyectos colombianos, se ha convertido en un mercado de referencia para el sector latinoamericano. ¿Qué perspectivas y objetivos se marcan en este sentido? 

Este año hicimos foco en el cine latinoamericano, tanto en programación como en invitados e invitadas. También priorizamos algunas alianzas para el intercambio de proyectos latinos, por ejemplo con BrLab o Guadalajara. Como te decía al principio, creemos en la generación de diálogos interculturales dentro de la región, pero sobre todo queremos reforzar el potencial que tiene Latinoamérica para trabajar en conjunto. Sólo para destacar algunas cosas muy específicas de este año, hemos organizado un tanque de pensamiento que se llama “el cine latinoamericano se piensa”, con la participación de cuatro voces expertas, del que creemos que saldrán muy buenas ideas. También tendremos una mesa titulada Cine Argentino Unido y hablaremos del cine terror latinoamericano, que ha tenido muchísimo éxito en los últimos años. El BAM quiere posicionarse como el mercado y el punto de encuentro para Latinoamérica, que genere coproducciones entre Latinoamérica.

En relación a la gestión del BAM, el principal desafío para hacer este tipo de eventos suele ser la financiación. En este caso, dado que es gestionado por dos entidades que trabajan desde lo público, ¿cuáles son los principales desafíos para hacer el BAM año a año?

El BAM tiene la fortuna de que sus organizadores, Proimágenes Colombia y la Cámara de Comercio de Bogotá, son entidades con sostenibilidad financiera y administrativa, y con continuidad en sus políticas. Si bien son órganos que se entienden desde lo público, no son 100% públicos, y eso nos permite cierta practicidad en la movilidad, en la gestión de recursos.

El reto más importante pasa por enfatizar la importancia de la productividad simbólica e industrial de la cultura de cara a potenciales aliados, socios, inversionistas. Creo que es allí donde radica nuestro mayor reto. Por un lado, entender que el cine tiene una productividad industrial y unas inversiones clarísimas. Lo que ha pasado en Colombia desde 2020 con la creación del incentivo CINA es una locura, estamos hablando de más de un billón de pesos que han sido invertidos en el país, hay una gran productividad social e industrial. Pero también hay una productividad simbólica, que es igual o más importante, porque tiene que ver con la cultura colombiana en sí misma, y es entender que el cine independiente, que no te llena millones de salas, es fundamental y necesita existir. Entonces, el gran desafío es crear ese diálogo entre lo privado y lo público, y enfatizar la importancia que tiene la productividad simbólica y la industrialización.

Antes hablabas de trabajar a través de la apropiación y no tanto desde la promoción para que la ciudadanía colombiana conecte con su cine. ¿Puedes profundizar un poco más esta idea? 

Desde Proimágenes Colombia junto al Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes se viene trabajando en una estrategia de promoción nacional para que las y los colombianos vuelvan a enamorarse de sus propias historias. Este paso tiene que ver con que ellas y ellos entiendan que lo que ven en las pantallas son sus propias historias, su propio país, y que es necesario que esas historias estén allí. Bajo esa estrategia nos parece fundamental atacar desde varios frentes, incluyendo la necesidad de la formación de públicos, para que desde las audiencias más tempranas se pueda crear este gusto por nuestro cine. Para ello estamos trabajando con el Ministerio de Educación y estamos hablando con la Embajada de Francia para entender mejor el modelo que en Francia funciona tan bien. En Latinoamérica hay un problema muy evidente y es que no hay suficientes salas. Entonces también hay un trabajo fuerte de mercadeo a través de canales de televisión pública, pantallas de cine, redes sociales, etcétera.