David David estrena su ópera prima “La frontera” en el Festival de El Cairo
Una película tan actual en la contingencia como atemporal en su cuestionamiento de lo humano. “La frontera” es la ópera prima en largo del director de Barranquilla David David, un filme minimalista que propone una historia de otredad, empatía y resiliencia ambientada en la Guajira colombiana.
Filmada casi en su totalidad con luz natural y en una locación, con un reparto reducido, “La frontera” se adentra en la cotidianeidad de Diana Ipuana (interpretada por la debutante en cine Daylín Vega Moreno), una joven wayuu que habita la Guajira fronteriza junto a su marido y su hermano. Los tres sobreviven atracando viajeros que transitan caminos ilegales para pasar de Venezuela a Colombia. En medio de la crisis político-migratoria, Diana se enfrenta a la necesidad de cruzar sus propios límites fronterizos cuando pierde a su familia y conoce a la migrante venezolana Chalis (Sheila Monterola).
Tras años de desarrollo, tuvo su estreno mundial el pasado miércoles 20 de noviembre en la Competencia Internacional del Festival de Cine Internacional de El Cairo. Se trata del primer largo de David, quien tras formarse en la Universidad de Colombia y la ESCAC, dirigió los cortometrajes “La tortuga”, “La princesita” y “Calaguala”. Producida por Garabato Cine, el filme participó durante su desarrollo en diferentes espacios de fortalecimiento de proyectos, como los work in progress de SANFIC, Orquídea o el Festival de Málaga; además de la sección Films in Progress de Ventana Sur.
“La frontera” se presenta en una edición en la que también participa en competencia la mexicano-estadounidense “Ya no estoy aquí” de Fernando Frías y la brasileña “O Homem Cordial” de Iberê Carvalho; además del cortometraje argentino “Mi padre muerto (una comedia)” de Roberto Portas. El certamen presenta, además, una muestra del cine mexicano como país invitado de honor.
LatAm cinema conversa con David David a pocas horas del estreno mundial de la película.
Lo que inicialmente son vidas de supervivencia enfrentadas terminan siendo relaciones de cuidado y cariño. ¿Qué te motivó a construir esta historia de migración y encuentros?
Precisamente que en Colombia las historias de migración han producido desencuentros. Como país nos hemos enfrentado a muchos años de guerra que han propiciado un desplazamiento forzado interno, y ahora con la situación social de Venezuela hemos asumido las consecuencias del desplazamiento forzado de ellos. Y nos ha hecho falta empatía en ambos casos; entender las razones de fondo que hacen que estas cosas sucedan. Por eso a través del cine, intento entender. La mayoría de la gente acude a la prensa y esta nos informa pero no puede sensibilizarnos. Desde allí se gesta una polarización. Si a ti te dicen que la tasa de desempleo aumenta o que la inseguridad aumenta tras estos procesos migratorios pues muy probablemente vas a hallar una relación de causa y efecto que haga que rechaces todo lo que eso representa, y comienzas a chocar con esas personas, a rechazar a los seres humanos, ya no a las cifras.
Por esto quise concebir una historia para exaltar los puntos en común. No es una novedad claramente, pero se nos olvida. No solo entre Colombia y Venezuela, dos países que en algún punto de la historia eran lo mismo, sino en general, como seres humanos, por instinto tenemos las mismas necesidades y formas similares de amar.
La película conecta dos identidades, la wayúu y la venezolana, pero siempre dentro del universo femenino y con la maternidad como fantasma y elemento vinculante, ¿cómo trabajaste este desarrollo?
Todos esos elementos que remarcas fueron cruciales para el desarrollo de la trama. La comunidad wayuu de Colombia es una minoría que ha resistido con dignidad el paso del tiempo, y la fuerza avasallante de la colonización. Para mí son una representación ideal del ser colombiano por su capacidad de resistir, y por su conexión con la tierra, con la familia, con lo místico. Ahora bien, esa resistencia se ha nutrido un poco del hermetismo. La necesidad de cerrarse en sí mismo para sentirse seguro. Allí encontré el meollo de la historia, la metáfora entre la frontera física y la frontera de la mente. La venezolana apareció como ese personaje de afuera que necesita ayuda. El rompimiento del status quo, un aluvión de energía que amenaza con destruirlo todo. Ahora es normal que alguien toque nuestra puerta y quiera entrar, porque estamos en un mundo globalizado. Lo que aún no se nos hace normal es abrir esa puerta sin sentir que ponemos en riesgo nuestra identidad.
En cuanto al universo femenino y la maternidad, considero que están allí para recordarnos de dónde venimos; lo fuerte y lo frágil que tiene la vida. Una madre facultada por su instinto, y en el caso del ser humano por su conciencia, en la concepción está obsequiando su legado al mundo. Es una manera que encuentro para entender que no estamos solos en el mundo y que siempre va a haber alguien allí que necesite de nosotros.
Ahora es normal que alguien toque nuestra puerta y quiera entrar, porque estamos en un mundo globalizado. Lo que aún no se nos hace normal es abrir esa puerta sin sentir que ponemos en riesgo nuestra identidad.
Has estado al frente de la dirección y la producción ¿cómo has trabajado ambos roles en paralelo?
También soy guionista del proyecto, y entiendo que las limitaciones presupuestales deben ser fuente de inspiración, no una disculpa. Por eso concebí una historia minimalista: grabada casi al cien por ciento con luz natural, con pocos actores, prácticamente en una locación. Esta es una historia de personajes, por eso concentré la mayor energía en lograr el casting ideal para que trabajáramos juntos la interpretación. Con estas prerrogativas, pude salir a buscar el equipo de personas que entendieran este esquema de producción austero, y tuve la fortuna de encontrarlo. Éramos quince personas en set, como quince piezas de un rompecabezas gigante donde cada uno cumplía una función esencial. El otro aspecto que tuve en cuenta fue la región donde estábamos produciendo la película; es una zona sin academia ni industria para el cine, por eso todos nos miraban con ojos de asombro cuando tocábamos puertas, y esto lo transformábamos en respuestas positivas. Logramos un flujo de energía positivo alrededor de nuestra iniciativa. Se convirtió en un trabajo de todos en pro de la cultura de nuestra región. Desde allí, sobre esta base sólida, el trabajo de dirección en set fluyó como lo necesitó el proyecto.
¿Cómo han influido en la película los diferentes work in progress en los que participó?
Para mí los work in progress han sido de vital importancia porque la película no tuvo visibilidad en su etapa de desarrollo. Ha sido maravilloso obtener las credenciales de industria que nos han otorgado. Logramos cinco selecciones de eventos importantes, y ganamos cuatro premios que más allá de ser incentivos financieros, nos significaron un apoyo moral tras los efectos que nos dejó el rodaje (quedan el cansancio y las deudas). Ha sido un periodo de aprendizaje donde he tenido la fortuna de conocer colegas con proyectos que están trabajando al igual que yo, con esquemas de producción diversos y recursivos. Aumenté mi bagaje sobre la industria, entendí la diferencia entre hacer una película y distribuirla, y entré en contacto con personas que están dispuestas a colaborar en proyectos futuros.
Ahora estrenas en El Cairo, ¿tienes otras fechas confirmadas? ¿Cómo sientes que se ha recibido la película en el festival?
Me sorprende que siendo países tan distantes, tengamos una forma tan similar de emocionarnos. La película tiene variaciones ligeras del tono, con tintes de comedia en medio de la situación dramática, y el público en El Cairo vibró con estos momentos que yo idealicé desde el guion. Es muy emocionante sentir que todo está consumado. La película es un regalo para el público y ya fue desempacado. La organización del festival nos invitó desde incluso antes de cerrar convocatoria, por eso sabemos que disfrutaron la historia y me halaga que nos hayan confiado un espacio en la selección central.
¿Hay fecha para el estreno en Colombia?¿Cómo esperas que la reciba el público colombiano?
Del público colombiano espero más preguntas que certezas. Quiero que "La frontera" sea el inicio de una conversación que merecemos tener en Colombia. Somos una sociedad cegada por odios de un conflicto interno que lleva muchas décadas. Estamos polarizados hasta el punto en que desconocemos que el otro tenga matices como nosotros, contradicciones como nosotros. Para entender las luchas de cada persona, solo basta con sabernos luchadores. Ojalá a través del arte logremos hacer catarsis y sanar las heridas de un país tan conflictuado.
¿Estás trabajando en nuevos proyectos?
Sí. Desde que grabé “La frontera” tengo claro que no quiero ver pasar mucho tiempo antes de volver a grabar, por eso el próximo año iniciaré la preproducción de mi siguiente largometraje que aborda el embarazo adolescente y las redes sociales. Tengo otro guion escrito que requiere mayor presupuesto por eso lo estoy presentando a fondos de financiación, y buscando colegas que quieran coproducir. Toda la ayuda posible es bien recibida.
¿Estás enfocando en buscar alianzas de algunos países en particular?
Me gustaría lograr una alianza con Francia, pero estoy abierto a cualquier cooperación siempre y cuando sea integral, tanto artística como financiera. Quiero ampliar mis horizontes no solo a nivel creativo sino en términos de distribución. Siento que puedo aprender mucho de un aliado productor con experiencia.