Estephania Bonnett, directora de Playlab Films

Desde 2014, Estephania Bonnet viene organizando laboratorios inmersivos para cineastas emergentes dictados por maestros como Werner Herzog, Abbas Kiarostami o Apichatpong Weerasethakul en Colombia, Cuba, Perú, México y España. Actualmente desde Creators Lab, bajo el paraguas de la productora Playlab Film, Bonnet no sólo sigue organizando los laboratorios, sino que también distribuye los más de 350 cortometrajes que resultaron de esas experiencias en circuitos internacionales y  festivales de todo el mundo, incluyendo Cannes, Goteborg, Vancouver, Melbourne y BAFICI. “Las memorias perdidas de los árboles”, corto dirigido por Antonio La Camera en el marco del taller de 2022 (supervisado por Apichatpong en la Amazonía peruana) fue reconocido como Mejor corto en la Semana de la Crítica de la Biennale de Venecia. Las obras realizadas en ese marco también integraron una instalación en la Short Film Corner del Marché du Film de este año. 

Con el propósito de “fomentar la imaginación a través del cine”, Playlab también produce obras en coproducción con diferentes países, como “Baracoa”, largometraje documental de Pablo Briones (participante del Creators Lab en 2016), una producción entre Suiza, España y Estados Unidos filmada en Cuba; “Memorias de un cuerpo que arde”, segundo largometraje de la cineasta costarricense Antonella Sudassasi que verá la luz próximamente; “Capitán”, largo documental de Laura Otálora en etapa de preproducción que se filmará entre Colombia y España; o “Snake Oil Song”, largo dirigido por el estadounidense Micah Von Hove y coproducido entre Canadá, Estados Unidos, Colombia y España que surgió del taller con Herzog en la Amazonía peruana en 2018 y fue filmado en Colombia en 2021.  

La mente y los brazos detrás de este particular y creativo proyecto son de la colombiana Estephania Bonnett, quien, guiada por la intuición y la confianza en los procesos, se autodefine como “generadora de espacios disruptivos para la creación desde el ser mas que desde el hacer”. LatAm cinema dialogó con ella sobre las diferentes iniciativas de Playlab y sobre su forma de entender el cine. 

¿Qué balance haces de los talleres a nivel cualitativo, más allá de los resultados y números concretos? 

Cuando terminé mi Máster, hace más de una década, tras lanzarme a montar mi primera empresa productora, empecé a trabajar en otras líneas que me permitieran afianzar este proyecto de vida. Fue ahí cuando surgió la idea de formar talentos emergentes de la mano de grandes maestros del cine. Ha sido un camino hermoso en el que hemos tenido la oportunidad de ver nacer una forma diferente de hacer cine. Las tres ediciones con Abbas Kiarostami, las dos con Werner Herzog y las últimas dos con Apichatpong me han ido confirmando esa primera intuición: si entendemos la creación cinematográfica como algo muy íntimo e intuitivo, y actuamos en comunidad, logramos expandir los límites de lo que hacemos, abrimos caminos, imaginamos estéticas, nos liberamos de reglas y exploramos nuestras propias narrativas. No solo se trata de hacer el recorrido desde la idea a la post-producción de una película, es decir, el objetivo no es llegar lo más rápido de un punto A a un punto B. Es en el recorrido donde ponemos el acento: en las meditaciones de la mañana, en el compartir las comidas, en los espacios de contemplación…. Y como bien planteas en tu pregunta, más allá de los números concretos, es eso lo que ha permitido que salgan las historias que han salido.

¿En qué momento están ahora estos talleres? 

El 11 de agosto, terminamos nuestro taller en la provincia de Yucatán, en México, una experiencia espectacularmente enriquecedora con un grupo tremendamente talentoso que se dejó llevar por la propuesta y se abrió a descubrirse. Ahora mismo están todos terminando su corte para empezar el camino de la distribución que hacemos junto a cada uno para analizar las ventanas de exhibición que se ajustan mejor a su trabajo. Nuestra intención es continuar con ellos y apoyarlos como nuevos creadores internacionales. La exhibición de los trabajos la empezaremos en festivales, por ejemplo, con los participantes del taller 2022 hemos estado ya en más de 15 selecciones de festivales, uno de ellos ganó en Venecia el premio a Mejor cortometraje. Luego de buscar sus estrenos en festivales, buscamos otros espacios para mostrarlos, como por ejemplo la instalación que hicimos en el último Festival de Cannes. Aún no tenemos confirmada la fecha del próximo Creators Lab,  pero nuestro propósito es hacer uno por año. 

Las historias nacen de permitirnos ver, darnos tiempo y espacio para explorar y dejarnos sorprender por la vida y por aquellas historias y personas de la zona. Los personajes reales del lugar nutren los relatos de estos territorios y es ahí donde nacen esas pequeñas y grandes historias

Se han realizado en este marco más de 350 cortos, de los cuales muchos han circulado con reconocimiento por festivales internacionales. ¿Cómo imaginas que este catálogo puede moverse a futuro?

Es una locura. Creo que poco a poco nos estamos acercando a ese futuro que mencionas. Te doy un ejemplo reciente: en mayo de este año, en el Festival de Cannes, pudimos exhibir varias de las obras creadas durante el Laboratorio “Apichatpong Weerasethakul: filmando en el Amazonas 2022”. Y lo hicimos mediante una instalación que se convirtió en una suerte de refugio al ajetreo de estos eventos, que me encantan, pero aquí, en un espacio particular, logramos que el palpitar de la selva se sintiera, llevamos un pedazo de ese lugar donde surgieron estas historias para presentar así miradas diferentes, nuevas voces del cine contemporáneo.

Lo más importante es conseguir que se vean las obras, ya sea en selecciones oficiales, en espacios diferentes creando una muestra o instalación, y luego ya terminar en VOD. De todas maneras, para nosotros, el trabajo que hicieron de salirse de su zona de confort para crear estas obras, es el trabajo más importante. En el momento del LAB no estamos pensando en lo que va a venir luego para no condicionarlos, y es precisamente esa apertura que tienen a la hora de crear estas obras la que genera un catálogo espectacular. Creo que así es como me imagino que se puede mover este catálogo, logrando plantear y conquistar espacios propios, con su sello, mientras se consolidan a su vez como fuente continua de nuevos creadores y creadoras. 

Desde tu perspectiva y contacto continuo con cineastas emergentes de la región, ¿qué intereses a nivel formal y temático dirías que se están explorando?

Hay mucho interés por encontrar historias locales. En los talleres elegimos lugares específicos y esto da pie a una apertura bellísima. Y vamos cambiando de lugares, para así seguir inspirando nuevas historias que estén inmersas en esa cultura. Las historias nacen de permitirnos ver, darnos tiempo y espacio para explorar y dejarnos sorprender por la vida y por aquellas historias y personas de la zona. Los personajes reales del lugar nutren los relatos de estos territorios, y es ahí donde nacen esas pequeñas y grandes historias. En cada taller son 50 cineastas de todas partes del mundo, por lo que el abanico creativo es enorme. Sin embargo, puedo decir que en Latinoamérica se está abriendo un espacio muy bello. Y Latinoamérica contada desde Latinoamérica, pues quizá muchas veces en el cine hemos sido contados, narrados, desde afuera; sin desconocer importantísimos movimientos cinematográficos que son piedra angular de lo que hoy se hace. Pero sí siento cierta euforia renovada con el documental, con ese retrato directo de nuestra historia, de nuestra mirada. También veo que se está trabajando mucho un estilo híbrido entre la ficción y el documental. Varios de los proyectos que producimos luego en los talleres van por esta línea. Incluso en la convocatoria que abrimos cada año para que directores y directoras que pasaron por el taller nos presenten sus próximos largometrajes, sea de ficción, documental o serie, también encontramos esta exploración híbrida. 

Desde Playlab Films también produces y coproduces películas con América Latina. ¿Qué perfil de proyectos te interesan? ¿En qué momento del proyecto te interesa sumarte?

No es que haya una línea temática o estética delimitada, pero por supuesto que me interesan proyectos que surgen de este tipo de búsquedas, tanto del autor o autora, como de la realidad humana en la que vivimos. Historias que van conectadas con su contexto y que logran una profundidad y sensibilidad especial. Cuando los encontramos hay algo mágico, algo que se siente y se ve. Hay algo que sí nos interesa y es no pensar en los límites para poder escoger proyectos provenientes de cualquier nacionalidad y realidad, que lo importante sea el autor y su historia. Por ejemplo, hemos coproducido el largometraje "Baracoa” de Pablo Briones, y "Memorias de un cuerpo que arde", dirigida por la talentosísima directora Antonella Sudasassi que estamos recién sacando del horno. Es decir, no hay un perfil específico, pero sí me importa que sean historias que hablen sincera y honestamente de una realidad, ya sea por medio del documental, de la ficción o del híbrido. Y cuando siento esto me gusta sumarme donde y cuando sea necesario. Me gusta acompañar todo el proceso porque siento que nos nutrimos mutuamente al momento de crear. Con Playlab Films tenemos todo un andamiaje para apoyar desde el momento cero a directores y directoras que quieran sacar adelante sus proyectos, somos una empresa chiquita y por eso no podemos trabajar con muchos proyectos, pero intentamos que el engranaje esté activo para poder incluir cada vez más. Producimos autores y autoras que llegan a nosotras de diversas maneras, pero hemos abierto una línea que nos llena de entusiasmo y es que los 50 asistentes del taller anual pueden hacer parte de una convocatoria exclusiva en la que elegimos dos proyectos por año para entrar como productores mayoritarios o minoritarios. Continuar el camino creativo con ellos es un eje central que estamos fortaleciendo cada vez más.  

Y como colombiana produciendo desde Barcelona, ¿cómo percibes el lugar que el cine latinoamericano tiene hoy en la industria europea?

El cine latinoamericano tiene una cabida enorme en la industria europea en este momento. Se están construyendo puentes cada vez más fuertes, alianzas para que los talentos latinoamericanos tengan más oportunidades de financiación para desarrollar sus proyectos. Desde Playlab nos emociona mucho formar parte de esa construcción realizando los talleres en territorio latinoamericano y llevando a muchos autores emergentes de todas partes del mundo a nuestros lugares, nuestras culturas, nuestra gente y nuestras costumbres. Siento que cada vez hay más espacio para la diversidad entendida como la realidad de cada uno de nosotros en el lugar donde estamos y por esto las historias de territorios como Latinoamérica están ocupando un lugar importante en las carteleras y en los festivales. Pero sí, en el caso de América Latina, sea por el idioma, por la cultura, por Ibermedia, se están abriendo puertas desde hace muchos años. Puertas que prefiero llamar puentes entre culturas, que derivan en resultados hermosos. Siento además que hay cineastas latinoamericanos con un talento maravilloso, que están llevándonos hacia nuevas oportunidades, hacia nuevos territorios.