Francis Vogner dos Reis, coordinador y programador de la Mostra de Cinema de Tiradentes
Organizada por Universo Produção, la 28 edición de la Mostra de Cinema de Tiradentes exhibe entre el 24 de enero y el 1 de febrero un tipo de cine brasileño muy diverso en términos de géneros y estilos que no suele llegar a los circuitos convencionales de salas y festivales. LatAm cinema dialogó con el coordinador curatorial y programador de largometrajes de la Mostra, Francis Vogner dos Reis, sobre las características del cine brasileño actual y la relación con su público.
La temática central de la programación de esta edición es “Que cinema é esse?” ¿Qué representa esta pregunta y cómo se reflexiona sobre ella en los días del festival?
Mucha gente viene a Tiradentes, ve un filme y me pregunta “¿pero esto es una película? ¿esto es cine?”, porque son filmes a los que no están acostumbrados, que se alejan del estereotipo de película de festival en su lenguaje, en su forma o en sus temas.
Y aquí tenemos una gran diversidad de filmes. Brasil es un país de tamaño continental donde se hacen muchos tipos de cine. Las experiencias son muy diferentes y muchas de ellas no se adecuan a los distintos modelos de mercado (festivales, salas comerciales, streaming, etc). Nuestra propuesta, tanto en la programación de filmes como en los debates, es que el público, los propios realizadores y toda la gente que asiste a las películas pueda hacerse buenas preguntas. Creo que estamos en una época de respuestas inmediatas y el valor de la pregunta es justamente lidiar con lo desconocido. Mi deseo es que los filmes nos habiten, que podamos volver a ellos en la memoria o en conversaciones. El cine no consiste sólo en ver películas como un objeto de consumo, sino como un objeto de cultura que hace preguntas, que abre nuevos vectores para mirar al mundo y para imaginar. Hay algo de psicoanalítico en hablar, discutir sobre el mundo, sobre nuestra experiencia histórica. El preguntarse “¿esto es cine?” surge en películas más experimentales o en formatos más híbridos, y Tiradentes tiene años de trayectoria eligiendo este tipo de películas.
Además del cine experimental, ¿programan otras películas que no tengan un fácil acceso a circuitos de exhibición más convencionales?
Sí, la idea es que el público pueda tener acceso a películas que no pueden ver en plataformas, en televisión, en estrenos comerciales. En Brasil producimos muchas películas, pero muchas de ellas nunca se ven porque no logran estrenarse. Tal vez seamos uno de los países del mundo que más producen, pero con un mercado poco interesado en las películas que nosotros mismos hacemos. Entonces aquí programamos cine experimental, pero no en forma exclusiva. Por ejemplo, ayer en la Mostra Olhos Livres exhibimos un filme de terror. Mucha gente vino y preguntó “¿Por qué programaron esta película?” Porque es una película que existe, que forma parte del cine brasileño. Nos interesa ver qué se está haciendo, cómo es la imaginación de los realizadores brasileños y qué es lo que no llega al gran público; sin importar si es experimental, híbrido, de terror o de cine expandido. El extrañamiento es bienvenido, porque es el origen de una nueva forma de relacionarnos con las imágenes.
¿Cómo se acercan a los títulos que programan? ¿Tienen en cuenta alguna cuota que garantice la diversidad de la programación?
En primer lugar, trabajamos con convocatoria, pero a veces eso no alcanza. Por ejemplo, este año tuvimos una gran ausencia de películas hechas por mujeres. Entonces, ¿qué hicimos? Fuimos a buscarlas. Pregunté a un productor, pregunté a otro, me acerqué a películas que no se habían inscrito porque estaban en fase de finalización, etc. Y así conseguimos nuevos títulos, que se sumaron por invitación directa. Buscamos películas que nos revelen algo nuevo. Que aunque sean irregulares e imperfectas, nos muestren otra forma de mirar. No tenemos una cuota fija estipulada, pero intentamos garantizar que todas las regiones de Brasil estén mínimamente representadas. A veces no lo conseguimos, pero estamos en esa búsqueda e intentamos también que cada sección, porque el festival se compone de varias muestras, tenga su propia diversidad. No conseguimos paridad siempre, porque no podemos inventar películas que no existen, pero intentamos tener representatividad y diversidad en la selección de cortos y de largos.
“El cine es una mirada, y una mirada nunca es igual a otra. En un momento en el que la imagen está en el centro de los enfrentamientos políticos contemporáneos a nivel global, la función del cine es garantizar que podamos mirar las imágenes de una manera curiosa, crítica y muchas veces desconfiada”.
En Brasil se están aplicando distintas políticas públicas para estimular la diversidad y la presencia de minorías en la representación audiovisual, y también para acercar el cine nacional a las distintas audiencias. ¿Cómo ves la actualidad del cine brasileño y qué te parece que falta hacer?
Creo que las políticas públicas del cine brasileño deben concentrarse en cómo realizar las convocatorias para garantizar una reserva de plazas regionales, una distribución regional y una reserva de plazas para las minorías, desde un punto de vista racial o sexual, entre otros. Hoy, gran parte del audiovisual brasileño concentra sus recursos en el eje Río-São Paulo. En la Mostra de cine de Tiradentes nos interesa la distribución entre las distintas regiones, que las políticas públicas sean implementadas por el Estado y que las políticas de reserva de vacantes para las minorías sean respetadas. Pero además de buscar una diversidad amplia de regiones, de identidades sexuales y raciales, hay que fomentar la diversidad de imaginación. Muchas veces vemos productos que dicen ser narrativas negras o narrativas femeninas, pero que tienen una sensibilidad ultraformateada que no contempla la diversidad expresiva. Aquí en Tiradentes tenemos un privilegio y es que el público quiere diversidad expresiva. Está preparado para eso, muchas veces hasta con más apertura que parte de la crítica que es invitada al festival.
El crítico André Bazin preguntó en los años 50 “¿Qué es el cine?” en un texto célebre Y no respondió esa pregunta, porque no interesa tener esa respuesta. El cine es la síntesis de todas las artes, es un arte impuro. Es una pregunta que nos hacemos desde que el cine es cine y que resurgió con la aparición de todas las vanguardias. Yo creo que el cine todavía puede garantizar algún asombro, en un momento en que nuestra sensibilidad está anestesiada por una avalancha de imágenes contemporáneas.
¿Cuál es la idea del cine brasileño que hay en festivales y otros circuitos internacionales?
El cine brasileño que circula internacionalmente - por ejemplo en este momento “Ainda estou aqui” de Walter Salles - es una porción ínfima del cine brasileño. Es un cine que tiene un presupuesto para publicidad y marketing muy grande, mayor que el que tienen la mayoría de las películas en Brasil. Tenemos que pensar cómo nos presentamos dentro de ese escenario. El cine brasileño es lo que todos conocen, Walter Salles o Fernando Meirelles, pero también otras cosas. Es un cine poco conocido tanto dentro como fuera de Brasil. Históricamente, el cine brasileño contiene filmes que desafían las formas. Por ejemplo, la película “Límite” desafió en los años 30 todas las nociones de vanguardia de Europa. Entonces, creo que el cine brasileño puede contribuir al cine mundial, porque tenemos muchos filmes que fueron realizados de un modo muy diferente, con otra mirada. Pero para que eso suceda, tiene que ser conocido y debemos esforzarnos para hacer esto evidente, y también abrirnos al diálogo con el resto del mundo. El cine brasileño, al igual que el cine latinoamericano, difiere en sus supuestos y en sus propias historias de los parámetros europeos y norteamericanos. Y eso tiene que ser visto, se tiene que hablar y escribir al respecto. Es una búsqueda que tenemos en Tiradentes, incluso en nuestros catálogos. No sabemos si contribuimos a generar un debate, pero es un deseo que tenemos. Muy humilde, porque de hecho estamos en la periferia global.
Estamos en contacto con imágenes las 24 horas del día: en el cine, las redes sociales, las plataformas, la publicidad. Para que podamos orientarnos en este universo en el que estamos ahogados, enterrados por imágenes, creo que el cine tiene una función civilizadora, de ser una reserva crítica de las imágenes que se producen. El cine es una mirada y una mirada nunca es igual a otra. En un momento en el que la imagen está en el centro de los enfrentamientos políticos contemporáneos a nivel global, la función del cine es garantizar que podamos mirar las imágenes de una manera curiosa, crítica y muchas veces desconfiada.