Glorimar Marrero Sánchez: directora y guionista de “La pecera”
“La pecera” es la ópera prima en largo de la cineasta boricua Glorimar Marrero Sánchez. Germinada a partir de un duelo, se trata de un drama íntimo y político que propone una metáfora entre el cuerpo de una mujer enferma y una tierra colonizada.
Noelia sufre un cáncer terminal y decide tomar las riendas de su destino regresando a su pueblo natal en Vieques, una isla puertorriqueña con aguas llenas de vida y toneladas de contaminación militar generada por la marina estadounidense tras realizar maniobras durante seis décadas. Allí se reencuentra con su familia y amigos, quienes siguen luchando contra la contaminación y la colonización. Marrero debuta así en la dirección de largometraje tras realizar varios cortometrajes (“Todavía”, “Biopsia”, “Tokio”); además, participó como artista residente en la Universidad de Chicago y en el Museo de Arte Contemporáneo de Massachusetts, y como artista visitante del Programa de Estudios de América Latina de la Universidad de Princeton.
La boricua Isel Rodríguez protagoniza el reparto en el que también participan Modesto Lacén, Carola García, Georgina Borri, Anamin Santiago, Maximiliano Rivas y Magali Carrasquillo. Se trata de una producción de la puertorriqueña Canina y las españolas Auna Films y Solita Films que cuenta con el apoyo del Programa Ibermedia, el Programa de Cine de Puerto Rico, el ICAA y el Tribeca Film Institute Latin America Fund. En su etapa de desarrollo, el proyecto recibió el Premio Coral de guion inédito en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana y el Premio EAVE en el MAFIZ del Festival de Málaga. Además, la película cuenta además con el apoyo de varias empresas en Puerto Rico, como Zapatero Filmes, PJ Gaffers y The Pimienta Film Co. Su estreno en Puerto Rico está previsto para el segundo semestre, mientras que su distribución en España estará a cargo de Elamedia en 15 salas a partir del 19 de mayo.
Estrenada en enero en la Competencia World Cinema Dramatic de Sundance, y tras su paso por el Festival de Göteborg, "La Pecera" llega ahora a la Sección Oficial del Festival de Málaga de la mano de su agencia de ventas, la estadounidense Visit Films. A pocas semanas del certamen malagueño, LatAm cinema conversó con Marrero Sánchez y con la productora Tristana Robles.
La película se siente como un viaje muy íntimo y personal. ¿Cuánto hay de autobiográfico? ¿De dónde surge la motivación para contar esta historia?
Glorimar Marrero: En 2013 perdí a mi mamá por un cáncer de colón rectal, que es la enfermedad que tiene el personaje principal. En ese momento, yo navegaba en la creación de cortometrajes y ya tenía el anhelo de explorar en una narración un poco más larga. Obviamente, ese cambio de vida que supone la pérdida de la madre me atravesó por completo y decidí que quería trabajar con la enfermedad en un cuerpo femenino, pero no necesariamente un relato biográfico del proceso familiar. Así que me distancié de eso para llevarlo al extremo este de Puerto Rico, donde se ubica Vieques. Ahí descubrí la necesidad que tenía de hablar de la enfermedad, pero también del colonialismo como el espacio donde sucede la historia, y me jugaba como una metáfora del cuerpo colonizado por una enfermedad y el archipiélago de Puerto Rico colonizado. Así, la pérdida se vuelve catalizadora.
¿Cuáles sientes que fueron las incertidumbres que estuvieron más presentes durante el proceso?
G.M.: Las incertidumbres estuvieron siempre presentes y se fueron disipando al nutrirme de un equipo de trabajo fascinante. En la etapa de guion, para mí era una duda muy grande si la combinación de la enfermedad y la colonia no era demasiado para un primer relato y si se iba a entender, porque eran dos cargas. Al abrir el proyecto al feedback a nivel internacional, esas dudas se convertían en hallazgos de que eso sí era posible, de que se podía contar desde ahí y de que era verosímil. En relación al proyecto, fue muy largo el proceso de desarrollo y nos enfrentamos a varios sucesos naturales que fueron retrasándolo, como los dos huracanes y el terremoto que azotaron Puerto Rico, además de la pandemia. Hubo varios momentos de confinamiento en los que me dedicaba a prepararme para el rodaje y a reescribir. Sin embargo, en un momento tuvimos que tomar la decisión de filmar, porque de lo contrario perdíamos unos recursos económicos importantes vinculados a la coproducción , y eso hubiera dejado el proyecto en una posición frágil. En rodaje también tuvimos incertidumbres sobre si iba a ser viable o no grabar en Vieques, y específicamente sobre las escenas subacuáticas, y ahí el trabajo de Tristana Robles y Maite Rivera fue fundamental.
En Sundance me llamó la atención que se referían a la película como cine independiente y nosotros en Puerto Rico le decimos cine nacional, porque para nosotros es muy fuerte hacer cine nuestro, local, de bajo presupuesto.
Con respecto a las devoluciones en los espacios internacionales, ¿ cuáles sientes que fueron fundamentales para la película, tanto para el proceso creativo como para el esquema de producción y coproducción?
G.M.: El apoyo inicial de Ibermedia para desarrollo fue importante porque me permitió trabajar con Xenia Rivery como Script Doctor. Eso fue bien bueno, porque fue un trabajo intenso que nutrió mucho el texto. A la vez, me preparé como directora con cortos, porque antes había escrito pero no había dirigido, y en los talleres internacionales en los que participé con el guion los asesores me decían que debía considerar si dirigir o no, porque era muy personal. Luego, en el foro de coproducción de MAFIZ del Festival de Cine de Málaga, en el que participé con la productora de desarrollo de ese momento, Cami Vandenbunder, conocimos a Amaya Izquierdo de Auna producciones. Ella vio el proyecto, le gustó y se lo presentó a Jose Esteban Alenda de Solita Films. Eso fue fundamental, empezamos el diálogo para el desarrollo de la coproducción que se materializó en Ventana Sur ese mismo año, y luego pudimos presentar a Ibermedia. Con ese respaldo de coproducción, pudimos desarrollar unas alianzas nacionales vitales como con Zapatero Filmes y PJ Gaffers, que fueron fundamentales para poder encaminar el proyecto, porque necesitábamos también apoyos nacionales más allá del grant que el gobierno nos pudiera dar o el crédito que la empresa Canica podía adquirir. Digamos que era como un un barco de gente uniéndose para poder seguir adelante con la obra.
En ese sentido, ¿en qué medida consideras que la coproducción ha ayudado a la película?
G.M.: Hasta ahora la coproducción supone muchísimas cosas, entre ellas la aportación del 20 % del financiamiento total del proyecto con el que entraron talentos y elementos creativos que elevan y nutren la película, por ejemplo la composición musical, la colorización, el montaje, la productora ejecutiva o la diseñadora de sonido. Por otro lado, el proyecto ya tiene un acuerdo de distribución en 15 salas en España, algo muy difícil de conseguir sin coproducción. Pero más allá de eso, hay un aspecto bien importante que es el acompañamiento, el creer en un mismo proyecto y en que dos países de pronto se unen a trabajar y a desarrollar una relación empresarial y una relación vivencial, familiar y de trabajo en común. Eso fue bastante favorable durante todo el proyecto y también ahora en festivales.
¿Cuáles fueron los principales desafíos durante el proceso de rodaje en Vieques y en las escenas subacuáticas?
Tristana Robles: Uno de los principales retos fue armar el equipo. Toda la gente que forma parte de esta película a nivel nacional lo hace por puro amor. En Sundance me llamó la atención que se referían a la película como cine independiente y nosotros en Puerto Rico le decimos cine nacional, porque para nosotros es muy fuerte hacer cine nuestro, local, de bajo presupuesto. Es una forma de reafirmarnos como país ante la colonia, porque en Puerto Rico hay mucho cine de servicios, pero el cine nacional es un acto de amor. Todas las personas que están trabajando lo hacen con una entrega especial, y siempre somos los mismos grupos que vamos de una película a otra. A nivel técnico, nos hubiera encantado filmar en Vieques todo lo que era allí, pero la economía de la película nos hizo elegir. Entonces basamos todo el rodaje en el calendario lunar para filmar la bahía luminiscente, y definimos después qué filmar antes y qué después. Entrar a Vieques también fue un reto logístico, hay poco transporte en horarios limitados, pero queríamos llegar sin impactar negativamente. Allí nos recibieron con los brazos abiertos, más aun cuando escuchaban la historia. Las escenas subacuáticas donde están las bombas tuvimos que hacerlas después, porque costó que los viequenses nos llevaran, habitualmente bajan, monitorean y documentan, pero no era lo mismo que llevarnos porque se sentían responsables. Así que al final hicimos algunas combinaciones, filmamos algunas allí con extras y otras en un muelle en Aguadilla con Isel.
Ya hablando de Puerto Rico, ¿en qué momento consideran que está hoy el cine boricua y el fomento al cine?
T.R.: El cine nacional ha tenido mejores momentos. En un momento tuvimos un fondo de cine nacional que estaba mal diseñado, porque te daban un préstamo y no era un grant. Pero para que exista un desarrollo de la cultura y del cine como industria, el gobierno tiene que invertir dinero hasta que llegue a ser una industria que se desarrolla sola, que el espectador puertorriqueño se acostumbre a ir una sala de cine a ver cine nacional, porque eso es parte de lo que nos pasa, no existe esa costumbre. Pero el gobierno está enfocado en dar créditos contributivos del 40 al 55 % del gasto en Puerto Rico. Esto le sirve a una empresa que viene de fuera, pero los contribuyentes están pagando un 40% de una película extranjera de la que, para colmo, no somos coproductores ni ganamos de su taquilla. Así que seguimos desarrollando un cine de servicios, pero no industria, porque el día que no haya créditos contributivos las películas van a dejar de venir. El cine nacional puede solicitar estos créditos, pero para poder hacer la película tienes que tener el dinero, porque el crédito viene después de una auditoría. Es un sistema diseñado para el cine de afuera. A final de año se anunció que iban a subir los créditos contributivos de 38 a 100 millones, y en una colonia donde no tenemos educación gratuita de calidad, donde la salud, la seguridad, las calles están en deterioro, estamos dando 100 millones a cine extranjero. Y tenemos otro escollo más, porque no se ha pagado la cuota de suscripción a Ibermedia.
G.M.: El financiamiento siempre es una de las crisis principales de la realización nacional en Puerto Rico. La evolución de la que habla Tristana es bien importante, porque lo que era el fondo cinematográfico original, si bien eran préstamos, concedía cantidades mayores a las subvenciones que se están concediendo ahora. Por ejemplo, en nuestro caso, “La pecera” recibió una ayuda de 250.000 dólares, de la que te adelantan el 50 %. Pero ese otro 50 % lo tienes que financiar porque te lo dan al final de la auditoría, con lo cual la producción asume un riesgo de financiamiento y de intereses, porque todo financiamiento tiene unos intereses que pagar. Ahora se cambió a una nueva ley de incentivos, que combina todos los créditos del país, y un realizador nacional tiene derecho a solicitar 125 mil dólares, un pedazo muy justo y pequeño para lo que conlleva, porque los costos de producción en Puerto Rico son un 20, 30 % más caros que en la región. Y en relación a Ibermedia, ahora mismo estamos fuera porque no se ha pagado la cuota. Esta semana abrió la convocatoria y Puerto Rico no puede someter proyectos. En diciembre teníamos “Receta no incluida y “Perfume de Gardenia” en cartelera, dos obras de directoras puertorriqueñas, y en ambas tienen Ibermedia, lo que demuestra que estamos usando este fondo de manera activa.