Gonzalo Tobal, director de “Villegas”

Tras lograr muy buena repercusión con sus cortometrajes “Ahora todos parecen contentos” (2007) y “Cynthia todavía tiene las llaves” (2010) –ambos exhibidos en Cannes-, Gonzalo Tobal regresa a la Croisette con su primer largometraje, “Villegas”, que protagoniza una de las Sesiones especiales de este año.

“Villegas” narra la historia de un viaje y un reencuentro, en el sentido más amplio de la palabra. Dos primos –interpretados por dos indispensables del cine argentino de perfil indie, Esteban Lamothe (“El estudiante”) y Esteban Bigliardi (“Un mundo misterioso”)- se ven forzados a viajar juntos a su pueblo natal por la muerte de su abuelo; el tiempo los ha distanciado, y su presente no podría ser más diferente. A medida que los kilómetros avanzan, la distancia entre ellos se achica, y el retorno a su lugar de origen les impone reflexionar sobre sus vidas y los caminos que tomaron.

El film se exhibe en calidad de estreno internacional, ya que su premiere mundial tuvo lugar en la 14 edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), donde formó parte de la Selección Oficial Argentina, obteniendo el Premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina y una mención especial en el premio Feisal.

Tobal habló con LatAm Cinema sobre esta producción de las argentinas Rei Cine (Argentina), PBK Cine y Tresmilmundos Cine, realizada en coproducción con Ciné-Sud Promotion (Francia) y NFI Productions (Holanda), que tiene a Urban Distribution International a cargo de sus ventas internacionales.

¿Cuál es el origen de “Villegas”?
Yo venía con varias cosas dando vueltas en la cabeza. Por un lado, la idea de dos personajes de alrededor de 30 años que fueron muy cercanos hasta hace algunos años, cuando la vida y las decisiones que cada uno tomó los fueron separando. Uno siguió el camino que “se esperaba de él”, y se siente hoy más o menos feliz con eso, aún cuando a veces le cueste caro sostener ese rol; el otro, habiendo querido buscar un camino alternativo, rebelarse de algún modo contra la herencia o el mandato familiar, se encuentra hoy bastante perdido y se descarga contra aquel como si tuviera la culpa. Por otro lado, hace algunos años había conocido por azar General Villegas a través de un amigo, Nacho Rodríguez, quién sería luego el músico de “Villegas”. Fue para mí la posibilidad de descubrir el universo del campo productivo, un mundo nuevo, muy próximo y oculto a la vez, que el cine argentino nunca me había mostrado. Un tiempo después, mientras estaba en París, falleció mi abuelo en Buenos Aires. No pude volver y entonces apareció la idea del viaje para un entierro de un ser cercano. Pensé en todo lo que podía pasar en ese espacio/tiempo que se impone en un momento tan especial en el que uno está tan afectado. Ahí surgió la idea estructural de la película, sobre la cual volqué todo lo otro y fue el germen a partir del cual empezó a crecer el guión.

¿Qué es lo que narra “Villegas” y cuál es su propuesta?
“Villegas” es un viaje de tres días en el que dos primos vuelven a su pueblo natal para el entierro del abuelo. El reencuentro con el otro y con las imágenes y situaciones que atraviesan los lleva a un estado de gran movilización interna, en el que los dos acaban cuestionándose su situación actual en la vida. Mi intención fue concentrarme en capturar estos estados internos de los personajes para convertir la película en un viaje emocional y de algún modo existencial, buscando la intensidad cinematográfica tanto en el trabajo con los actores como en la manera de filmar cada situación. Es difícil definir, pero me arriesgo a decir que es una película sobre lo inevitable del crecimiento, sobre la fuerza de las raíces de uno y la manera que cada uno encuentra de lidiar con eso.

El proyecto tuvo un largo desarrollo, ¿cómo fue la estructura de producción para concretar su realización?
Junto a los productores (Rei Cine y Tresmilmundos Cine) trabajamos durante casi tres años en los que fuimos consiguiendo apoyos económicos tanto en Argentina como a nivel internacional. En Argentina logramos el apoyo del INCAA y de la Municipalidad de General Villegas, e internacionalmente el del Hubert Bals Fund primero para desarrollo y luego para co-producción. A partir de estos apoyos pudimos conseguir algunos más pequeños que terminaron de completar la financiación. En paralelo, este largo tiempo de desarrollo me dio tiempo a mí para trabajar mucho sobre el guión y la investigación de todos los elementos que componen la película, casi que me forzó a hacerlo. Realicé más de 10 viajes de scouting a Villegas y trabajamos con los actores de distintas maneras a lo largo de casi dos años. Creo que esta interacción entre el trabajo de escritura y el trabajo con los actores y los espacios fue muy importante para la construcción del film. Había ganado buena exposición con mis últimos 2 cortos -“Ahora todos parecen contentos” y “Cynthia todavía tiene las llaves”- y eso desde ya que ayuda. Me permitía pensar en conseguir apoyos para mi primer largo, hacerlo con una estructura un poco más grande. El desafío era capitalizar ese buen impulso para poder hacer la película que yo quisiera en términos artísticos, que ese crecimiento no implicase una concesión o una pérdida de libertad. Y estoy muy contento porque pude lograr eso.

¿Cómo dialoga este primer largo con tus cortos?
Creo que “Villegas” condensa muchas de las cuestiones que aparecían en los cortos, y se puede relacionar con distintos aspectos de cada uno. La cuestión del crecimiento y la relación con la imagen del padre estaba en “Cerrar la tapa”, mi primer corto. Lo familiar y la muerte del abuelo estaban ya presentes en “Álbum familiar en 4 entregas”. En “Ahora todos parecen contentos” aparece la road movie, y una estructura similar a la de “Villegas” en cuanto a que la primera parte es un viaje en la ruta y luego se llega a un lugar y la película se sigue desarrollando ahí. Con “Cynthia todavía tiene las llaves” veo una relación en cuanto a la importancia de la palabra y a la manera de filmar, con una puesta de cámara cuidadosa pero que a la vez favorezca en la duración el desarrollo de la intensidad actoral. A su vez, en todos hay protagonistas que tienen contradicciones fuertes y manejan una gran intensidad interior.

Previamente participaste en Cannes con dos cortos. Con esa experiencia previa, ¿qué esperas de tu paso por Cannes con tu primer largo?
Lo de Cannes es buenísimo por las posibilidades que abre para las películas. Es un poco como jugar en la selección: te ve todo el mundo. Mi deseo es que “Villegas” pueda verse en la mayor cantidad de pantallas posibles, tanto en Argentina -no sólo en Buenos Aires sino también en el interior del país- como en el exterior. Ya a partir de BAFICI surgieron algunas buenas oportunidades, y seguramente la selección en Cannes va a ayudar mucho en este sentido. Ahí va gente de todo el mundo buscando películas así que ojalá nos abra puertas a muchos festivales y a distribución en otros países.

Este año también estás en Cannes como productor del corto “Yeguas y cotorras”, ¿te propones producir para terceros o es un hecho particular este?
Es un hecho particular pero fue una experiencia muy buena. Participé como productor y como editor, que son dos campos que me gustan mucho también. Son todas formas de hacer cine y se aprende mucho ocupando otros roles y trabajando para otros. Si surgen proyectos que me interesan y se puede dar la oportunidad, bienvenido sea.

Cynthia García Calvo

“Es difícil definir, pero me arriesgo a decir que es una película sobre lo inevitable del crecimiento, sobre la fuerza de las raíces de uno y la manera que cada uno encuentra de lidiar con eso”.