Jorge Sánchez, nuevo director del Instituto Mexicano de Cinematografía - IMCINE
Coincidiendo con el inicio de un nuevo sexenio político, el presidente mexicano nombró a Jorge Sánchez como nuevo director del del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) el pasado mes de enero. Con una amplia carrera a sus espaldas, este veracruzano de 63 años ha sido productor de una veintena de películas y documentales, entre los que se incluyen obras de Arturo Ripstein, María Novaro, Paul Leduc y Guillermo del Toro. Del 2006 al 2010 estuvo al frente del Festival de Cine en Guadalajara para luego fundar La Casa del Cine, una plataforma de exhibición y formación cinematográfica situada en pleno corazón de la capital mexicana. Meses antes de su nombramiento como director del IMCINE, tuvo un fugaz pasaje como presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Según Sánchez, todas estas experiencias han significado “una buena zambullida en la comunidad cinematográfica mexicana” y serán clave para afrontar los desafíos al frente de la principal autoridad cinematográfica en México. En una de sus primeras entrevistas concedidas a un medio internacional, el nuevo director del IMCINE dialogó con LatAm cinema sobre su visión de la industria y el papel del instituto en los próximos años.
¿Cuál es la situación del cine mexicano a su llegada al IMCINE?
Tenemos previsto hacer un diagnóstico con especialistas mexicano y extranjeros para tener la radiografía más precisa del país, del cine nacional y, sobre todo, para tener visiones de futuro. Afortunadamente Marina Stavenhagen deja un instituto en orden, con cuentas claras, pero no hay que olvidar que en este país la última reforma y adiciones a la ley de cine se hicieron en el año 98. Estamos en 2013, es decir, un período de 15 en el que aparece, con enorme estruendo, el digital. Entonces habría que multiplicar esos 15 años por lo menos como por tres, ¿no? Es evidente que estamos a una distancia muy grande de la realidad en términos de lo que se está produciendo y se está consumiendo.
Al mismo tiempo, hay un avance muy claro en el terreno de la producción. Se están produciendo más de 70 películas al año; esto no es exclusivo de México, forma parte de un fenómeno mundial por el acceso a las nuevas tecnologías, por el interés de los gobiernos, pero estamos muy alejados del público, y eso es lo que más preocupa, porque a fin de cuentas se trata de un modelo de cine subsidiado y no debe darnos pena decirlo ya que así operan las cinematografías nacionales de muchos países que se precian de tener un cine nacional. Pero, ¿quiénes son los que están financiando este modelo con sus impuestos y con incentivos fiscales? El ciudadano de a pie, y no me parece justo que ese bien cultural no regrese a él y tampoco me parece justo que el cineasta siga navegando en las ideas de un supuesto público con el que no se confronta. Entonces digamos que esta es mi mayor preocupación o lo que veo más crítico en ese diagnóstico, entre comillas, del cine mexicano
La cuota de mercado del cine mexicano no supera el 7%. ¿Qué se debe hacer para que el cine mexicano vuelva a conectar con el gran público?
El cine nacional está viviendo un fenómeno de pluralidad y diversidad que no se presentaba desde hacía décadas. Estoy convencido de que hay que reforzar esa diversidad y pluralidad y, en términos de búsqueda de contacto con el espectador, recuperar el gusto por el cine mexicano. Por una parte, hay que hacer una alianza con el sector educativo para conseguir que niños y jóvenes se interesen en el cine mexicano. Nosotros tenemos unos héroes maravillosos, desde las películas de El Santo de los años 70, al Tin Tan y el Cantiflas de los años 40 y 50. Es más, si te remites al cine mudo tienes una película maravillosa como “El automóvil gris”, ya entonces estábamos pensando en policías y ladrones con una narrativa excelente.
Por otro lado, creo que hay que abrir un dialogo muy claro –por mi parte será lo más franco posible- con distribuidores y exhibidores. En este país existen dos grandes cadenas exhibidoras que tienen más del 90% de las salas. Son emprendedores importantes, hombres de negocios inteligentes, pero creo que se ha generado un diálogo muy ríspido entre los distribuidores y exhibidores, por un lado, y los productores. Ese dialogo debe aligerarse y juntos deben buscar medidas para garantizar la presencia de cine mexicano en salas comerciales.
Por último, hay una labor importante de Cineteca Nacional en términos de creación de cinetecas regionales con salas de magnífica calidad que deben también, desde mi punto de vista, propiciar un espacio para el cine mexicano
Entonces, la difusión sigue siendo el gran desafío…
En México hubo una inyección muy grande de recursos hacia la producción, pero ahora que hemos aprendido a producir más, el gran desafío es: ¿cómo aprendemos a difundir más? Creo que los festivales deben ser plataformas de lanzamiento a nivel internacional, lógicamente, pero también, y sobre todo, a nivel doméstico. Yo respeto mucho la prensa nacional, pero veo el poco espacio que se le da a la participación de las películas mexicanas a nivel internacional. Te nombro simplemente “Post Tenebras Lux” de Reygadas o “No” de Larraín, que es coproducción mexicana, como ejemplo de que nos hace falta autoestima. Este país ha estado muy golpeado en los últimos años por el fenómeno de la violencia y el narcotráfico, y perdón si parece que me salgo del tema. Necesitamos recuperar autoestima y el cine puede ser muy importante para eso.
Los canales de televisión suelen tener un papel importante en la formación del público. ¿De qué forma tiene previsto integrarlos a su gestión?
Vamos a buscar el diálogo con los canales públicos y privados, pero mis mayores expectativas están en la televisión pública. En este país hay 22 canales públicos, pero todavía estamos tratando de entender qué es la televisión pública, porque lo más frecuente es que se confunda con televisión gubernamental. En México hay cuatro experiencias muy importantes de televisión pública: canal Once, del Instituto Politécnico Nacional, que es la más antigua; canal 22, de CONACULTA, y TV UNAM, que tiene un despegue sensacional. Por último, hay una iniciativa nueva, OPMA, que es un productor y emisor de contenidos digitales cuya huella alcanza el 62% del territorio nacional. Es un canal de reciente creación, y es un carrier de las señales de televisión pública. En este momento tiene cuatro señales, entre ellas Once, TVUnam y Canal 22, que son difundidas digitalmente a través de la OPMA.
Las coproducciones mexicanas han crecido significativamente en los últimos años alcanzando cerca del 20% de la producción nacional. ¿Hay interés de estimular aún más la coproducción con otros países más allá de Ibermedia?
Es una pena que el cine mexicano no extienda sus coproducciones más allá de Ibermedia. Ibermedia es un programa fundamental y nos interesa, pero sería interesante buscar otras vías posibles de coproducciones con países con cinematografías ricas como Colombia, Costa Rica, Uruguay, Perú. Sin embargo, me preocupa la poca inquietud que existe en este sentido. Afortunadamente, hay productores que sí lo están intentando, pero no creo que exista una actitud generalizada. En los últimos 6 o 7 años ha habido una inversión importante de recursos públicos en el cine mexicano, ya sea a través de fondos o, principalmente, estímulos fiscales, lo que conocemos como el artículo 226, y quizá esto ha hecho que el productor se acomode, busque esa zona de confort y no tome el riesgo de enfrentarse a situaciones inéditas, pero te aseguro que lo vamos a propiciar, no como línea política u obligación ni muchos menos, pero me parece indispensable. Precisamos crecer, y crecer también es enfrentar desafíos y conocer el mundo.
¿Cuál será el papel que juegen las nuevas tecnologías en su gestión?
Es evidente que la mesa de dialogo con distribuidores y exhibidores sobre la distribución comercial es un aspecto fundamental y no hay que abandonarla, pero las posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías para la difusión son enormes, especialmente en un país como México, con políticas públicas destinadas a impulsar la educación y la participación digital de los ciudadanos. Y es ahí donde debemos ubicarnos, y también en los organismos de la sociedad civil: cineclubes, asociaciones específicas por género y en los propios festivales cinematográficos. En México tenemos casi 100 festivales, de los cuales unos 10 o 12 tienen vocación de ir hacia el público. Hay fenómenos como el festival Ambulante, que el año pasado llegó a los 100 mil espectadores y este año va a estar en once Estados del país. Es un fenómeno que me parece verdaderamente excepcional, porque hay que aliarse con la sociedad. Las instituciones como el IMCINE no tienen ningún sentido si no están al lado de la sociedad, en constante reflexión sobre su sentido de servicio público.