José María Cabral, director de “Carpinteros”
El 4 de mayo se estrena en 15 salas de República Dominicana “Carpinteros”, sexto largometraje del joven guionista, director, productor y montajista dominicano José María Cabral. El filme -que ya suma cinco premios en festivales internacionales- cuenta la historia de Julián (Jean Jean) y Yanelly (Judith Rodríguez), dos presos que se enamoran por medio de un lenguaje de señas que les permite comunicarse a pesar de la separación por géneros en la cárcel. LatAm cinema habló con Cabral sobre su proceso creativo, las dificultades que se presentaron al filmar en una cárcel y la actualidad del cine dominicano.
¿Cómo surgió “Carpinteros”?
Un amigo que trabajaba en la cárcel me dijo: “Mira, mucha gente no viene a clase porque se la pasa hablando de una ventana hacia otra. Tú tienes que ver esto”. Entonces a la semana fui y pude ver que se comunican a través de un lenguaje de señas entre el lado de hombres y de mujeres, vi que realmente se enamoran sin haberse tocado, y dije “Wow, además de que esto es súper cinematográfico, es algo diferente a lo que yo pensaba que era una cárcel”, y me imagino que mucha gente al igual que yo piensa en “cárcel” y piensa en violencia, en criminales. Pero al ver también el lado humano, la necesidad de enamorarse, las ganas de conquistar a una chica, dije “¿Qué diferencia hay entre ellos y yo? ¿Qué diferencia hay entre eso y enamorarse por Facebook?”. No hay, es lo mismo: no te toco pero hablo contigo, y comparto contigo, y hay persona que mantienen hasta 5 años una relación de esta forma.
¿Cómo fue posible la producción de esta película y cómo ves el cine de tu país?
Con mi película anterior (“Detective Willy”) armé mi propia productora, Tabula Rasa Films, y gracias a la Ley de Cine se financió la película. El cine de República Dominicana está creciendo mucho. Ha sido un proceso largo. En realidad no puedo decir “largo”, porque estas cosas llevan tiempo. Largo sería si lleváramos 30 años parados, pero la Ley de Cine tiene seis años y se están viendo muchos proyectos: el documental “Jeffrey” de Yanillys Pérez, la nueva película de Laura Amelia Guzmán que se llama “Sambá” y se estrena en Tribeca, “Caribbean Fantasy” de Johanne Gomez Terrero, que ganó un premio en el Festival de La Habana… de repente está creciendo una nueva ola interesantísima. Y eso ha sido producto de una Ley de Cine que ya está dando frutos, y es muy interesante descubrir lo que van a traer los próximos años.
¿Cómo se forma esta nueva ola de cineastas? ¿Tú estudiaste en República Dominicana?
Yo estudié en Nueva York, pero actualmente se está incentivando lo académico como parte de un crecimiento general. Quizá no tengamos la mejor escuela en el momento, pero sí tenemos la mejor intención, que eventualmente con mucha disciplina, esfuerzo y dedicación pueda crear la mejor escuela. Esto es parte de esa industria que está creciendo: la industria no es solamente hacer cine sino crear escuelas, críticos, crear audiencias, toda esa gente que está empezando a entender el proceso de lo que es el cine.
¿Qué características distinguen al cine dominicano?
Yo creo que está en desarrollo, que se está creando una identidad y sería muy apresurado poder identificarlo. Creo que dentro de cinco años vamos a poder mirar hacia atrás y decir decir: “Ok, esta es la peculiaridad del cine dominicano”. Ahora mismo decirlo sería una locura de mi parte.
La Ley de Cine de República Dominicana tiene seis años y se están viendo muchos proyectos. De repente está creciendo una nueva ola interesantísima y eso ha sido producto de una Ley que ya está dando frutos, y es muy interesante descubrir lo que van a traer los próximos años.
Si bien has contado con varios apoyos y tienes mucha experiencia, filmar en una cárcel no debe haber sido fácil. ¿Qué problemas se te presentaron durante el rodaje?
Un millón. Rodar en una cárcel es súper complicado, en primero lugar porque el sonido es terrible. Es una cárcel superpoblada entonces era imposible controlar el sonido y a los extras. Nos pasó también que teníamos algún interno que a su vez era actor de la película, entonces a veces lo tenía un día, pero en la noche se peleaba con alguien y al día siguiente estaba trancado y no lo dejaban rodar. Llegaban y me decían: “Él ayer hizo algo de gravedad”. Entonces yo decía “Espérate, espérate, tienes que sacarlo para la película”.
¿Y lograbas que los sacaran?
Sí, y trataba también de buscar la manera de hablar con ellos, de decirles “mira, yo te saqué para esto pero ¿qué hiciste ayer?”, como buscándole la vuelta, pero en fin, mi idea nunca fue ir ahí a cambiar a nadie. Tampoco era juzgar a nadie: allí fui por un lado en un rol de amigo, porque me hice amigo de muchos, y en segundo lugar con el fin de hacer la película. Otro obstáculo que tuvimos fue que un par de momentos se descontrolaron. En la escena en la que el actor entra a la cárcel le dan unos golpecitos en principio amistosos en la cabeza, pero empiezan a ponerse más intenso y le empiezan a dar más y más, hasta que se fue todo de control y tuvo que meterse la policía a separarlos y tuvimos un momento de tensión. Y así como esa hubo otras cositas, pero la verdad es que tuvimos un buen apoyo y eso se lo debo a ellos, que nos dieron la oportunidad de hacer este trabajo tan interesante.
¿Cuál ha sido el recorrido de la película y qué sucederá a futuro?
Estrenamos en Sundance en enero, estuvimos en Miami y Panamá en marzo, ganamos tres premios en Guadalajara, el de Mejor Director en el Havana Film Festival de Nueva York y el Prix CCAS en Toulouse. Ahora vienen los festivales En Lefko (Atenas), Off Camera (Polonia) y “Valleta” (Malta). El 4 de mayo se estrena en República Domicana, distribuida por Grupo Coral, y luego a dedicarme a mi próximo proyecto, que es un drama. Es un roadtrip por la República Dominicana basado en hechos reales que filmaré entre septiembre y octubre de este año.