Juan Antonio Vigar, director del Festival de Málaga
Desde 2013, Juan Antonio Vigar dirige el Festival de Málaga, el certamen de referencia internacional del cine iberoamericano que este año alcanza su 28 edición. Aun así, no deja de crecer, especialmente en los últimos años gracias a una oportuna inyección de fondos europeos.
Las habituales secciones oficiales (la competitiva y la no competitiva) incluyen 43 títulos, seis más que el año pasado, tres por sección. El espacio de industria, MAFIZ, también ensancha sus inquietudes: a las clásicas secciones de WIPs, el foro de coproducción MAFF, el Spanish Screenings Content o el Hack Mafiz Málaga entre otros pilares de este ecosistema de industria audiovisual, este año se añaden nuevos focos y áreas como el de la Villa del Mar, punto de encuentro de profesionales del sector, marcas y startups diversas y el público general.
De los 22 títulos a competición, 15 están liderados por productoras españolas - incluyendo tres con participación minoritaria latinoamericana - y siete por compañías latinoamericanas. LatAm cinema conversó con Juan Antonio Vigar de este moderno ecosistema malagueño en el que convergen los sueños y las industrias de Latinoamérica y España.
El festival no deja de crecer y también las secciones del festival. ¿No son muchos títulos?
¿Son muchas? ¿Desde qué punto de vista? Según para quien. Desde el punto de vista del público, probablemente sean pocas todavía. Y desde el punto de vista de la producción... pues seguramente serán suficientes o aún cabrían más títulos. Quizá pueda resultar excesivo para los medios de comunicación, que se ven obligados a realizar una cobertura muy amplia. Pero yo tengo que mirar también por el equilibrio global.
También están los vendedores que tienen que luchar en muchos frentes con tantas películas y con el reciente mercado de Berlín...
A mí me dicen algunos vendedores que empiezan sus negociaciones en Berlín, pero que terminan sus ventas en Málaga. Esto es algo muy interesante a tener en cuenta. Málaga tiene una capacidad muy grande para que se desarrolle el networking. Puedes tener más sosiego y un entorno muy amable para sentarte más tranquilamente a hablar con los posibles compradores. La ciudad permite que el encuentro sea más fácil, más fluido.
Lo cierto es que cada vez se producen más películas mientras que los presupuestos medios disminuyen.
La producción cinematográfica es abundante, como lo demuestra la selección de 15 películas españolas entre cerca de 200 visionadas. Sin embargo, muchas de estas películas enfrentan una difícil vida comercial e incluso no llegan a las salas de cine. Sería conveniente regular la producción para que se ajuste a la capacidad de asimilación del mercado actual. La democratización del audiovisual y la tecnología digital han facilitado la creación de proyectos sin estructuras industriales, impulsados más por la vocación de sus creadores que por una lógica comercial. Esto debe ser respetado y considerado, especialmente en el ámbito de los festivales, aunque sería necesario hacer algunos ajustes en el proceso.
Además, como contracara de la inflación de la producción, los presupuestos medios van a la baja y, por tanto, las películas más comerciales y con ambiciones internacionales también están limitadas, ¿no cree?
Sí, es una apreciación correcta. Hoy por hoy, lo que no tiene sentido es ir a lo cuantitativo. Tiene más sentido ir a lo cualitativo o a buscar un justo equilibrio entre una cosa y la otra, porque si no, al final estamos generando una estructura sin cimientos sólidos cuya cadena de valores puede romperse por algún lugar, y básicamente va a ser por la posibilidad del estreno de esas películas. Hace poco estuve en unos premios en los que la directora de la película ganadora, que era también la productora, confesaba al público que venía a presentar una película fantasma que no se podía ver en ningún lugar. “El que quiera ver la película que me mande un mail y yo le enviaré un enlace”, dijo.
“En un contexto de sobreproducción, los festivales también cumplen la función de filtrar y destacar lo mejor de lo que se está creando”.
El año pasado se subrayó la presencia de comedias, ¿qué tendencias ve en las selecciones de este año?
Este año trae películas con un mayor compromiso, abordando el posicionamiento de la mujer en la sociedad y la identidad de quienes buscan definirse en un mundo en transformación. Paralelamente, hay historias centradas en búsquedas personales, ya sea individuales o familiares, con un fuerte componente social y el retrato de colectivos específicos. En el fondo, la relación entre las personas es un hilo conductor, reflejando la necesidad de generosidad en una sociedad cada vez más egoísta. Tanto desde la perspectiva social como de género, muchas películas exploran la necesidad de encontrar un lugar en un mundo donde muchos se sienten desorientados.
Este año se alcanza un hito: el número de mujeres directoras en la sección oficial alcanza el 60%. ¿Cómo se ha conseguido?
Tengo que ser honesto y te diré que ha sido sin pretensiones previas. Hemos ido viendo películas y hemos ido considerándolas para competición. Cuando hemos llegado casi al final del proceso de selección, nos hemos dado cuenta de que, de modo natural, las películas que más nos han interesado han sido películas dirigidas por mujeres, no necesariamente primera obra, pero sí dirigidas por mujeres, y eso ha hecho que este año tengamos un 60% de películas dirigidas por mujeres. Ahora, no sé si este porcentaje se mantendrá en años sucesivos, pero sí está claro que supone un efecto “llamada”, un efecto de invitar a las a las directoras a llevar a cabo sus proyectos.
¿Y el porcentaje de productoras?
Pues ha estado en consonancia. De las 22 películas en la sección oficial competitiva, 13 cuentan con mujeres entre sus productores principales.
Vayamos a un tema difícil. ¿Qué se podría hacer para aumentar la circulación de películas latinoamericanas en España y viceversa?
Es un tema complejo, dado el reto que representan las estructuras de exhibición y distribución en España. Sin embargo, el primer paso es dar visibilidad a estas películas y ahí es donde festivales como el de Málaga juegan un papel clave como escaparates para el talento, especialmente el proveniente de América Latina. Desde el festival, se trabaja activamente en su promoción y difusión.
Además, es fundamental fortalecer las estructuras industriales para facilitar la llegada del cine latinoamericano a las pantallas europeas a través de la cadena de valor. Iniciativas como el MAFF y los WIPs en Málaga permiten que proyectos con socios europeos encuentren su camino hacia el público del continente. Este es un proceso en construcción que requiere seguir desarrollando canales efectivos. En este sentido, los festivales que apoyan el cine iberoamericano están trabajando en la creación de estructuras de distribución propias con el objetivo de que los festivales se conviertan en plataformas activas para la distribución en España y Europa.
Lo que sí parece tener una realidad consolidada son las coproducciones...
Las coproducciones fueron clave en la decisión del Festival de Málaga de abrirse al ámbito iberoamericano en 2017, reconociendo un diálogo ya consolidado entre productores a ambos lados del Atlántico. Desde entonces, han representado el 9% de las películas presentadas, con 255 coproducciones de 54 países, incluidos lugares tan diversos como Camerún, Sudáfrica, Túnez y Vietnam.
Este año, “El ladrón de perros” de Vinko Tomičić ejemplifica esta colaboración al reunir a Bolivia, Chile, México, Ecuador, Francia e Italia. Las coproducciones no solo son una realidad, sino una necesidad para garantizar presupuestos competitivos. En este sentido, el MAFF sigue siendo un foro clave a la hora de atraer fondos europeos para impulsar el cine iberoamericano.
El festival de Málaga se ha consolidado como punto de encuentro entre Latinoamérica y España. ¿Cuál es su papel concreto en estos momentos en los que los streamers lo están cambiando todo?
El papel de los festivales es cada vez más relevante. No solo prescriben y promocionan un cine de calidad, sino que también intervienen en toda la cadena de valor del audiovisual. Un festival que solo exhibe películas es valioso, pero el futuro del Festival de Málaga va más allá. Por ello cuenta con un área de Industria que acompaña los proyectos desde el laboratorio hasta los work in progress, la exhibición y la venta internacional, garantizando que las películas lleguen a su público.
La singularidad del festival radica en su diversidad: ofrece una visión amplia del audiovisual sin encasillarse en un género concreto. Acoge comedia, drama, cine social, directores consagrados y talentos emergentes. Además, está atento a la evolución del sector, como demuestra Hack, su convocatoria para creadores digitales, que este año ha recibido casi 12 mil participantes. Estas iniciativas permiten entender hacia dónde avanza la industria y ayudan a consolidar un ecosistema más orgánico. Los festivales son espacios clave para difusión, promoción, coproducción, internacionalización y conexión con nuevos públicos. En un contexto de sobreproducción, también cumplen la función de filtrar y destacar lo mejor de lo que se está creando.