Las productoras: Georgina Baisch y Cecilia “Sazy” Salim de Murillo Cine
Fundada hace diez años en Buenos Aires, Murillo Cine es una productora dirigida por Georgina Baisch y Cecilia “Sazy” Salim que apuesta por películas autorales, tanto ficción como documental, y busca acompañarlas desde la etapa de desarrollo.
Desde su creación, Murillo ha producido una decena de películas, varias de ellas en coproducción con otros territorios y en roles tanto mayoritarios como minoritarios. Entre las obras en las que han sido socios mayoritarios destacan “La botera” de Sabrina Blanco (en coproducción con Brasil), “Ese fin de semana” de Mara Pescio (en coproducción con Brasil), “Jesús López” de Maximiliano Schonfeld (en coproducción con Francia) y “Ceniza negra” de Sofía Quirós (en coproducción con Costa Rica Chile y Francia).
Entre los filmes en los que han tenido participación minoritaria figuran “Chaco” de Dego Mondaca (coproducción con Bolivia), “El empleado y el patrón” de Manuel Nieto Zas (coproducción con Uruguay, Argentina, Brasil y Francia), “Continente” de Davi Pretto (coproducción con Brasil y Francia) y “Quizás es cierto lo que dicen de nosotras” de Sofía Paloma Gómez y Camilo Becerra (coproducido con Chile y España), una coproducción con Chile que se presentó en la última edición del Festival de San Sebastián, donde Baisch y Salim participaron también en el Foro de Coproducción Europa-América Latina con “Animales del desierto” de Santiago Loza.
LatAm cinema conversó con Georgina Baisch y Sazy Salim sobre sus próximos proyectos, sus perspectivas sobre su trabajo de productoras y las dificultades para llevarlo adelante en la Argentina gobernada por Milei.
Están con “Animales del desierto” en el Foro, ¿qué pueden contar del proyecto y en qué otros están trabajando desde Murillo Cine?
Cecilia “Sazy” Salim: “Animales del desierto”, la nueva película de Santiago Loza, tiene coproducción con Vulcana Cinema de Brasil y Montelona de Uruguay. Este es el primer espacio en el que estamos participando. En este momento, estamos pensando en volver a la reescritura para replantear las posibilidades de conseguir un coproductor europeo fuerte que acompañe el proyecto con la idea de trabajar también con actores extranjeros y que una parte del rodaje pueda ser fuera de Buenos Aires.
Georgina Baisch: También tenemos el proyecto de ópera prima de Michelle Gualda, “Mi amiga de Rikudim”, una directora con experiencia en cortometraje y videoclips de artistas de Latinoamérica. Estamos en un desarrollo avanzado con un guion sólido y aplicando a todos los fondos de desarrollo posibles para darle solidez y posibilidades de cara a los fondos de producción. Estamos con el problema del INCAA, que es de conocimiento público, y sin la financiación local confirmada se hace muy difícil hacer el recorrido de búsqueda de socios. Esta es un poco la forma en que a nosotras nos gusta trabajar: acompañar a directores y guionistas en el desarrollo del proyecto, que tengan guiones sólidos y competitivos para que puedan encontrar un lugar para producir y competir en los fondos internacionales.
C.S.: Otro proyecto que es un verdadero desafío es la producción general de “Madre Pájaro” de la directora argentina-costarricense Sofía Quirós, que estamos llevando adelante con Mariana Murillo de Sputnik Films y cuya filmación está prevista para el año próximo. Tenemos muchos coproductores, casi como si fuera la ONU, y eso es un desafío, porque Argentina no es una pieza clave ni fuerte, no financieramente - más allá de tener Ibermedia -, pero sí es lo es en un esquema creativo, porque Sofía es argentina y también está Valeria Racciopi con el montaje. A partir de ahí estamos viendo cómo acompañar el proyecto, pensar las mejores formas de colaborar y coproducir, no solo con Europa, sino también con Latinoamérica, y un poco estamos repitiendo la misma experiencia y la misma alianza: Mariana de Sputnik, con la que estamos trabajando juntas por segunda vez, Samuel de Promenade, Vulcana Cinema, con la que ya hemos trabajado en otros proyectos, los chicos de El Viaje, Elisa Pirir de Noruega...
¿Cuáles son los principales desafíos de la coproducción?
C.S.: La coproducción es clave cuando filmas en países tan frágiles como los nuestros en sus posibilidades financieras, pero a la vez tan vitales a la hora de entender y acompañar el proyecto. Cada proyecto es diferente. En el caso de “Madre Pájaro” de Quirós hay que mantener la idiosincrasia costarricense, es decir, no puede haber elenco que no sea costarricense, y eso también fue difícil de negociar con los coproductores minoritarios, en términos de cuáles van a ser sus aportes. En cambio, la película de Santiago Loza es todo lo contrario, es una historia mucho más globalizada. El desafío es pensar cómo podemos acompañar de la mejor manera posible, no solo desde lo creativo en la historia, sino también desde lo creativo en términos de esquemas y posibilidades financieras, sobre todo cuando existan limitaciones en este sentido, como sucede con Costa Rica, con Argentina, pensar alternativas y esquemas de producción diferentes.
G.B.: No perder la calidad y autenticidad de los proyectos, y que la coproducción termine estando por arriba de de la película y quizá termine destruyéndola, ¿no? Es todo un desafío, porque los fondos ponen sus reglas y hay que ser muy creativos para que puedan funcionar con los distintos proyectos. Pero bueno, creo que también hay que hacer un análisis de la película que estás desarrollando y, en función de eso, ver con quién te asocias. Aunque por lo general es un placer volver a trabajar con los mismos coproductores, lo cierto es que a veces los proyectos te piden nuevos socios y nosotras estamos abiertas a ver cómo hacer con cada película.
C.S.: Y poner por delante la necesidad de lo que quieren los directores, ¿no? Nosotras trabajamos y acompañamos de forma muy cuidadosa los proyectos, y también hay que tener en cuenta lo que pide el proyecto y lo que piden los directores y las historias.
“La coproducción es clave cuando filmas en países tan frágiles como los nuestros en sus posibilidades financieras, pero a la vez tan vitales a la hora de entender y acompañar el proyecto”.
Ustedes han trabajado con socios europeos y latinoamericanos. ¿Cuáles son las diferencias, en términos de dificultades y fortalezas, en un esquema y otro?
C.S.: Son cosas diferentes. Por ejemplo, lo que comentaba de “Madre Pájaro”, que es un esquema muy particular que tiene que filmarse en Costa Rica. El objetivo en este caso es buscar las alianzas para conseguir dinero que se pueda gastar en Costa Rica, que es uno de los países más caros donde filmar hoy en América Latina.
En cambio, el proyecto de Santiago Loza tiene otra permeabilidad: es una historia que no es fundamental filmar en Argentina, sino que se podría filmar en España, por ejemplo, e incorporar elementos que tienen que ver con el ascenso de las derechas y cómo eso termina siendo un sistema opresor con los procesos creativos. Lo que sucede en Argentina no es muy diferente a lo que sucede en Uruguay o lo que sucede en Brasil o en España. Para mí, pensar estas alternativas está muy vinculado a las historias en el cine autoral que nosotras hacemos. También nos adaptamos mucho a la impronta de los directores y desde la producción pensamos las posibilidades que pueden surgir.
G.B.: Con respecto a los productores europeos, algo que es muy importante, y no siempre se da, es que conozcan un poco la idiosincrasia latinoamericana, los impedimentos que tenemos, y que puedan tener flexibilidad. A veces, los fondos son muy rígidos, pero si hay un productor que tiene voluntad verdadera de ayudar, puede encontrar formas de colaborar y no poner palos en la rueda con cosas que a veces nos superan, como en Argentina con el tema del cambio, las diferencias de los precios, de los servicios. Entonces, hay que tener una voluntad real de coproducir con Latinoamérica y no necesariamente todos los productores europeos la tienen. De hecho, si ves los catálogos de los productores que coproducen con Latinoamérica, siempre son más o menos los mismos. Y bueno, reinciden porque de alguna forma creen y les gusta nuestro cine.
¿Qué les determina a ustedes entrar en un proyecto, ya sea como coproductoras mayoritarias o minoritarias?
C.S.: Más allá de la factibilidad, que por supuesto es una variable importante, tiene que ver con la impronta de qué traen los directores y las directoras, cuáles son los temas... Para nosotras siempre tienen que transmitir algo o tener una posición política, historias que salen de los lugares comunes y nos conmuevan.
G.B.: Es necesario que verdaderamente nos guste. Nunca hemos hecho una película por estrategia de tema o de directores o de timing. Para nosotras también es importante trabajar con directores que nos den lugar para participar, que a veces no pasa tanto. Una película es una sociedad, peleamos juntos por el proyecto en un proceso muy largo, tiene que haber un diálogo fluido y una confianza sólida, porque si no, no funciona.
C.S.: Para nosotras es fundamental que los roles se compartan, que el director sea también productor del proyecto, que también sea responsable de las decisiones de producción y que, a su vez, nos dé lugar desde lo creativo a apostar y a pensar, ¿no? Eso es algo bastante particular que no todos los productores hacen.
En relación a la situación sociopolítica en Argentina, ¿cómo está afectando a la producción de cine?
G.B.: La situación es muy difícil para el cine de autor. Es incierto y es poco alentador lo que está pasando, y va a haber cambios en algunos concursos que todavía no están claros. No van a desaparecer las subvenciones completamente, pero se van a hacer muchas menos películas en Argentina. Parece que se va a acercar, lamentablemente, al sistema de concursos, que es lo que pasa en la mayoría de Latinoamérica, una cuestión muy competitiva y feroz, y esto hará que se hagan muy pocas películas. Creo que va a tener un impacto terrible en los próximos años.
C.S.: Lo que terminará pasando es que algunas voces se van a apagar. Ahora estamos en ese momento de ver cuáles son las películas con impronta autoral que sobreviven, películas que terminan siendo muy arriesgadas en su diseño, en su esquema, con todo lo que eso implica. Va a haber un sistema mucho más arbitrario, por supuesto, las películas con plataformas, con un cast, no van a correr riesgo. Las películas más frágiles van a ser las más experimentales y de cine de autor, es algo que ya se va sintiendo. Para los directores que que preparan una segunda o tercera película cuya financiación depende del INCAA, va a ser muy difícil. Las películas medias son las que van a sufrir más.
Como productoras y como colectivo, ¿qué estrategias están llevando adelante para sobrevivir?
G.B.: Una cosa que me parece importante del último tiempo es salir de Buenos Aires. Ahora hay un fondo de cash rebate en Mendoza, fondos en Córdoba, en Misiones... Por lo menos es una posibilidad para pensar que algo en Argentina hay y, eventualmente, generar alguna alianza sin un INCAA fuerte. Para pensar qué se puede rescatar en el país. Y hay que resistir. La experiencia de Brasil, por lo menos, te muestra una luz al final del camino, la esperanza de que las cosas puedan revertirse. Vamos a tener que ser muy creativos.
C.S.: Sí, y pacientes también: no bajar los brazos y ver cómo acompañar a los directores para que los proyectos sigan…