Las productoras: Mariela Besuievsky, Tornasol Media
La productora uruguaya, radicada en España desde hace 30 años, es pionera y referente en la industria del cine en español. Este 2024 comenzó con el estreno en TVE y EITB de la serie “Detective Touré”, basada en la saga literaria homónima de Jon Arretxe, al que se suman varios proyectos en carpeta, como el que desarrollará con Disney Latinoamérica inspirado en la vida de una mujer narco; la ópera prima de Susan Béjar, “Mis hijos valen oro”, remake de la comedia francesa “Mes très chers enfants” de Alexandra Leclère; o la película de animación del uruguayo Walter Tournier en coproducción con Coala Produções Audiovisuais (Brasil), La Suma (Uruguay), Pueblo Chico AIE y Abano Producións (España). De su trabajo y de la industria audiovisual en Iberoamérica, conversó con LatAm cinema en las oficinas de Tornasol Media en Madrid.
¿Qué se mantiene del trabajo de productor independiente desde tus inicios al día de hoy? ¿Qué lugar ocupan en este escenario las plataformas de streaming?
La pandemia fue un antes y un después. Aceleró todo. Las propias plataformas te lo dicen. Somos los fundadores de Filmin junto con otros socios. Tenemos mucha información del desarrollo de las plataformas y todos te dicen que lo que posiblemente hubiera pasado en 2028, por poner una fecha, sucedió entre 2020 y 2022. Para mí, por un lado, hay una cosa muy buena, y es que hay muchas más ventanas adonde ir a vender. Una cosa no tan buena es que hay mucho más producto desarrollándose porque se han abierto un montón de posibilidades que antes no existían, entonces hay muchísima competencia desarrollando proyectos. Se han metido empresas muy fuertes que han comprado prácticamente todas las empresas europeas, sobre todo los franceses han comprado casi todas las empresas españolas. Quedan muy poquitas independientes cien por cien.
¿En qué sentido independientes?
No independiente con respecto a la definición de productor independiente, que no tiene relación con un medio de comunicación, sino al tamaño: empresas fuertes y grandes, y cuanto más grandes, mejores. Nosotros no somos una empresa pequeña, pero es verdad que el músculo financiero de estos conglomerados de empresas, que tienen acceso o participan en medios de comunicación, les da unas capacidades de inversión y desarrollo que las empresas más independientes no tenemos. Eso sí que es un tema. En este momento nosotros tenemos 12 o 15 proyectos en desarrollo, pero sabemos que venderemos tres o dos o cinco como mucho. Eso es así. La ratio de los que se hacen ha bajado muchísimo con respecto a lo que pasaba antes. Nosotros de cinco o seis proyectos siempre hacíamos dos. Eso ya no es así.
¿El proyecto con Walter Tournier es el primero de animación que desarrollan?
No es nuestro primer proyecto de animación. Tuvimos uno a principio de los 2000, con el que no nos fue tan bien y entonces no volvimos. Nos pareció superdifícil. Acá nos metemos porque es Walter y para mí es un histórico. Nos gustó mucho el guion, es una película para toda la familia. Nos conocíamos con los coproductores brasileños, que son realmente muy buenos, e invité a Chelo Loureiro (Abano Producións) a participar. Ella ganó el Premio Goya por la película “Valentina” y conoce mucho el tema de la animación, lo que me daba una garantía de no meterme en lo que no conocía. Realmente pensamos que podemos venderla y sacarla adelante.
¿Qué lugar tienen las coproducciones en este contexto? En particular entre América Latina y España.
Es otro de los efectos grandes que han tenido las plataformas: la coproducción casi que se ha anulado, o se ha minimizado, no vamos a ser tan trágicos. Las plataformas también fueron cambiando su modelo y si bien al principio compraban derechos globales, entonces tú también podías coproducir con otros países, ahora cada vez más compran derechos del territorio. Local para locales. Lo que les interesa es la fórmula de presupuestos locales y entonces es muy difícil. Nosotros tenemos una socia en Argentina, Haddock Films, y hace tiempo que no coproducimos, aparte de que en Argentina ahora mismo todo es complejo, pero pasa a muchos niveles en todos lados. Creo que se van a seguir haciendo coproducciones de las tradicionales, de hecho, “Justicia artificial” (dirigida por Simón Casal) la coproducimos con Portugal y “Raqa” (dirigida por Gerardo Herrero) es con Marruecos. Pero es más complicado y ya vas a cosas muy puntuales. Quizás las películas que pueden tener una financiación más tradicional se pueden seguir haciendo en coproducción, como la de Walter Tournier que va ser una típica coproducción: Brasil- España-Uruguay. Vamos a tener fondos de los tres territorios y venderemos, si se puede, de esa manera. En la animación es más fácil poder cambiar y hacer versiones como originales en cada territorio. Te permite otro juego.
¿Es un ejercicio de proyección que haces o esto ya está ocurriendo?
Está ocurriendo. Las películas con coproducciones son muy chiquitas o como “La Sociedad de la Nieve”, financiadas por una plataforma. A lo que me refiero es la coproducción tradicional en la que yo pongo el fondo de mi instituto y tú consigues no sé qué de allí. Siento que lo que ha pasado, pasó en España, pero va a pasar en Latinoamérica, es que se supraterritorializó el dinero. Es decir, cuando hicimos “El hijo de la novia” no se pisaba ni siquiera España, aquí se hacía la postproducción. Ahora, si no ruedas en España, no consigues dinero en España. Entre otras cosas, porque la política cambió y realmente el Instituto de Cine cambió la fórmula de evaluar el dinero. Antes eran subvenciones automáticas, ahora hay que responder a una serie de puntajes y ese puntaje, en una medida enorme, implica el rodaje en España, o parte del rodaje aquí. Y en el caso de España, encima, con los incentivos fiscales ha empezado una competencia feroz entre territorios por quién da más. Ya no es solo España, es a su vez entre las provincias de las distintas comunidades. Eso hace muy difícil que las coproducciones, que antes eran tan normales, sean posibles. En “Al final del túnel”, por ejemplo, se empezaba a vislumbrar eso de decir: se hacen todos los exteriores en Argentina, pero hay un túnel y hay una casa que se va a rodar en Canarias. En aquel momento el incentivo canario era realmente mucho más destacado que en el resto del territorio español y gracias a eso compensamos. Ahora no es solo Canarias, también cada vez se van poniendo más normas y se necesita rodar más tiempo en los lugares para conseguir las financiaciones y las desgravaciones fiscales.
“Me gusta meterme y conversar con los autores. Es parte del trabajo. El productor tiene que ser un productor creativo, si no, no es productor”.
¿Los gastos mínimos de presupuesto para acceder a determinados incentivos fiscales también determinan dónde hacer un rodaje?
Hay lugares que sí. En otros hay unos baremos. En España, hasta los documentales pequeños tienen derecho a las desgravaciones fiscales. Te dicen, en el primer millón tienes tal porcentaje, a partir de dos tienes tal porcentaje, pero se complica, porque, por la diferencia de cambio, igual no conviene venir a rodar aquí. Por eso creo que se está fomentando mucho la coproducción entre países latinoamericanos, que siempre fue el espíritu de Ibermedia, por ejemplo, que no fuera todo tan centralizado a España.
Muchas de las producciones de Tornasol Media son adaptaciones de obras literarias, “Cuatro estaciones en la Habana”, “No mires a los ojos”, “El comensal” son apenas tres ejemplos, ¿hay un auge de las adaptaciones literarias a distintos formatos audiovisuales?
Nosotros siempre hicimos muchísimas adaptaciones, es un perfil de la productora, no es algo raro. Pero es verdad que las plataformas se han servido de la publicidad extra que da un IP importante y entonces, claro, es cómodo, o menos riesgoso de alguna manera. El libro está testeado, funciona, tiene equis cantidad de lectores. Te lo lees antes de meterte. De pronto un papelito con una idea quién sabe adónde va. Les es más cómodo y más seguro.
Como pionera y referente en la industria, ¿se acercan los productores más jóvenes a pedirte orientación?
Desde hace muchos años estoy en el Máster de la ECAM y el de la Universidad Carlos III en Madrid. Alguna vez fui profesora en la ECAM, pero lo aparté porque me era imposible. Ahora tengo una fórmula, que a mí me encanta, que es el máster con gente que ya está trabajando en producción ejecutiva, que ya está en el sistema. Tengo relación con ellos y les coacheo los proyectos que van desarrollando durante el curso, y después al final doy una masterclass de producción ejecutiva. También lo he hecho en el Berlinale Co-Production Market, el European Women's Audiovisual Network, en EAVE, en CIMA Impulsa.
¿Cómo ves el rol de las mujeres productoras en el presente?
En este momento las mejores son mujeres productoras. Tienen una capacidad impresionante y hay muchas haciéndolo. No es que no tengan acceso. Ahora no. Cuando yo empecé, sí. Recuerdo muchas reuniones siendo la única mujer. Eso ya no pasa.
Al mirar atrás en tu recorrido profesional ¿qué te hace sentir más orgullosa?
Las películas en las que siento que se ha dejado una impronta, que van a viajar en el tiempo. “La noche de 12 años” me hace sentir muy orgullosa. Evidentemente “El secreto de sus ojos” también, porque ha sido un viaje precioso. Pero películas más pequeñas como “Hermanas”, que fue la primera que hice con Vanessa Ragone como socias. Películas como “El último tren” o “Bajo terapia”, que logra hablar de un tema muy difícil con humor. Haber trabajado con Coppola, varias, varias cosas que me hacen sentir orgullosa de mi carrera y que he disfrutado muchísimo. Lo que sí es cierto es que ahora la complejidad de la producción hace que tenga que dedicar bastante tiempo a todo lo que es la parte de armonizar los business y que a veces se echa en falta esa cosa de dedicarse un poco más a toda la parte creativa, aunque yo también lo hago bastante. Me gusta meterme y conversar con los autores. Es parte del trabajo. El productor tiene que ser un productor creativo y si no, no es productor.