• Lillah Halla, directora de “Levante”

    Lillah Halla (Foto: Gabrielle Denisse).

Lillah Halla, directora de “Levante”

La brasileña Lillah Halla vuelve a la Semana de la Crítica con su ópera prima “Levante”, único film latinoamericano en las secciones paralelas del Festival de Cannes, donde la directora ya había participado con su cortometraje "Menarca" en 2020. Producida por las brasileñas Arissas y Manjericão Filmes Sofía en coproducción con la uruguaya Cimarrón Cine y la francesa In Vivo Films, “Levante” cuenta la historia de una joven jugadora de vóley que busca la forma de interrumpir un embarazo no deseado.

Con ventas por M-Appeal, la película llega a Cannes tras un largo periplo por reconocidos laboratorios y espacios de encuentro internacionales, incluyendo Cine en Construcción de Toulouse, First Cut de Trieste, Full Circle Lab, BrLab Rough Cut, Next Step, Berlinale Talent Project Market, Brasil Cinemundi y Bolivia Lab, entre otros. La directora habló con LatAm cinema sobre su primer largometraje, sobre la actualidad del cine brasileño y sobre su próximo trabajo, “Flehmen Response”, producción de la alemana Chromosom Film que se encuentra en etapa de desarrollo. 

“Levante” parte de una experiencia personal que viviste mientras estudiabas cine en Cuba. ¿Cómo fue el proceso de escritura de guion y cómo transformaste tu propia historia en la de una jugadora de vóley en Brasil? 

Nunca es un proceso lineal de desarrollo. Existe un lado muy personal y a la vez está el acontecer político de mi propio país, del mundo. Hay encuentros, hay serendipias. Hay tantas cosas que hacen que la historia sea lo que es que siempre me resulta difícil atribuirlo a una única relación causa-consecuencia. Las narrativas en torno a la objetificación femenina, los feminicidios, las mitologías que han ido legitimando la violencia contra los cuerpos femeninos y disidentes siempre han sido de mi interés, y lo son cada vez más. De alguna manera busco formas de lidiar con la ira o las imposibilidades a través de las historias que escribo, vivo y filmo. En mi cortometraje “Menarca” esto era muy claro: partió desde la rabia, la película tiene muchos gritos, pero incorpora la violencia hacia las personas con vagina y le da la vuelta, reescribiéndola. 

“Levante” tuvo un proceso diferente, pero parte de la misma pulsión. En primer lugar, viví una experiencia respecto a la interrupción de un embarazo cuando estaba en la Escuela de Cine de Cuba y me pregunté qué habría pasado si yo no hubiese estado en el que, en ese entonces, en 2010, era el único país latinoamericano donde el aborto era legal. Cuando terminé la Escuela de Cine, en 2014, fundé un colectivo de cineastas llamado Vermelha que discutía cuestiones de género y luchaba por una mayor inclusión de mujeres y disidencias delante y detrás de cámara. En ese entonces militábamos mucho por la inclusión en lo inmediato, pero la discusión ha ido cambiando en todo el mundo y nosotros también fuimos evolucionando como colectivo, interesándonos más por profundizar en los mitos fundacionales y las raíces de la misoginia. Realizamos muchas acciones en São Paulo, debates, discusión, redes, y eso me fue educando y haciendo pensar cada vez más profundamente en esos temas.

¿Cómo surge el mundo narrativo en el que transcurre la historia de Sofía en “Levante”?

En 2015 y 2016 estaba con la coguionista y la productora de “Levante” en la frontera entre Brasil y Uruguay para investigar sobre un proyecto que no estaba funcionando. Al estar allí, tres mujeres con nuestras propias historias y posturas políticas, comenzamos a conversar con la gente, con los médicos de todas las poblaciones de frontera. Para ese entonces, ya se había despenalizado el aborto en Uruguay, y hasta había cambiado de nombre: Interrupción voluntaria del embarazo. Si estás allí, ves cómo los uruguayos van a comprar combustible a Brasil y los brasileños utilizan servicios de salud de Uruguay. Hay circulación libre de comercio, de personas, de bienes. Excepto si estás embarazada y no quieres tenerlo. La frontera en ocasiones atraviesa las casas de la gente. Estás en Rivera, Uruguay, pero cruzas la calle y estás en Livramento, Brasil. Es un intercambio fluido de todo, excepto de derechos reproductivos. Esto es tan decisivo, tan simbólico, que se quedó con nosotras desde entonces. Como decía, una historia no surge de un único hilo. Ese fue uno de los hilos de los cuales empezamos a tirar, entrevistando a mucha gente de ahí. Nos dejamos impregnar por la situación, y fue así que apareció la idea del equipo de voleibol. Dos lados, una barrera que los divide. La película está llena de esas fuerzas opuestas: el sí y el no, el derecho reproductivo brasileño y el uruguayo, lo femenino y lo masculino en un sentido muy normativo. Todas esas son fronteras que hay que romper. En las semanas que estuvimos allí realizamos pequeños talleres, especialmente con adolescentes y niños, y el voleibol aparecía como un deporte muy presente. Así que empezamos a tirar también de ese hilo.

¿Cuándo y cómo se sumaron las coproducciones de Uruguay y Francia?

La uruguaya fue muy natural desde el principio, porque la principal productora de la película vive en Uruguay. Su empresa es brasileña pero vive en Uruguay, y ya tenía un vínculo anterior con lo que antes eran Oriental Features y ahora es Cimarrón. La coproducción francesa de In Vivo Films surgió en el Mercado de Coproducción de Berlinale en 2018.

Las narrativas en torno a la objetificación femenina, los feminicidios, las mitologías que han ido legitimando la violencia contra los cuerpos femeninos y disidentes siempre han sido de mi interés.

Tanto “Menarca” como “Levante” se alejan de la representación de la mujer indefensa y presentan personajes femeninos llenos de rabia que dan pelea. ¿Qué opinas sobre las mujeres débiles e indefensas en el cine?

Pienso que ya tenemos suficientes, y no necesito hacer otra película sobre lo mismo. No sabría si es un proceso racional, no es que yo diga “voy a hacer un personaje fuerte”. Sucede porque hacer una película implica mucho trabajo. Se necesita creer mucho en lo que estás haciendo. Tienes que hacerla por muchas razones, que son las que te van a dar fuerzas para seguir empujando durante todo el recorrido, hasta el final. No tendría sentido reproducir el mismo estereotipo una y otra vez. No me interesa. Hay suficiente gente haciéndolo.

En esta edición del Festival de Cannes hay varios proyectos brasileños, más que de otros países latinoamericanos. ¿Cómo ves el estado actual del cine de tu país?

La mayoría de las películas que están saliendo ahora, las que son realizadas por personas que no producen con medios privados, sino que dependen de fondos; son proyectos que nacieron antes de 2018, como el mío. Todos hemos permanecido en pausa desde entonces, y recién ahora la industria se está reiniciando. Las películas que se hicieron durante estos años eran caseras, sin fondos, porque hubo una política de destrucción muy clara. 

Es increíble ver lo que está pasando ahora con el secretario de Audiovisual y la ministra de Cultura. No sólo es un renacimiento, sino que es un paso hacia adelante en términos de quién está ahí y cuáles son los objetivos. Pero Brasil está completamente destruido luego de los últimos seis años. Hasta 2016 habían existido políticas de financiación, mucha regionalización del cine, más zonas autónomas de producción, más colectivos, más voces, más voces disidentes haciendo sus películas. Este había sido un proceso que requirió 20 años de pasos lentos, muchas veces imperfectos, pero que estaban sucediendo. Y todo esto fue violentamente interrumpido y, lo que es peor, muchas personas fueron perseguidas, artistas que debieron abandonar Brasil debido a amenazas. Y esto no ha terminado. Esta película no será fácil de estrenar en Brasil, carga con una mochila súper política. Todos los involucrados son muy conscientes de la importancia, la responsabilidad, pero también del riesgo. Por suerte lanzamos esta película cuando ya se fue Bolsonaro, pero el fascismo no se fue. 

Actualmente estás trabajando en tu segundo largometraje, ¿de qué se trata?

Es una comedia alemana con elementos musicales, y está basada en algunas experiencias que recopilé durante los seis meses en los que estuve en una residencia en Hannover durante la pandemia. Todos los personajes están muy inspirados en los encuentros que tuve, y eso me hace volver a tu primera pregunta: los encuentros humanos son los hilos de la historia. Me alimentan, estoy reescribiendo e intercambiando todo el tiempo, porque esa porosidad es necesaria. Vivo en Berlín y esta será mi primera película con producción alemana, es una historia coral cuyo título provisional es “Flehmen Response”. El reflejo de flehmen al que hace alusión el título es una respuesta de muchos mamíferos, especialmente los caballos, que muestran sus encías superiores para poder sentir mejor a otros miembros de su especie. Los humanos también poseemos esta glándula, conocida como “glándula de la empatía”, pero está inactiva. Entonces, en la película se generan cortocircuitos entre el exceso de este reflejo en caballos y su ausencia en humanos.