Los sonidos de la inmigración: se estrena en Miami y Guadalajara "Perro bomba", ópera prima del chileno Juan Cáceres
Steevens Benjamin se convirtió en el primer actor de raza negra en protagonizar un filme chileno con su interpretación en "Perro Bomba" de un joven haitiano que debe luchar por sobrevivir día a día en Santiago, luego de un episodio que lo aleja de su entorno afectivo y de la legalidad. La ópera prima de Juan Cáceres tuvo su estreno mundial el pasado 2 de marzo en el Festival de Cine de Miami, y continúo su recorrido en la actual edición del Festival de Cine en Guadalajara. El largometraje, producido por la chilena Infractor Films en coproducción con Pejeperro (Chile) y la francesa Promenades Films, tuvo su primera función luego de un fructífero recorrido internacional por laboratorios y festivales: fue la gran ganadora de Guadalajara Construye en 2018, participó en el Marché du Film del Festival de Cannes, fue seleccionado en el 33º Cine en Construcción de Cinélatino-Rencontres de Toulouse y San Sebastián, y recibió dos premios en las competencias de películas en proceso de finalización del FICVIÑA y el VIII Bolivia Lab, entre otras selecciones y apoyos. El estreno en su país está previsto para el 24 de octubre de la mano de Storyboard Media. LatAm cinema dialogó con el guionista y director Juan Cáceres y con el productor Alejandro Ugarte sobre el complejo proceso de realización de esta película.
Hay dos elementos de "Perro Bomba" que llaman la atención: el uso de actores y actrices no profesionales y la inclusión de varias escenas en las que los personajes no hablan español. ¿Por qué tomaste estas decisiones para realizar tu primer largometraje?
J.C.: Se dio de manera bastante natural porque necesitábamos actrices y actores de Haití y no había antes una gran comunidad de haitianos donde pudiésemos buscarlos. Lo que había eran personas que llegaban a Chile a trabajar de lo que saliera, y en ese grupo fue que hicimos amistad y contactos laborales. Entonces se podría decir que no tuvimos otra alternativa, y no quiero que esto suene trágico, porque precisamente lo que más me gusta de la película y lo que más disfruté de esta experiencia fue darme cuenta de que en el cine, a diferencia de en el teatro, no se actúa. O quizá sea un tecnicismo decir esto, pero desde mi punto de vista no es necesario actuar como en otras artes escénicas. Para que funcionara, nosotros teníamos que generar atmósferas reales en el set que convencieran a las personas que interpretaban los personajes y que no tenían estudios de que lo que estaba sucediendo era real.
A.U.: Pero también se hizo un casting exhaustivo para lograr dar con los personajes, no hicimos la película con lo primero que encontrábamos: se realizó un arduo trabajo para conseguir el perfil de cada personaje que era parte de la narración.
¿Steevens, el protagonista, también surgió de un casting?
J.C.: Sí, con él partió todo. Necesitábamos un personaje fuerte para dar inicio a la historia y nos costó bastante encontrarlo hasta que dimos con Steevens, que en ese momento trabajaba como obrero en la construcción pero soñaba con ser actor. Lo conocimos a los 19 años, ahora tiene 22 y siempre destacó por su entrega, su compromiso y sus ganas de actuar. Y hoy en día Steevens es un actor: está trabajando en su segunda telenovela en la televisión abierta chilena y le llueven ofertas, ahora de hecho también va a estar en una película en Guadalajara Construye donde él tiene un personaje secundario, "Piola" de Luis Alejandro Pérez García.
Necesitábamos un personaje fuerte para dar inicio a la historia y nos costó bastante encontrarlo hasta que dimos con Steevens, que en ese momento trabajaba como obrero en la construcción pero soñaba con ser actor.
"Perro bomba" recorre junto a Steevens diferentes situaciones de trabajo, vivienda y vínculos sociales que puede atravesar un inmigrante haitiano en Chile. ¿Cómo fue tu trabajo de investigación para escribir el guion?
J.C.: Al principio realicé un proceso de investigación tradicional, en el que gracias a amistades que hice dentro de la comunidad haitiana pude pasearme por los barrios, entrar a las casas, conversar con las personas, y usé esos insumos para escribir una primera versión del guion. Pero cuando recibimos las negativas de los fondos a los que postulábamos y con los que pretendíamos financiar la película, tomamos una decisión drástica: elaborarla con bajo presupuesto. Esto implicaba entender que el guion que yo había escrito quedaba afuera, que era imposible para nosotros financiarlo, pero decidimos grabar igual. Siempre me ha gustado el cine más improvisado, así que para mí fue un gusto saber que los productores confiaban en mí y me acompañaban y me apoyaban en este proceso de hacer la película ya sin guion. Todo partió porque Steevens me dijo: "Oye, me quiero poner extensiones en el pelo ¿Esto afectará la película?" y yo le dije: "Póntelas, pero déjanos ir a filmarlo", y así es que comenzó el proceso de creación, y esa es la primera escena de la película. A medida que íbamos avanzando nos sumábamos a las actividades que él hacía día a día y en base a eso fuimos construyendo un guion, que no tenía diálogos ni mucho menos sino que era más parecido a una escaleta.
¿Cuáles fueron los desafíos para la producción al trabajar con este guion que se iba construyendo de a poco?
A.U.: En primer lugar, como no teníamos en el momento toda la plata junta para filmar, fuimos rodando en forma parcelada durante cuatro meses. En ese tiempo hubo 28 jornadas de rodaje, entonces tuvimos bastante discusión de mesa entre medio de cada jornada, revisando el material, haciendo pruebas de montaje, y el proceso fue parecido al de filmar una película documental, lo cual le da ese realismo que tiene la narración. Fue terrible, porque por momentos nos sentíamos un poco perdidos y por otros con mucha claridad, e ir entregando la información al equipo de forma certera fue difícil. Tanto el equipo técnico como el artístico siempre estuvieron muy entregados a la película, e hicieron un trabajo muy lindo pero también duro, quedando totalmente agotados al final del rodaje. Fue un trabajo muy arriesgado, pero dio un buen resultado y estamos bien contentos con la película.
¿Cómo surgieron las secuencias musicales que funcionan como separadores dentro de la película?
J.C.: Durante el rodaje nos tomábamos bastantes libertades: si había personas de nacionalidad haitiana o migrantes en el entorno que querían dar su testimonio nosotros les dábamos la bienvenida, nos permitíamos poner pausa a una escena de ficción para agarrar otros momentitos. Así fue que surgió uno de estos momentos musicales, en medio del rodaje, y fue el de la niña que baila en la esquina. Ella quería bailar, entonces la registramos, y cuando llegamos a montaje nos dimos cuenta de que esto funcionaba muy bien como un pilar que fuese de cierta manera ordenando los momentos internos de Steevens, dando ciertas pausas, ciertas transiciones. Gracias al apoyo de Andrea Chignoli, una de nuestras montajistas, decidimos contactar con un par de personas de la comunidad haitiana que eran músicos y músicas y grabamos estos pequeños clips. En lo personal estos momentos representan la interioridad de Steevens. No necesariamente lo que él está pensando o imaginando, pero sí vienen a reflexionar respecto a lo que él está enfrentando o sintiendo. También sirven para dar una panorámica más amplia sobre lo que es la comunidad haitiana en Chile, sobre todo para el público chileno, que es al que más me interesa llegar, para que pueda ver estas manifestaciones artísticas, estas cosas hermosas y simples. Sabemos que la música conecta a la gente y vamos a ver si estas escenas musicales pueden cambiar o aportar un poco a la imagen que el chileno tiene de la comunidad haitiana.