Marta García y Sol Infante, directoras de “Mala reputación”
“Mala reputación”, ópera prima de Marta García y Sol Infante, tuvo su estreno mundial en el 31º Festival Internacional de Cine Documental de Sheffield, en Reino Unido, y se estrena en salas de Uruguay el 29 de agosto. El filme sigue por varias localidades uruguayas a Karina Núñez, ex-trabajadora sexual y activista por los derechos humanos. Producido por la uruguaya Cordón Films en coproducción con las argentinas Ah! Cine y Navega Cine, la película, que se realizó con el apoyo de INCAU-MEC, ACAU, Intendencia de Montevideo, Programa Ibermedia, INCAA y Programa Mecenazgo Cultural Ciudad de Buenos Aires, cuenta con Utopia Docs como agente de ventas. LatAm cinema dialogó con las directoras sobre las decisiones, los aprendizajes y los desafíos del proceso de trabajo.
¿Cómo conocieron a Karina y qué las motivó a hacer una película sobre ella?
Sol Infante (SI): Con Marta leímos “Esclavas del poder”, un libro de la periodista mexicana Lydia Cacho que es una investigación sobre la explotación sexual a nivel mundial y habla de Uruguay como país de tránsito. Eso nos impactó. Hablamos mucho del tema y ahí apareció Karina en relación al trabajo que ella hace sobre la explotación sexual de menores y de mujeres adultas. Ella es un personaje muy fuerte y nos conquistó, pero estuvimos dos años conociéndola sin filmar.
Marta García (MG): Nos juntamos con ella a tomar café, a comer. Es un universo desconocido y Karina era un puente muy fuerte para acceder a él, porque compartía mucho. En el libro, Uruguay aparece como país de tránsito, e investigando fuimos descubriendo que también es de origen y de destino, tiene su propia complejidad, entonces quisimos saber qué pasa acá. Estuvimos dos años conociendo ese universo, su vida, los matices, las contradicciones, y en un momento decidimos hacer una película, se fue dando de forma orgánica.
En el documental justamente sorprende el acceso que tuvieron a los espacios de Karina y la naturalidad con la que los personajes actúan. ¿Cómo organizaron las instancias de rodaje y montaje?
MG: Cuando arrancamos, filmábamos charlas que resultaban muy aburridas. Y también nos pasó que nos gustó mucho Karina, no había matices, éramos fans. El tiempo nos dio la posibilidad de pensar de qué forma representar lo que queríamos contar. En relación al montaje, cuando nos juntamos a escribir y a pensar en la película, teníamos dos líneas narrativas: una es la formación de O.Tra.S (Organización de Trabajadoras Sexuales) y otra es su intento de cambiar de profesión y las dificultades a las que se enfrentó por el estigma.
SI: Fuimos meticulosas con la escritura. Cambiamos cosas, pero en el guion teníamos escenas que se repetían, era muy circular lo que Karina hacía. Había fiesta, había humor, había cosas que sabíamos que iban a suceder porque nos las había contado o las habíamos visto durante esos años yendo y viniendo para todos lados. Durante el montaje volvimos al guion y nos preguntamos “¿qué escenas tenemos que estén cubriendo esta data?”. Y hubo muchas que estaban, otras que faltaron. Teníamos un trabajo con la familia que no se dio porque no hubo acceso, pero las dos líneas iniciales estaban cubiertas. Cuando íbamos a filmar leíamos antes la escena que nos habíamos imaginado. También teníamos una parte experimental escrita, muy fuera de contexto, muy alejada del universo de Karina, que después de un laboratorio descartamos por completo. Decidimos sacarla porque siempre quisimos hacer una película que el universo de Karina pudiera ver y comprender. Que la interpreten como quieran, pero ellas tienen que estar adentro de la película cuando la vean.
Teniendo un personaje tan activo, con nuevas experiencias todos los días, ¿cómo hicieron para decidir dejar de filmar?
SI: Yo creo que fue un accidente. Estábamos llegando al final, ya teníamos como 100 horas de material y la historia se contaba. Un día fuimos a la casa de Karina, estuvimos con ella, la ayudamos a teñirse el pelo. Hacemos mucho eso de juntarnos sin filmar, es la forma en que creemos que hay que vincularse. Y cuando nos fuimos nos mandó una foto mostrando que se había cortado el pelo muy cortito en una crisis. Entonces pensamos: “Todo lo que se filme a partir de ahora es otra Karina”. Y seguimos filmando después, pero eso no entró en la película. Ya era otro personaje.
MG: Ahora estoy reflexionando que al seguir ese guion, esa línea, nos dimos cuenta de que la historia que queríamos contar ya estaba contada. Si no hubiéramos tenido un guion, habría sido más difícil.
¿Con qué criterio eligieron a qué espacios presentarse para hacer avanzar el proyecto?
MG: Fuimos a Nuevas Miradas por una recomendación que nos hicieron. En ese momento, habíamos arrancado con otra productora, Florencia Abbondanza. Allí nos dieron un premio para ir a Tribeca y después estuvimos en Atlantidoc porque es un espacio que nos queda cerca. Nunca quisimos laboratoriar mucho el proyecto. Para bien o para mal, queríamos contar la historia que queríamos contar. También participamos en Puentes como parte del premio de un fondo y el año pasado participamos en Doculab de Guadalajara, ya con el corte casi cerrado.
“Además de todo lo político, también en el rodaje precisábamos que fueran mujeres, porque en el universo de la película eran prácticamente todas mujeres que han vivido situaciones de vulnerabilidad y de violencia”.
“Mala reputación” es la ópera prima de ambas, ¿cuáles fueron los principales aprendizajes y dificultades haciendo su primer largometraje y codirigiendo?
SI: Codirigir no fue una dificultad, todo lo contrario. Yo sola no me hubiese embarcado en esto. El trabajo de dirección es muy solitario. La gente que lo hace sola cuenta con toda mi admiración. Para nosotras no fue difícil codirigir, teníamos muchas bases saldadas ya que tenemos muchas coincidencias respecto a cómo miramos.
MG: Terminás construyendo. Si estás vos sola, quizás precises más laboratorios. Al ser dos, hablás y siempre vas más allá, porque te retroalimentás.
SI: Yo creo que lo que más valoro es el haber ido paso a paso, no teníamos ansiedad. La película se hizo en un tiempo largo, pero nosotras nos sentimos tranquilas con cómo nos relacionamos con Karina y con el equipo, cómo se fueron dando los procesos, y cómo fuimos respetando nuestros tiempos. Obviamente hubo momentos de crisis, pero sabíamos que no teníamos la obligación de terminar ya la película, sino que queríamos quedar conformes, respetar el proceso, que, a fin de cuentas, es de lo que aprendés. La película es lo que queda de todo lo que vivís.
El equipo está conformado casi totalmente por mujeres, con la excepción de Guillermo Madeiro, uno de los montajistas ¿Por qué tomaron esta decisión?
MG: Estábamos trabajando con una montajista argentina, a la distancia, con la pandemia de por medio, era difícil. A Guillermo lo conocíamos de trabajos previos y también humanamente, pero sumarlo al equipo fue una decisión que nos costó mucho y que discutimos un montón, porque queríamos hacer la película todo con mujeres, por lo que eso implica políticamente y por la película que es. Pero Guille es una persona que aporta y construye mucho, así que tomamos esa decisión. Pero ojalá hubiera más mujeres montajistas disponibles cuando las precisas.
SI: Con respecto a la decisión de un equipo de mujeres, políticamente no hay discusión, era muy importante para nosotras dar ese espacio. A veces, una apela a buscar a quien tiene más experiencia, porque cuando sos opera primista tenés muchas inseguridades que alguien en un rol técnico con muchos rodajes arriba te ayuda a resolver. Pero nosotras siempre tuvimos muy claro que preferíamos que esos espacios de trabajo y ese dinero fuera por trabajo de mujeres, que generara experiencia en otras mujeres.
MG: Además de todo lo político, también en el rodaje precisábamos que fueran mujeres, porque en el universo de la película eran prácticamente todas mujeres que han vivido situaciones de vulnerabilidad y de violencia. El sistema patriarcal ahí está oprimiendo fuertemente. Entonces no daba llevar a un varón sonidista, porque las situaciones de intimidad se dan de forma distinta si hay un varón. Por más que sea una persona amigable, hay algo que naturalmente cambia. Por ejemplo, la escena del baño no sería lo mismo.
SI: En rodaje siempre fuimos tres personas y cuando se precisaba ir para afuera iba Raquel o Mica. Era un equipo muy sencillo por esto de no generar distorsión, porque ellas se distraen todo el tiempo, son muy graciosas cuando hay gente y es importante no interrumpir las actividades, dejar que la cosa fluya, entonces tratábamos de ser las mínimas indispensables. Si bien no conseguimos una montajista, sí logramos que la postproductora de sonido, la mezcladora, la colorista y la foley sean todas mujeres. Buscábamos y ayudábamos a que eso sucediera, porque siempre hay más varones.
MG: Naturalmente, a veces se proponían varones, pero nosotras buscábamos más. También encontramos aliadas en el equipo. Cuando trabajamos con Argentina, la que hizo el diseño sonoro dijo “la foley va a ser mujer”. Hay una lucha que ha trascendido socialmente.
¿Cómo fue el estreno en Sheffield y cuáles son los próximos pasos del documental?
MG: El estreno estuvo bárbaro, la gente conectó con la película, con Karina, con su lucha, con el humor. Lo siguiente que viene es el estreno en Uruguay, el 29 de agosto. Tenemos un preestreno el 23 para compartir la película con el equipo, aunque ya tuvimos una función privada con Karina y sus hijes, las compañeras y todas las personas que participaron. Vamos a estar entre septiembre y noviembre haciendo una gira en diferentes departamentos, yendo a los lugares en los que se filmó la película y a otros, con idea de compartir la película y de que Karina vaya a la mayor cantidad de lugares posible. En algunos lugares también va a dar talleres para profundizar en los temas con los que trabaja, así este envión de la película sirve para difundir su lucha y visibilizar.