Mirador Público: Daniela Alatorre, nueva directora de IMCINE
Tras 20 años en la industria del cine, Daniela Alatorre asumió la dirección del IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía) en octubre de 2024. Licenciada en Comunicación y magíster en cine documental, la nueva jerarca acumula más de 20 créditos como productora, con títulos como “El General” y “Users” (Natalia Almada, 2009 y 2021); “Familia de medianoche” (Luke Lorentzen, 2010); “Vivos” (Ai Weiwei, 2019); “Una película de policías” (Alonso Ruizpalacios, 2021) e “Igualada” (Juan Mejía Botero, 2024).
Alatorre, que sucedió a la cineasta María Novaro, es una de las varias mujeres elegidas por la primera presidenta de la historia de México, Claudia Sheinbaum, para liderar diferentes instituciones del Gobierno. La nueva autoridad del IMCINE destaca que “parte de la labor que tenemos las mujeres que estamos ahora en puestos importantes es buscar darle valor al proceso tanto como al resultado, a las formas de colaboración, y apostar a liderazgos colectivos”.
A cuatro meses de su asunción, y como parte de la serie Mirador Público, LatAm cinema conversó con la nueva jerarca sobre su perspectiva como directora de IMCINE.
¿Qué objetivos te marcas en esta gestión?
En estos cuatro meses mi labor ha sido, sobre todo, de reconocimiento y de entender qué hace un instituto de este tamaño y qué posibilidades hay para seguir fortaleciéndolo. Ha sido importante no ceder a la tentación de pensar que, porque vengo de 20 años de trabajar en diferentes ámbitos del cine, entiendo lo que hace el IMCINE.
Me parece que una de las preguntas centrales, que no debería tener respuestas definitivas sino que es un proceso vivo, es por qué es importante que exista y qué hace un instituto de cine en cualquier país. El cine es parte de nuestra memoria, de nuestra historia, es la posibilidad de mirarnos, es una forma fundamental de las comunidades de contarse, al mismo tiempo que es una industria y un generador de empleos y de taquillas. Una cosa y la otra coexisten y no están una por encima de la otra.
Por otro lado, creo que la razón de existencia de un instituto de cine es algo que tiene que ir cambiando en el tiempo conforme generemos espacios de escucha activa y sistematización con las comunidades. Si encontramos la manera de integrar la participación de una manera productiva, cuando se hacen las modificaciones -obviamente dentro de una política pública-, también se genera una corresponsabilidad en la que las comunidades se sienten corresponsables y copartícipes de este proceso vivo de hacia dónde debe ir el instituto.
Otra cosa de la que me he dado cuenta en estos cuatro meses es que el IMCINE hace muchas cosas que hace falta comunicar de una manera más amplia. Por ejemplo, en el caso de las convocatorias, este año organizamos 16 charlas para quitarle cualquier opacidad que puedan tener. Antes se hacían, pero este año comunicamos todo, no solo los cambios. Fue interesante porque tuvimos muy buena respuesta y es una manera de entender qué es lo que no queda del todo claro.
¿Cuáles identificas como los principales desafíos?
Estamos ante un mundo que constantemente está cambiando, no solamente cómo pensamos el cine sino lo audiovisual, están cambiando las formas de consumir, la razón de ser de los festivales de cine, de los espacios de encuentro. La exhibición, en México y en el mundo, siempre ha sido un talón de Aquiles. En la medida en la que están cambiando también las formas en que consumimos, también tenemos que pensar en otras formas de exhibición. Y por último, pensar en cómo puede haber una educación artística que integre el cine, el audiovisual, pero también el estudio de la imagen, o sea, cómo podemos integrar o dotar de mayores herramientas a este público del futuro para saber con qué herramientas miramos las imágenes que se generan en el mundo y que nos sobresaturan.
¿Y en términos de gestión?
Tenemos trabajar para que el cine mexicano se consolide como una marca fuerte y reconocida. Estoy hablando hacia el extranjero, pero también hacia adentro. Y creo que la manera de hacerlo es fortalecer la marca “Nuestro Cine” como un paraguas que nos ayude a posicionar el cine mexicano como una marca fuerte y reconocida. Se trata de pensar en cómo enmarcar lo que ya hacemos las instituciones, la Secretaría de Cultura, el IMCINE, el Centro de Capacitación Cinematográfica, los Estudios Churubusco, el Canal 22, la Cineteca Nacional y las Secretarías de Cultura de los Estados. Hay que pensar en cómo podemos fortalecer las relaciones interinstitucionales para que, con los presupuestos que tenemos, podamos sumar esfuerzos para dar una mayor visibilidad y consolidarla como una marca fuerte. Y tender puentes con la Secretaría de Educación Pública, con la Comisión Federal de Electricidad, con quien pueda ser partícipe de estas redes para llevar el cine mexicano a consolidarse a nivel del país y también a nivel internacional: el cine mexicano tiene muchísima presencia en festivales y foros, en la medida en la que podamos generar una marca paraguas también podremos llevarla para acompañar películas y proyectos. Es un proyecto a mediano plazo.
El acceso al cine mexicano en México es uno de los grandes escollos. En la última entrevista con María Novaro, ella comentaba que se estaban buscando medidas para garantizar el 10% de la cuota que exige el Tratado de Libre Comercio. ¿Qué perspectiva tienes al respecto?
Imagino que María se refería al anteproyecto para empujar una nueva ley de cine. Tiene una base sólida de cuatro años de trabajo constante, se hicieron muchísimos grupos con gremios, instituciones, miembros de la comunidad para abordar distintos temas. Hay que entenderlo y hay que revisarlo con las nuevas autoridades y volver a tomar el pulso de los gremios, de las instituciones y de los miembros de la comunidad, para ver si se encuentra listo para proponerse como una nueva ley de cine. Yo siento que todavía hay pasos por recorrer en términos de la revisión de la última versión de la redacción y, como en todo proceso necesario para aprobar una ley, tiene que pasar por un proceso jurídico importante. Pero sobre todo, existe la mejor disposición y voluntad para avanzar hacia una nueva ley de cine. La última es de hace 30 años y lo más importante para mí es que tiene que quedar plasmado un mecanismo sólido del Estado para fomentar el cine, garantizando que el cine mexicano cuente con el apoyo necesario para seguir creciendo y posicionándose. Otra cosa importante, y creo que se logró con estos cuatro años de trabajo, es que sea una ley diversa e inclusiva diseñada para atender a comunidades que históricamente han sido desatendidas, como las comunidades indígenas, las comunidades afrodescendientes y las personas con discapacidad. Hay puntos muy específicos en la redacción de la ley, pero también hay un tema de actualización de la terminología, hace 30 años se hablaba de una manera distinta. Lo que sí te puedo decir es que hay una gran voluntad política y que impulsar esta nueva ley de cine es un tema prioritario de la Secretaría de Cultura de Claudia Curiel.
¿Y respecto a la exhibición de cine mexicano?
En el caso de la exhibición, las leyes tienen que estar inscritas en base a lo que permitan los tratados internacionales que rigen todas las leyes. Y el tratado internacional que rige todas las leyes en este momento es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que estipula que se tiene que garantizar el 10% de exhibición de cine mexicano. Hay temas dentro de la redacción de la ley sobre los que probablemente puede haber discrepancias, como describir qué quiere decir el 10% de cine mexicano en pantallas, y creo que esa es parte de la labor que tengo que hacer yo: volver a reunirme con esas contrapartes, establecer claramente de qué estamos hablando, tratar de abordar estos puntos álgidos antes de llevar esta ley a un parlamento abierto. En este momento tampoco sabemos dónde vamos a estar en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio el próximo año; el tema de los aranceles está en pausa, pero su implementación es una decisión unilateral de no respetar los tratados de libre comercio. Entonces sería aventurado de mi parte saber dónde vamos a estar cuándo sea el momento de renegociar el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Pero lo que sí te puedo decir es que es importante retomar el anteproyecto de la ley de cine, reconocer todo el trabajo que se hizo entre los sectores y las instituciones y los miembros de la comunidad, socializarlo y empujarlo para tener una nueva ley tan pronto como sea posible.
“El cine es parte de nuestra memoria, de nuestra historia, es la posibilidad de mirarnos, es una forma fundamental de las comunidades de contarse, al mismo tiempo que es una industria y un generador de empleos y de taquillas. Una cosa y la otra coexisten y no están una por encima de la otra”.
Ya hablaste de las medidas afirmativas impulsadas en los últimos años para reducir las brechas, ¿qué perspectiva tienes al respecto?
Me parece que la administración pasada sentó unas bases importantes para la inclusión. En la convocatoria específica para directores y directoras indígenas y afrodescendientes (ECAMC), este año son 16 proyectos apoyados, el mayor número en los siete años del programa. Parte de lo que estamos haciendo es apostar por las relaciones interinstitucionales, pensar en rediseñar el programa de formación y el programa de residencias del ECAMC en un proceso de escucha activa con quienes han sido beneficiarios del ECAMC y en colaboración con el CCC, que es una escuela fuerte en el país y puede otorgar un certificado de estudios a este programa.
En el caso de los puntajes adicionales de FOCINE, se mantienen; y en el caso del EFICINE, este año viene con un aumento de 100 millones de pesos al año para producción y de 15 para exhibición. Se mantiene la evaluación en base a puntajes y a partir de 2025 estipulamos puntaje adicional a películas que, aunque no estén dirigidas por una mujer, por una persona indígena o por una persona afrodescendiente, ocupen puestos directivos en la película.
Como en el resto del mundo, nos enfrentamos al problema de la centralización. ¿Qué medidas podemos tener en términos de política pública para buscar descentralizar? En el FOCINE hay una convocatoria específica para los estados, cuyo requisito indispensable es que el 10% del presupuesto venga de un acuerdo entre los realizadores y sus estados, pensando en que además es una una medida que incentiva el acercamiento de los realizadores y las realizadores con sus propias autoridades estatales para fortalecer la cinematografía en cada uno de esos estados.
Teniendo en cuenta tu trayectoria de trabajo, ¿cómo ves el panorama de festivales y cómo se vinculará el IMCINE con este ecosistema?
Cada vez hay más festivales en México y esa es una buena noticia. Pero es una conversación que tiene que suceder. Cuando yo empecé hace 20 años era otro momento. Ahora hay festivales tan diversos como el cine mismo y eso es algo positivo porque ayuda a que los mismos festivales reflejen que hay una diversidad en las formas de contar y en las formas de exhibir, que hay muchos programas de exhibición que pueden seguir viajando, que hay muchos festivales que integran la formación como parte fundamental de su existencia. Otra de las cosas que también toca pensar es cómo ha cambiado la función del festival de cine. Creo que no tengo una respuesta sobre cuál es la identidad y si hay una identidad única de los festivales de cine, me parecen fundamentales en términos de formación de miradas, en términos de encuentro, en términos de mercado, en términos de educación artística, de la posibilidad de pensar en los públicos del futuro. Y creo que más bien hay una conversación pendiente de cómo puede el IMCINE ser un instituto que también tenga una relación cercana con los festivales y con su razón de existir.
También has trabajado fuertemente con el documental, ¿cómo ves su situación hoy?
En el caso del cine documental, de las cosas que a mí me parece que son necesarias e importantes de las convocatorias de FOCINE, por ejemplo, es que los montos que se pueden solicitar para largometraje de ficción y para documental son iguales. No se tiene que solicitar el máximo, simplemente se pueden solicitar estas cantidades tanto en ficción como en documental. Los procesos son distintos, los tiempos son distintos, pero muchas veces las personas que trabajan en el cine de ficción y en el cine documental también se comparten, cinefotógrafas, editores, etc. Y tenemos que tener la posibilidad de mantener una producción y los salarios, independientemente de si estamos hablando de ficción o de documental.
¿En qué momento dirías que está el cine mexicano? o ¿qué preguntas te haces en relación al cine mexicano?
Parte de la labor que he tenido que hacer estos estos últimos meses es meterme en la redacción del Anuario de cine mexicano. Lo que veo es que se producen muchas películas. La existencia del estímulo fiscal, ahora con un incremento de 115 millones de pesos, estamos hablando de un monto de más de mil millones de pesos al año. Me parece que el EFICINE ha sido un estímulo determinante en cómo se ha comportado la producción de cine mexicano en los últimos 15 años. Y creo que sigue siendo un tema a dónde se están yendo todas esas películas, dónde se están exhibiendo, quién es el público que las está viendo, de ahí la importancia del trabajo de un instituto de cine nacional para consolidar una marca fuerte y reconocida. Y estoy hablando de nuestro cine desde los acervos hasta las producciones de hoy en día. Hay que pensar cómo podemos buscar un público más amplio. Si logramos que la confianza sea en la marca “Nuestro cine” y que exista la posibilidad de abrirse a otras formas de contar, a otras formas de consumirlo, entonces posiblemente podamos acceder a un público más amplio.
Y más allá de pensar en formación de público, creo que hay que pensar en el público del futuro, ¿qué herramientas va a tener y qué va a estar consumiendo en el futuro? ¿Qué podemos hacer hoy para que ese público del futuro esté interesado y ávido de consumir nuestro cine? Creo que la pregunta es quién es ese público del futuro, cómo se comporta, qué herramientas tiene, qué quiere ver, qué quiere consumir, dónde… No tendremos respuestas, pero sí podemos ir dando las herramientas y entendiendo cómo ha sido la política pública de otros países que han tenido resultados muy concretos de los cuales a lo mejor podemos aprender.
¿Cómo percibes la función pública?
Esa es una pregunta importante que me hago y regreso a pensar desde dónde es que tomo un puesto como funcionaria pública. Uno, lo tomo de estos 20 años de estar consumiendo, haciendo, programando cine. Dos, pienso que el cine sí es mi identidad, o sea, mi identidad está construida a partir del cine, no es solo mi trabajo, es quién soy yo. Entonces, pensar el cine como identidad me parece un lugar también importante desde donde tomar un puesto como funcionaria pública.
Creo que en la función pública es importante apostar a que este trabajo se tiene que hacer en colectivo con quienes están a cargo de nuestras direcciones dentro de las instituciones y con quienes trabajan dentro del IMCINE. Y también estar muy atenta de cuáles son las propias miopías que cada una podemos tener en base a la experiencia que hemos vivido, cómo podemos realmente tratar de mirar más allá de nuestros propios sesgos.
Sí creo que parte de la labor que tenemos las mujeres que estamos ahora en puestos importantes es buscar darle valor al proceso tanto como al resultado, a las formas de colaboración, apostar a liderazgos colectivos, y que no exista una narrativa de “el proyecto del IMCINE”, sino “los proyectos del IMCINE” que están en constante evolución y modificación en base a una participación de las comunidades que están en contacto con el instituto. Yo creo que ese es parte del reto de apostar a estos liderazgos de mujeres que en este momento, en este país, son tan importantes.