Pablo Fendrik, director de "El ardor"
El argentino Pablo Fendrik llega al Festival Internacional de Cine de Cannes por tercera ocasión, con la que es sin duda su producción más ambiciosa: “El ardor”, un western protagonizado por el mexicano Gael García Bernal y la brasileña Alice Braga, que extrañamente tiene su origen en un trunco proyecto sobre un piromaníaco. Teniendo como escenario la selva misionera, la historia sigue a un misterioso hombre que debe rescatar a una joven campesina, luego de que unos mercenarios asesinan a su padre. La película, a la que el Festival dedicará una de sus proyecciones especiales, es una producción de Magma Cine (Argentina), Participant Media (Estados Unidos), Canana (México), Bananeira Filmes (Brasil), Telefe (Argentina), Manny Films (Francia) y Aleph Media (Argentina).
Este es un proyecto que preparas hace tiempo y el cual ha cambiado bastante durante el proceso de desarrollo. Inicialmente era la historia de un piromaníaco, ¿cómo ha mutado a la historia que es hoy?
Luego de un año y medio o dos de buscar financiación para esa idea inicial sin el menor suceso, empecé a aceptar la idea de que nadie mas entendía la historia que había escrito (salvo Gael, que incluso en ese momento estaba interesado en hacerla) y mucho menos poner plata para producir semejante despropósito. Entonces me fui a la selva porque tenía la idea de que algo de la esencia primaria del personaje que protagonizaba el guión inicial podía desarrollarse en una historia que tuviera lugar en medio de la selva. Cuando llegué a Misiones conocí una realidad de la que no había tenido noticias nunca antes: los colonos productores de tabaco y su estilo de vida. Me interesé por sus historias, por sus anécdotas. Pero sobre todo me sentí atraído por su relación con la tierra, con la naturaleza y su profundo sentido de pertenencia con ese lugar. Todo el panorama me sonaba a algo que inmediatamente pude identificar, ubicar dentro de un género, que terminó siendo el western.
¿Cuáles son los temas que aborda “El ardor”?
Como en todo western que se precie de tal, existe un conflicto situado en la línea de enfrentamiento que el supuesto progreso encuentra al conocer lo salvaje. Pero también es una historia de venganzas. Ajustes de cuentas de larga data, y otros mas cercanos en el tiempo. Incluso inmediatos. Y por supuesto hay un romance, o historia de amor.
La naturaleza juega un rol importante en la historia, ¿cómo fue trabajar con este contexto?
Muy estimulante, duro por momentos, pero por sobre todas las cosas fue altamante inspirador. La selva es un ambiente hermoso y hostil para el humano civilizado. Todo parece querer comerte, picarte, pincharte, cortarte o utilizarte como recipiente para criar su descendencia. Definitivamente no estás en lo alto de la cadena alimenticia cuando estas ahí, y eso se siente fuerte. Sobre todo cuando cae la noche…
Esta es la primera película en que diriges a actores extranjeros, que además tienen una proyección internacional, Gael García Bernal y Alice Braga. ¿Cómo trabajaste con ellos?
Muy cómodo. Son profesionales con vasta experiencia y muchísima generosidad. Es un placer encuadrarlos porque le dan una dimensión distinta a los planos. El nivel de precisión que manejan en lo interpretativo es sencillamente alucinante, y el conocimiento técnico que poseen hace que el trabajo de todos sea, no sólo mas ameno, sino también mas preciso. En resumen, ayudan a que tu película sea mucho mejor.
Se ha definido a la película como un western, ¿Te interesaba explorar el género o solo fue que la historia derivó en un film de género?
Fue una idea que apareció, como ya dije, entre reescrituras. Pero una vez que la chispa del género se encendió en mi cabeza, me obsesioné completamente con el género y no paré de ver westerns como por un año. Me apasioné. Lo adopté como propio. Sentí que esa conexión con el género tenía mucho que ver con el tipo de cine que tengo ganas de hacer en este momento de mi vida: Algo potente a nivel dramático, que pueda contener acción, intriga, romance y que fuese además vehículo de expresión para alguna cuestión que me inquiete lo suficiente como para querer desarrollarla en una obra en la que estuviera dispuesto a invertir varios años de trabajo. Y “El ardor” integra de manera plenamente satisfactoria todas esas inquietudes. Estoy muy contento con esta película.