Las comisionadas: Silvia Echeverri, directora de la Comisión Fílmica de Colombia
Tras asumir como directora de la Comisión fílmica de Colombia en 2008, Silvia Echeverri tomó conciencia de la relevancia de llevar las ciencias económicas a las industrias culturales. Su formación como economista y su desempeño, durante dos décadas, en Proimágenes Colombia –donde fue directora administrativa y financiera– le aportó claridad para liderar los procesos necesarios para cuantificar los datos del sector audiovisual en su país. Un doble ejercicio de transparencia y fomento de las políticas públicas para la industria cinematográfica en Colombia. LatAm cinema dialogó con Silvia Echeverri sobre su gestión al frente de la comisión, los desafíos que ha enfrentado, los cambios que ha experimentado el sector y los planes para el futuro.
Desde el inicio de su gestión al frente de la comisión ha hecho hincapié en la importancia de contar con datos fiables, ¿cómo fue este proceso?
Al principio de mi carrera, trabajando en el sector financiero del audiovisual, vi que no tenía acceso a bases de datos, mientras que en otras áreas había lo que quisieras. En cine preguntabas: ¿cuántas películas se hicieron el año pasado? y se enumeraba de memoria, pues esta y esta y esta. Entonces empezamos a trabajar en ello: cuántas películas, qué presupuesto, cuántos espectadores, cuántas salas, dónde están situadas, cuántas de las películas colombianas viajan a esas ciudades. Con eso empezamos a hacer el boletín Cine en cifras. Desde el día uno en la comisión fílmica dije que teníamos que demostrar el impacto económico del sector, entonces a todas las producciones le preguntamos cuánta plata gastó, cómo se divide en hotel, en pasaje, en contratación laboral, en contratación de equipos. Así tenemos unas estadísticas muy robustas y hemos elaborado un par de estudios económicos, no con gente de la cultura sino con gente de la economía, que han revisado todo ese material que nosotros tenemos y han demostrado el impacto económico del sector.
¿En qué etapa se encuentra la comisión fílmica que dirige?
Es una comisión fílmica nacional bastante constituida. Nosotros arrancamos en 2012 con unos incentivos que eran solamente para películas y venían de un fondo en efectivo. Eso funcionó muy bien hasta 2020, cuando se decide ampliar el espectro que podían atender estos incentivos. Se hicieron tres cosas muy importantes: Primero, se ampliaron los incentivos hasta 2032 (que estaban establecidos hasta el 2022). En segundo lugar, se estableció que los incentivos no eran solo para cine, sino que iban a atender todo el audiovisual, incluyendo series, videoclips, comerciales, videojuegos. Y, por último, se creó un nuevo incentivo a través del sistema tributario (CINA). Eso permite atender más proyectos y mucho más grandes. Nuestra comisión fílmica se ha posicionado, sobre todo en Estados Unidos y con las grandes plataformas, y está trabajando en la descentralización dentro de Colombia: si bien la producción tiene su hub en Bogotá, queremos que se irrigue a otras partes del país.
¿Cómo trabajarán la descentralización en las distintas regiones?
En Colombia cada uno de los departamentos son autónomos en su legislación y, por ello, pensamos que será un trabajo en red. Por ejemplo, los permisos para rodajes en espacio públicos, que es una de las tareas fundamentales de una comisión fílmica, los tiene que sacar adelante cada comisión. Nosotros estamos destinando algunos recursos a capacitación e incluso a asesoría jurídica, para que cada uno pueda hacer un plan de trabajo. La idea es que lideremos una red de comisiones fílmicas colombianas, más que que ellas dependan de nosotros.
Hacia el exterior del país, ¿cómo se posiciona Colombia en el competitivo mercado de destinos de rodaje?
En Latinoamérica hay dos grandes mercados: México y Brasil; después viene Colombia. A raíz de toda esta política que se viene implementando desde hace 25 años alrededor del audiovisual, hemos logrado este otro punto clave. Colombia también hace parte del acuerdo iberoamericano de coproducción que incluye a España y Portugal. Allí se hacen coproducciones desde hace mucho tiempo, desde antes incluso de la creación de la comisión fílmica. Somos un país relevante. Lo que nos hace falta es infraestructura. En Colombia no tenemos grandes estudios para hacer grandes producciones. Tenemos unos estudios de televisión de 800 metros cuadrados y eso es pequeño para una gran producción. Eso sería como lo único que diría que es pequeño.
“Tenemos lo que llamo un ‘happy problem’: en Colombia hay tanto trabajo, que no tenemos, a veces, cómo atenderlo. Por eso, por un lado, precisamos formar a más personal técnico y artístico en Colombia y, por otro, descentralizar, que no todo suceda en Bogotá”.
En los últimos años, las plataformas de streaming se han convertido en players clave en materia de producción, ¿cómo se está adaptando la comisión fílmica y la industria colombiana a estos procesos?
La situación coincide con la decisión de mejorar esos puntos que mencioné antes: ampliar el incentivo fiscal existente y darle más alcance. Esto coincidió con la pandemia, pero no fue responsivo. A nosotros no nos pasó que cayera la producción, justamente porque estábamos en un momento de promocionar esos nuevos incentivos. Nos tocó hacer giras virtuales que ya estaban planeadas, por eso nosotros crecimos en 2020.
Has mencionado que uno de los desafíos de Colombia es el tamaño de los estudios, ¿qué otros desafíos tienen por delante?
Tenemos lo que llamo un happy problem: en Colombia hay tanto trabajo, que no tenemos, a veces, cómo atenderlo. Por eso, por un lado precisamos formar a más personal técnico y artístico en Colombia y, por otro, descentralizar, que no todo suceda en Bogotá. El gran porcentaje del presupuesto, por lo menos el 70%, lo vamos a destinar a programas de formación. En este momento estamos haciendo un diagnóstico con la Universidad Javeriana Pontificia para ver cuáles son las necesidades en los campos de la formación en las diferentes regiones y empezar a diseñar un plan que responda a esas necesidades.
Antes mencionabas los acuerdos de coproducción en Iberoamérica. En cuanto a asociatividad, ¿cuál es el alcance de los acuerdos regionales, específicamente, la Latin American & Caribbean Film Commission Network (LAFCN)?
Por mucho tiempo hemos sido parte de la Association of Film Commissioners International (AFCI), que tiene liderazgo desde Estados Unidos. Desde que empezó a existir una comisión fílmica en Colombia, hacemos parte activa de esta asociación. Estuve en su junta directiva varios años y soy muy cercana a ellos. La LAFCN ha sido siempre como un grupo de amigos. No tenemos una existencia jurídica, es más bien reunirnos, conversar, apoyarnos. El sueño siempre ha sido que sea una entidad jurídica a la que todos los países hagan aportes, donde podamos gestionar unos recursos adicionales que vengan de organismos multilaterales, pero eso ha sido bien difícil. Últimamente ha habido un nuevo liderazgo desde la comisión fílmica de Buenos Aires, que está buscando un acuerdo de coproducción de series. Personalmente, me parece difícil de implementar, porque se dice que serán coproducciones privadas, pero eso puede suceder sin necesidad de que las comisiones fílmicas hagan ningún acuerdo. De hecho, así se hacen las series. Los acuerdos de coproducción sirven para destinar recursos públicos de mi país a una película que hago contigo. Si eso es lo que se está buscando, esos acuerdos de coproducción tienen que pasar primero por los congresos de las repúblicas de todos los países. Es un largo camino.