El cine se instala en las aulas de América Latina
A partir de 1990, las posibilidades de estudiar carreras vinculadas al cine se multiplicaron en algunos países de la región debido a diversos factores que abarcan desde la aparición de nuevas tecnologías, que facilitaron el acceso a equipos de filmación y edición, hasta cuestiones sociopolíticas como el regreso de la democracia y una consecuente apertura en las universidades, que hasta entonces se habían resistido a incluir al séptimo arte en su oferta académica. En otros territorios la educación audiovisual llegó ya entrado el siglo XXI, impulsada por reconocimientos internacionales del cine local y, en los programas más abarcativos, la creciente importancia del manejo de medios digitales en el mundo contemporáneo. Sin embargo, el acercamiento al mundo del cine a través de instituciones educativas en Latinoamérica surgió mucho antes, hace más de 60 años. Los tres referentes cinematográficos de la región -Argentina, Brasil y México- son también los que poseen una oferta académica más amplia, aunque algunos países han visto florecer ambos aspectos en paralelo en los últimos años. Artículo publicado originalmente en el número 33 de la revista digital de LatAm cinema en noviembre de 2018.
En 1956 y poco tiempo después de su regreso de Italia, el cineasta argentino Fernando Birri fundó el Instituto de Cinematografía de la Universidad Nacional del Litoral en su Santa Fe natal, también conocido como "la escuela documental de Santa Fe". Desde entonces, Argentina se ha transformado en el epicentro de la formación cinematográfica, contando hoy en día con un nutrido menú de opciones para acoger las necesidades de sus miles de estudiantes, en su mayoría argentinos o de países cercanos como Ecuador, Bolivia o Perú. En 1965 se fundó en Buenos Aires la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), una institución pública y gratuita que cuenta con un competitivo proceso de selección. Para el ingreso 2018, por ejemplo, se inscribieron unos 1350 aspirantes en alguna de sus siete especialidades. Para cada orientación hay un cupo anual de diez lugares, y la competencia en el área de realización es feroz: se postularon 486 alumnos mientras que en sonido, la menos popular, sólo fueron 57. Algunos de los que salieron airosos de ese proceso y egresaron de la escuela fueron Lucrecia Martel, Fabián Bielinsky, Tristán Bauer y Lucía Puenzo. ENERC cuenta desde 2015 con sedes regionales en distintos puntos del país que ofrecen la carrera de Realizador Cinematográfico Integral, en un intento por descentralizar la oferta formativa concentrada en casi todos los países, con la excepción de Brasil, en las ciudades capitales. Otra de las opciones de peso en Argentina es la Universidad del Cine (FUC), que desde sus inicios en 1991 ha tenido entre sus estudiantes a reconocidos realizadores como Damián Szifrón, Santiago Mitre, Mariano Llinás, Lisandro Alonso y Ana Katz. La FUC ofrece licenciaturas, profesorados y un magíster, y cada año produce más de 150 cortometrajes, además de coproducir con sus alumnos y egresados cerca de quince largometrajes. De la misma época son el Centro de Investigación Cinematográfica (CIC) y el Centro de Investigación y Experimentación en Video y Cine (CIEVYC), otras de las instituciones de referencia en el país. La oferta argentina es particularmente amplia, e incluye grandes instituciones educativas públicas, como la Facultad de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires, pequeños centros privados y numerosas alternativas en el interior, como la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video (ERCCV) en Mendoza.
Estas escuelas y universidades están entre las 22 instituciones argentinas que integran la Federación de Escuelas de la Imagen y el Sonido de América Latina (FEISAL). La organización reúne, hasta el momento, 55 carreras universitarias y terciarias, públicas y privadas, dedicadas a áreas de comunicación de doce países de la región. Su objetivo es promover instancias de intercambio y crecimiento a través de jornadas académicas, una plataforma de cortometrajes de alumnos, el programa "profesor visitante", el Premio FEISAL en seis festivales de la región para realizadores latinoamericanos de menos de 35 años y el desarrollo de una base de datos interactiva de proyectos de investigación. La idea de formar FEISAL surgió en Cuba, en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), y se materializó al año siguiente en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) de Ciudad de México. "Uno de los grandes impulsores de la federación fue Fernando Birri, quien planteó la necesidad de empezar a dialogar entre nosotros en lugar de quedar sueltos y dispersos, ya que estamos convencidos de que a pesar de la diversidad geográfica que tenemos en América Latina, vivimos y padecemos procesos muy similares", cuenta el presidente de la institución, Esteban Ferrari.
El nombre de Birri vuelve a aparecer como una importante pieza en la formación de cineastas de la región no sólo por su participación en la conformación de FEISAL sino porque en 1986 fundó junto al escritor colombiano Gabriel García Márquez y el realizador cubano Julio García Espinosa -como proyecto de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano- la mencionada EICTV en Cuba, reconocida institución de la que se han graduado cerca de mil estudiantes de 60 países en alguna de sus ocho especialidades, entre los que figuran el brasileño Lucas Paraizo, la venezolana Mariana Rondón y el colombiano Carlos García. La peculiaridad más destacada de la EICTV es su carácter internacional. Sus estudiantes, provenientes principalmente de Latinoamérica y España, residen durante tres años en el campus de la escuela, reciben visitas permanentes de personalidades del cine mundial y siguen un plan de estudios modular: cada quince días cambia el claustro de profesores por lo cual, una vez graduados, los estudiantes habrán recibido clases o asesorías de un promedio de 300 profesores. "La vía académica acelera procesos y es una manera de aprovechar el camino recorrido por otros. Si los profesores de las escuelas de cine están vinculados a la realización audiovisual, como en nuestro caso, lo más valioso que entregan es su experiencia: los tropiezos y los hallazgos que han ido marcando sus carreras como artistas", explica Susana Molina, directora general de la escuela.
Además de haber impulsado la formación de FEISAL, la escuela cubana también forma parte, junto a otras 14 organizaciones educativas de ocho países de Latinoamérica, del Centre International de Liaison des Ecoles de Cinéma et Télévision (CILECT), red conformada por 170 escuelas de todo el mundo enfocada en mejorar la calidad de la enseñanza a través de encuentros, talleres y debates, y la organización anual de un congreso y un festival. "CILECT fue fundada en 1955 como una asociación de escuelas europeas y unos años después de convirtió en internacional. La primera escuela latinoamericana en afiliarse fue el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México", explica la actual presidente de la institución, Maria Dora Mourão, y agrega que la enseñanza en estas áreas posee un grado de dificultad extra: "El campo del cine y el audiovisual requiere un constante proceso de reflexión sobre las estructuras curriculares y los métodos pedagógicos que se aplican que nos permitan entender los nuevos desafíos y mantenerse actualizados con el impacto de los avances tecnológicos y sus consecuencias teóricas y estéticas".
México y Brasil, los otros dos grandes
Fundado en 1963, el CUEC fue el primer centro de enseñanza de cine en México y es, hasta la actualidad, uno de los espacios de formación más prestigiosos del país. Con énfasis en la investigación académica y matrículas de bajo costo, ofrece una licenciatura en cinematografía y una maestría y doctorado en documental. Por sus aulas han pasado profesionales de la talla de Alfonso Cuarón, Issa López y Julián Hernández. Creado en 1975, el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) es otra de las instituciones públicas de referencia, tanto a nivel nacional como regional. Carlos Carrera, Rodrigo Prieto y Tatiana Huezo son algunos de los egresados de esta escuela reconocida por su apuesta por la realización: cada año produce y postproduce junto al IMCINE una ópera prima de ficción y una documental de egresados, además de colaborar con recursos económicos y servicios en las seis o siete películas (cortos o largos) que se realizan por generación. Alfredo Loaeza, director de CCC, opina que la creación dentro de un ámbito académico trae beneficios. "Es una manera de crear sin limitaciones editoriales o de cumplimientos de éxito económico, por lo que garantiza las condiciones para que los alumnos busquen su modo de hacer cine antes de lanzarse por un lugar en el ámbito cinematográfico, donde a veces su propia trayectoria académica termina por otorgárselo".
La oferta privada en México continúa creciendo, destacándose iniciativas que si bien son de reciente creación llaman la atención por su plantel docente y su currícula, como la Escuela Superior de Cine (ESCINE), surgida de un taller de la casa productora y distribuidora Mantarraya que ofrece licenciaturas en cinematografía y animación, o la Facultad del Cine, nacida en 2015 con la idea de ofrecer una mirada menos técnica y más artística. Si bien la mayor oferta se concentra en la capital, existen importantes instituciones en otros puntos del país, como el Departamento de Imagen y Sonido de la Universidad de Guadalajara, la Universidad de Monterrey, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), o la Escuela Veracruzana de Cine Luis Buñuel.
En Brasil, otro de los países con gran tradición audiovisual y una sólida industria cinematográfica, la oferta académica está concentrada en los estados de São Paulo, Rio de Janeiro, Mina Gerais y Rio Grande do Sul. Se destacan las carreras vinculadas al cine de la Universidad de San Pablo, Universidad Estatal de Campinas (Unicamp), la Universidade Federal de Integração Latino-americana (UNILA), Puc-Rio, los posgrados de la Universidade Federal de Rio de Janeiro y, más al norte, la Universidad de Brasilia. A partir de 2000 se han abierto numerosas carreras en las zonas centro y norte del país, debido tanto a la proliferación de universidades públicas federales como a la apertura de opciones privadas. Entre las 81 instituciones de formación superior reconocidas en la actualidad por el Ministerio de Educación de Brasil sobresalen la Universidade do Vale do Rio dos Sinos (Unisinos) en Porto Alegre, la Fundação Armando Alvares Penteado (FAAP) con tres sedes nacionales y la Universidad de Fortaleza en Ceará.
La pregunta que surge es si existe en Latinoamérica una industria lo suficientemente fuerte para absorber a todos estos nuevos graduados.
Creciendo al ritmo de la industria
Para Esteban Ferrari, sin contar los tres países que llevan décadas liderando la oferta académica de la región, Colombia es el que más ha crecido en los últimos años. "Es muy llamativo cómo han aparecido carreras de cine en Colombia. Más allá de las opciones con muchos años de trayectoria como la Escuela de Cine de la Universidad Nacional o algunas opciones privadas como Black Maria, en los últimos años se han abierto muchas nuevas carreras en todo el territorio", comenta. Según el fondo mixto de promoción Proimágenes Colombia, existen en el país 42 programas técnicos y universitarios de formación, y cuatro posgrados o maestrías. Algunas de las más populares en la capital son la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Corporación Universitaria UNITEC y la Escuela Nacional de Cine (ENACC). Fuera de Bogotá destacan la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín o la carrera de Cine y Audiovisuales de la Universidad del Magdalena en Santa Marta.
Otro de los países que ha registrado un fuerte crecimiento de su oferta académica en años recientes ha sido Chile. Si bien la Universidad de Chile había tenido un rol de relevancia en la década de 60, el golpe de Estado de 1973 llevó al exilio a muchos realizadores y desmanteló su cineteca. En 2005 se retomó la actividad con la carrera de Cine y Televisión del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI), que cuenta con Francina Carbonell, Roberto Doveris e Isabel Orellana entre sus egresados. Otra carrera de relevancia es la de Dirección audiovisual de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Si bien su plan y formato actual está vigente desde 2003, el interés por el audiovisual de esta universidad se remonta a 1955 con la creación del Instituto Fílmico, que tuvo entre sus colaboradores a Patricio Guzmán. La tercera opción de referencia en el país andino es la Escuela de Cine de Chile, fundada en 1995 con el desafío de incentivar el trabajo colectivo utilizando los recursos mínimos para estimular la creatividad y por la que han pasado cineastas como Sebastián Silva, Marialy Rivas y Sebastián Lelio, quien al ganar el Oscar a la mejor película extranjera sumó un incentivo más para que jóvenes chilenos vean en el cine una buena opción para su futuro profesional. Otros centros de Santiago son la Universidad Mayor, la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (UNIACC), de donde egresó Pablo Larraín, y ARCOS. Fuera de la capital existen opciones como la Universidad de Viña del Mar o la Escuela de Cine de la Universidad de Valparaíso (CINEUV).
En el resto de los países de América del Sur destaca la oferta académica de Bolivia, con opciones públicas como la Universidad Mayor de San Andrés o privadas como ECA; Uruguay, que cuenta con la Escuela de Cine del Uruguay (ECU) y varias licenciaturas en comunicación audiovisual ofrecidas por universidades públicas y privadas; y Ecuador, con opciones como el Instituto Superior Tecnológico de Cine y Actuación (INCINE) o la Carrera de Cine de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, inaugurada este año.
En Centroamérica, Costa Rica y República Dominicana son los países con una oferta más completa y amplia. La Universidad de Costa Rica reabrirá en 2019 la Maestría en cinematografía con el fin de reactivar la producción del país, sumando su propuesta a varias existentes, como la Academia de Cine y Animación ULACIT y la Universidad Veritas. En República Dominicana la demanda de formación se corresponde con el actual momento de crecimiento de la industria cinematográfica nacional, y abarca propuestas específicas recientes como la de Altos de Chavón o la apertura de opciones vinculadas a lo audiovisual en varias universidades.
La proliferación de cursos, carreras cortas, licenciaturas y posgrados vinculados al cine en América Latina se corresponde con una tendencia mundial que va de la mano de contextos políticos o económicos propicios. Si bien en la actualidad muchos estudiantes viajan a países como Estados Unidos, España o Francia con el fin de enriquecer sus estudios con el aprendizaje de otras culturas y la inmersión en escenarios de mayor producción, son cada vez más los jóvenes de la región que tienen la opción de estudiar cine a pocos kilómetros de sus casas, independientemente del país o la zona de la cual sean oriundos. La pregunta que surge es si existe en Latinoamérica una industria lo suficientemente fuerte para absorber a todos estos nuevos graduados. Pero eso es otro tema.
Fabiola Santiago en México y César Castanha en Brasil han contribuido a este artículo.