Mirador Público #5 - Encuentros con el propio cine: ¿están dadas las condiciones para que la ciudadanía vea cine nacional?
Difícilmente se ponga en tela de juicio que las políticas públicas deben garantizar las condiciones para que la ciudadanía tenga acceso al cine nacional. Aunque muy discutida, la regulación es una de las políticas más necesarias para generar un marco de protección de nuestros cines ante la inequidad de la era neoliberal, que en los últimos años se vio acrecentada con el auge y la concentración de las grandes plataformas. En este artículo analizamos algunas otras medidas que los países de la región están implementando desde el sector público con el objetivo de que la ciudadanía se encuentre con su propio cine.
Con 7300 pantallas, según datos del IMCINE, México es el parque cinematográfico más grande de la región -frente a las 3200 de Brasil y las 1200 de Colombia- y en el que más personas van a cine: en 2021 se vendieron 110 millones de entradas, muy por encima de los 54 millones de Brasil o los 27 millones de Colombia. Sin embargo, la cuota de cine nacional en los últimos cinco años apenas se situó en el 8,3%, y de los 110 millones de entradas vendidas en 2021, apenas 4,9 millones fueron para el cine mexicano. Y si bien las películas mexicanas supusieron el 24% de los estrenos anuales en 2021 - no muy lejos del 29% de estrenos estadounidenses-, casi la mitad de las películas mexicanas (44%) se estrenaron en un máximo de 10 pantallas.
Las posibilidades de acceso de la ciudadanía mexicana a su cine son escasas, especialmente en los circuitos comerciales. En 1994, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, las medidas de protección al cine mexicano se redujeron drásticamente, al pasar de una obligatoriedad de pantallas del 40% al 10%, y ni siquiera ese porcentaje se está cumpliendo. Así lo explicaba María Novaro, directora de IMCINE, en una entrevista realizada en 2020 en la que afirmaba que estaban buscando herramientas para que efectivamente se empezara a cumplir dicha cuota. Sin embargo, LatAm cinema consultó con el IMCINE sobre posibles avances en este sentido y de momento no hay novedades. De hecho, desde el Instituto nos informaron que “en la convención de la CANACINE (Cámara de la Industria Cinematográfica de México), celebrada a principios de marzo en Jalisco, las propias exhibidoras comerciales declararon que exhiben un 7% de cine mexicano en sus pantallas" y añadieron que "les gustaría exhibir más, pero el público ‘no responde’”.
Ante esta situación, la autoridad cinematográfica mexicana viene desarrollando diferentes políticas públicas para abordar el problema. Además de la preservación y la producción, el nuevo Plan de Fomento para el cine mexicano, FOCINE, hace foco en la exhibición, que cuenta con dos líneas: estímulos para proyectos de formación de públicos y de exhibición de cine mexicano, y apoyos para equipar y/o acondicionar salas. La primera línea, orientada tanto festivales como muestras o ciclos puntuales, apoyó 61 iniciativas entre 2021 y 2022, incluyendo varios certámenes, pero también programas de cine de salas, iniciativas de cineclubes, giras itinerantes y funciones al aire libre. Por su parte, la segunda apoya salas que incluyan al menos un 40% de cine mexicano en su programación anual.
Según las bases de FOCINE, el cine mexicano exhibido debe ser diverso y algunas funciones tienen que orientarse a públicos diversos (infancias, jóvenes, adultos mayores, comunidades indígenas, población migrante, comunidad LGBTTTIQ+ o personas con discapacidad). En la primera convocatoria (2021) se seleccionaron 13 proyectos que, a lo largo de 2022, programaron 9241 funciones, de las cuales un 49% eran de cine mexicano y un 10% estaban dirigidas a públicos diversos, según datos de IMCINE.
La plataforma de cine online Filmin Latino es otra de las políticas públicas implementada por IMCINE para dar respuesta la falta de salas en territorios fuera de los centros, una situación que se repite en toda la región. Lanzada en 2015, la plataforma se posicionó como el principal portal del cine mexicano en el marco de la crisis sanitaria por covid y en la actualidad ofrece un catálogo de más de dos mil títulos. Según una entrevista realizada por LatAm cinema en agosto de 2022, la plataforma cuenta con unas tres mil suscripciones activas y el promedio de visionados nacionales ronda los 250 mil al año. Para facilitar el acceso en las periferias, el IMCINE también ofrece un catálogo de obras mexicanas a centros culturales y bibliotecas de todo el país, y en diciembre de 2022 implementó Mx Nuestro Cine, canal público de televisión dedicado a su cinematografía.
Circuito Spcine: cines de proximidad
En Brasil, los marcos regulatorios -incluyendo los de la exhibición- protegieron de forma contundente el cine nacional durante una década, hasta la llegada de Jair Bolsonaro al gobierno. Con el regreso de Lula, se espera que se reactiven las regulaciones, tal como lo ha planteado el gobierno.
En esta sintonía, la autoridad de política pública para el fomento del audiovisual en la ciudad de São Paulo, Spcine, inauguró en 2016 el Circuito Spcine, una red de 20 salas públicas de cine con equipamiento DCP, seis mil butacas, programación regular y entradas a precios populares, que oscilan entre cero y 4 reales (2,5 dólares). Financiadas a través de las Secretarías de Cultura y Educación, las salas se ubican prioritariamente en regiones no atendidas por el circuito comercial, pues el proyecto surgió como respuesta a un diagnóstico realizado en 2014 según el cual el 10% de la población paulista nunca había ido al cine, y mencionaba el precio de la entrada y la distancia de las salas como las causas más relevantes.
En 1994, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, las medidas de protección al cine mexicano se redujeron drásticamente, al pasar de una obligatoriedad de pantallas del 40% al 10%, un porcentaje que, según se plantea desde el sector, ni siquiera se cumple.
En la actualidad se programan unas 200 sesiones semanales de cine brasileño e internacional coordinadas por el equipo de Difusión de Spcine. En declaraciones a LatAm cinema, Márcia Scapaticio, coordinadora de dicho departamento, comenta que la programación se define en función del calendario de estrenos y del público de cada sala: “hay salas con un gran público infantil/familiar que prefiere películas en lengua original (portugués) y dobladas. Por tanto, la programación lo tiene en cuenta. Otras salas tienen un público más joven y/o adulto que sigue los estrenos independientes y más experimentales, y prefiere versiones subtituladas. Las películas brasileñas independientes también son bien recibidas por el público”, señala. Respecto al cine brasileño, Scapaticio comenta que siempre está presente con una relación de 1 a 3.
Desde su creación en 2016, el Circuito Spcine ha recibido más de 1,8 millones de personas. En 2019, último año prepandemia, las 20 salas recibieron casi medio millón de personas, una cifra que sufrió una fuerte caída en los pandémicos 2020, 2021 y 2022. El promedio de público para las películas brasileñas en 2022 fue de 15 personas, por las 23 de las sesiones internacionales, una relación distante de los circuitos comerciales. El año pasado, la institución lanzó Spcine Play, una plataforma pública de streaming centrada en cine brasileño que es de acceso gratuito en todo el país. Se trata de un proyecto que la agencia ya había proyectado en 2016, en aquel momento bajo el nombre SPVOD y en alianza con O2 Play.
En cuanto a los desafíos para el futuro, Scapaticio afirma que son los mismos que para el resto de los cines: “el retorno del público a las sesiones presenciales y cómo dividir la atención entre lo que ver en streaming y en las salas. Un factor positivo que ayuda a atraer al público son los festivales de cine de São Paulo, que han vuelto al formato presencial. Poco a poco, el público vuelve a las salas y redescubre el ritmo de las películas y el ritual de estar en el momento presente: dejar de lado el móvil y las redes sociales para dedicar su atención a la película y a la experiencia colectiva”.
Ondamedia y CINE.AR: política pública de streaming
La chilena Ondamedia es otra plataforma de streaming surgida desde el sector público para conectar cine y ciudadanía. La iniciativa arranca en 2019 para dar respuesta a la concentración y a las escasas pantallas para el cine propio. Chile cuenta con medio millar de salas ubicadas en el 10% del territorio - principalmente en la región metropolitana-, en 2021 los estrenos nacionales representaron el 5,3% y el cine chileno obtuvo una cuota de mercado del 0,1%, según datos del Panorama de EGEDA 2021. En ese año se discutió un proyecto de ley que proponía la instalación de cuotas, pero no llegó a aprobarse.
Hoy en día, la plataforma cuenta con un catálogo de unas 700 películas y más de 420 mil personas registradas de todas las comunas que reproducen en torno al millón de películas al año. De promedio, se estrenan cinco largos por mes y las películas reciben unos 15 mil visionados, 10 veces más que en salas. En 2020, su alcance se multiplicó por seis: pasó de 360 mil visualizaciones en 2019 a 2,2 millones en el año pandémico, según datos del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Gratuita para la ciudadanía, Ondamedia paga los derechos de exhibición de las películas combinando un mínimo garantizado y el número de visionados. Consultado sobre esta fórmula en una entrevista reciente con LatAm cinema, el director de la plataforma, Ian Goldschmied, señalaba que este acuerdo “nos ha permitido distribuir los recursos de forma eficiente, de acuerdo a los intereses de la ciudadanía. Pero a su vez, también permite que las productoras y distribuidoras tomen un rol más activo en la difusión de sus películas, lo que, indirectamente, nos ha ayudado a descentralizar la difusión de la plataforma”.
Justamente la difusión es uno de los principales desafíos de la gestión, tal y como señala Goldschmied: “Entendimos que si uno deja de insistir, inmediatamente decae el consumo”. Entre las acciones realizadas, Goldschmied destaca el plan de medios con aliados comunicacionales, el trabajo con influencers y crítica para activar el “boca en boca”, y el diseño de materiales audiovisuales y gráficos originales para las redes sociales: “nos hemos dado cuenta de que no nos sirven los trailers oficiales de las películas, sino que los videos de 20 segundos funcionan mejor para que el algoritmo le de una proyección amplia”. El director de Ondamedia se refiere también al trabajo de analítica, que “nos ha permitido perfilar mucho mejor a los usuarios y en base a eso queremos empezar a sugerir películas a través de mailing”, señala, y agrega: “Detectamos que se pierde mucho tiempo tratando de orientarse en la plataforma y queremos facilitar esa búsqueda”.
En Argentina, la plataforma CINE.AR ofrece cine argentino de forma gratuita para la ciudadanía del país. Según un informe de la plataforma, los visionados aumentaron en hasta un 400% en 2021 gracias a las activaciones de comunicación, año en el que la plataforma cerró con más de 2 millones de usuarios registrados. Además, ofrece estrenos a través de sistema transaccional (en 2021 se ofrecieron 87 producciones que fueron alquiladas más de 100 mil veces).
Las estrategias de comunicación son precisamente una de las principales herramientas para favorecer la accesibilidad, un factor que no siempre se tiene en cuenta desde las políticas públicas. En Uruguay, por ejemplo, se lanzó CineUy en el tercer trimestre de 2021, un canal de cine uruguayo alojado en la plataforma de la empresa pública de telefonía, Antel. Creado por el INCAU y la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod), el canal ofrece películas a través del esquema de suscripción y alquiler, pero la ausencia de una política de comunicación no permite hablar de resultados contundentes. Según un informe al que tuvo acceso LatAm cinema, en febrero de 2022 apenas sumaba 230 suscripciones y 200 alquileres.
Nota de redacción: no fue posible acceder a informes actualizados de CineUY.
Agradecimientos: Gabriela Sandoval.
Acerca de la autora: Marta García es Licenciada en Comunicación Audiovisual, Magister en gestión cultural con especialización en relaciones culturales internacionales, migraciones y desarrollo local. Se desempeña en el sector cinematográfico desde 2008, habiendo trabajado en los ámbitos público y privado como programadora de festivales y espacios, periodista, analista y gestora cultural para la circulación de obras en territorio y a nivel internacional.