El realizador José Luis Torres Leiva lanzó en Chile su segundo largometraje de ficción, “Verano”, film que formó parte de la selección oficial de la sección Orizzonti de la Mostra de Venecia 2011, en el cual apuesta por un cine sensorial que se construye a partir de fragmentos que expresan el período estival con una fuerte impronta evocativa.
“Verano” es la confluencia de los momentos que se generan a partir del encuentro de diversas personas que veranean, viven o trabajan en las Termas de Cauquenes, un punto turístico ideado para el descanso, que se ubica en Rancagua al sur de Santiago de Chile. Alejada de la historia narrativa convencional, la película se construye con sonidos, espacios, pequeños gestos y efímeros encuentros, que filmados con una cámara Hi8 se convierten en una cadena de reminiscencias de algún verano pasado.
Producida por la directora Alicia Scherson a través de La Ventura, se exhibe hasta el 11 de noviembre en Santiago, únicamente en la sala de cine del Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
“Verano” es una película más sensorial que narrativa, ¿qué te interesaba transmitir al comenzar a construir la película y cómo fue el proceso de armar este puzzle de pequeñas historias?
Más que una historia siempre me interesa algo que está por los bordes, por lo que no se ve o que supuestamente no interesa a simple vista. Me atrae el detalle o los pequeños momentos y creo que “Verano” es eso. Es una representación de una sensación que parte como algo muy personal y que espero se vuelva universal según como llegue a cada espectador. Para mí el cine funciona de esa manera. Con respecto a como se fue armando la historia, principalmente nace desde los actores. Para mí fue importante tenerlos durante el proceso de escritura, basándome en muchas historias que ellos me contaban o simplemente por algunos momentos o detalles que yo veía en ellos.
El ser filmada en Hi8 le aporta una textura muy particular, le imprime como un estado de evocación constante a la película. ¿Por qué pensaste en este formato particular?
El Hi8 fue el resultado de una investigación que hicimos con Inti Briones, el director de fotografía con el que he venido trabajando este último tiempo y además un gran amigo.
El origen de la película fue el lugar: las Termas de Cauquenes, ubicadas cerca de Rancagua. Fui algunas veces a este lugar cuando era niño en compañía de mis abuelos. Ellos iban a tomar baños termales por el día y luego paseábamos en el bosque. De esos momentos tenía muy vagos recuerdos hasta que volví a ir a los 29 años. En ese instante todo volvió, la memoria se activó por las sensaciones. Y fue precisamente ese estado el que quería transmitir en la película. Con Inti llegamos a la conclusión que el Hi8 tenía esa textura de los recuerdos, de la nostalgia de veranos pasados. Y fue así como llegamos a utilizar este formato que si bien no nos otorgaba gran definición, nos daba una maravillosa gama de texturas muy interesantes.
La película es producida por una realizadora, Alicia Scherson, ¿qué le aportó trabajar con una directora en lugar de un productor?
Con Alicia somos amigos hace mucho tiempo y el hecho de que haya entrado como productora fue muy tranquilizante para mí. El hecho de que también sea realizadora hizo que el diálogo fuera mucho más fluido y que ambos nos adaptáramos sin problemas a los requerimientos que teníamos a mano. Fue una gran experiencia y espero que volvamos a trabajar juntos en un futuro proyecto.
Con respecto al elenco, ¿cómo seleccionaste a los actores, ya que es un grupo variopinto donde hay figuras como el realizador Ignacio Agüero o la cantante/actriz Rosario Bléfari? ¿Qué tanto se abrió el juego para la improvisación, cómo fue tu trabajo como director en este aspecto?
La mayoría de los actores son amigos de hace mucho tiempo. Casi todos los personajes están basados en ellos, en sus miradas, gestos, detalles. Rosario Bléfari se unió al proyecto en la última parte. Pensamos en ella porque con Alicia admiramos mucho la película “Silvia Prieto” de Martín Rejtman, además de su trabajo como cantante en el grupo Suárez y luego como solista. Rosario fue muy generosa en todos los sentidos y el trabajo con ella y con el resto del elenco fue de mucha confianza e intimidad. De esta manera el lugar para la improvisación fue muy importante para que la película respirara por sí sola. Yo nunca me he considerado un director de actores, prefiero ser un guía con respecto a sus interpretaciones. Mi confianza en su trabajo es muy grande, sobre todo porque la mayoría de las veces he podido trabajar con personas que conozco muy bien.
La película se proyecta durante tres semanas en una sala alternativa, esquivando el lanzamiento convencional. ¿Por qué no se siguió el tradicional camino comercial? ¿Qué tan difícil es el panorama en las salas para una película de estas características?
Creo que fue la mejor decisión y sobre todo la más coherente con respecto a la película. Prefiero que se pueda ver en una sala que nos da la oportunidad de exhibirla durante tres semanas fijo sin tener la presión de cuántos boletos va a cortar durante los primeros días.
Yo entiendo que es un negocio y que el sistema funciona de esa manera. Pero hay muchas películas que se pierden bajo ese concepto. Muchas películas que requieren tiempo y un boca a boca del público para que creen su propia publicidad. Y eso es imposible bajo la mirada de los distribuidores. Pero también creo que hay que buscar nuevos espacios para mostrar las películas. Hay muchas salas fuera del circuito que pueden ofrecer una mejor oferta a la hora de estrenar.
¿Actualmente estás trabajando en un nuevo proyecto?
En estos momentos estoy terminando de editar un documental llamado “Ver y Escuchar”, sobre las diversas percepciones de personas ciegas y sordas. También escribo un nuevo guión para un largometraje que se llamará “Groenlandia”, ambientado en la cordillera, cerca de la frontera con Argentina, durante un invierno nevado.
Cynthia García Calvo