• LatAm premiere: Mauricio Calderón Rico, director de “Todos los incendios”

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LatAm premiere: Mauricio Calderón Rico, director de “Todos los incendios”

“Todos los incendios” es el primer largometraje del mexicano Mauricio Calderón Rico, que también firma el guion. El film participará en Cineasti del presente, la competencia de Locarno para primeras y segundas obras que año a año ofrece una fotografía actualizada del talento internacional emergente. Egresado del CENTRO Diseño, Cine y Televisión, Calderón dirigió cinco cortometrajes: “Arma Blanca”, “Camino”, “El lugar más feliz sobre la tierra”, “Solo por el fin” y “El cuervo y el venado”, éste último de animación. “Todos los incendios”, su ópera prima, es un relato de coming of age con temática LGBTQ protagonizado por Bruno, un adolescente pirómano en búsqueda de sí mismo.

Producido por Colectivo Colmena, del que Calderón es socio fundador, en coproducción con las también mexicanas Enfant Poulet y Huasteca Casa Cinematográfica, el film contó  con el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (Focine) y el estímulo fiscal de proyectos de inversión en la producción (Eficine). Antipode Sales International está a cargo de las ventas internacionales. La película se enmarca en el ideario de Colmena, en el que prevalece el concepto de creación comunitaria junto a la poderosa impronta personal del cine de autor en la región, dos fuerzas que lejos de ser contradictorias, se retroalimentan.

Con motivo de su selección para la última edición de los Berlinale Talents,  Daniel Loustaunau, otro socio fundador del Colectivo, definía ese ideario en los siguientes términos en declaraciones a LatAm cinema: “Nuestro cine cuenta historias muy personales, en su mayoría coming of age: momentos de transición en la vida de adolescentes y niños que han emprendido un viaje cuestionando su cotidianidad, el statu quo”.

LatAm cinema conversó con Calderón sobre los desafíos y los aprendizajes de su primera película.

Desde tu posición de creador, ¿qué crees que distingue al colectivo como productora? ¿qué lo diferencia de otras productoras tradicionales?

Creo que Colmena se distingue de otras productoras justo porque tratamos (o al menos intentamos) que sean proyectos pensados en colectivo. Si bien nuestros trabajos al final están firmados por un guionista o director, los planeamos en grupo. Tenemos esta iniciativa que le llamamos Colmena Lab, donde peloteamos nuestras ideas, leemos nuestras historias, “tallereamos” nuestros guiones, comentamos el montaje de filmes que estén en proceso de edición, etc. Eso hace que se vuelva un proyecto colectivo, más que de un autor en solitario, pues los comentarios de todos enriquecen el guion o la película en cuestión. Además de que todos participamos en los rodajes.

“Todos los incendios” nació como proyecto de fin de carrera y ha pasado por Cine Qua Non Lab y el Script Station de Guadalajara. ¿Qué te aportaron exactamente estas dos plataformas, técnica y artísticamente?

El guion de “Todos los incendios” es, efectivamente, mi tesis de la maestría en guion que hice en el Centro de diseño, Cine y Televisión en Ciudad de México, donde también estudié la carrera y di clases. Guardé el guion en un cajón y al año de terminarlo lo desempolvé para presentarlo al festival de guion cinematográfico Escribe Cine, donde, asesorado por Ximena Escalante, gané el primer lugar. Con ese premio, pude entrar a Cine Qua Non Lab, donde se potenció muchísimo el guion, y ya tomó una forma más cercana a lo que se ve en pantalla. El guion creció mucho con las críticas de los tutores y de mis compañeros, y se consolidó de la mejor manera posible.

¿Y ahí ya se sumó Colectivo Colmena?

Sí, a partir de ahí empezamos a desarrollar el proyecto en Colmena, y es como asistimos al Script Station de Talents Guadalajara, que fue algo más breve, de pocos días, pero me ayudó mucho a tener un logline y una sinopsis sólidos, puesto que los proyectos que ahí se presentan están en diferentes etapas. También tuvimos oportunidad de presentarnos en el Talents Project Market, donde ganamos un par de premios. Pero donde tuvimos más apoyo fue en el Gabriel Figueroa Film Fund, del Festival de Cine de Los Cabos, donde ganamos dos premios, uno en etapa de desarrollo y otro en work in progress. Estas plataformas son súper importantes para la promoción, producción y distribución de la película. En ellas comienzan a ser visibles y sirven para tener un camino recorrido antes de solicitar fondos como Focine y Eficine, que son con los que se produjo la cinta.

“Quisimos jugar con un lenguaje cinematográfico muy libre, una fotografía nada estática que se mueva con el protagonista, cuya naturaleza adolescente hace que todo el tiempo se esté moviendo y corriendo de un lugar a otro, en una estética incluso cercana al documental”.

A través de un elemento muy simbólico, el fuego, planteas una historia muy realista de descubrimiento personal, que además está profundamente arraigada en la realidad social y personal de sus protagonistas. Es una combinación de simbolismo y realismo que funciona muy bien y que tiene su contraparte en la paleta de colores que utilizas en la película.

El fuego fue el primer elemento de la historia, incluso antes de que Bruno deseara hacer este descubrimiento personal y sexual. Prender fuego a cosas es como una válvula de escape para él, puesto que Bruno tiene que reprimir otras; si no lo hiciera, explotaría. En cuanto a la paleta de color, siempre fue pensada así, unos tonos más oscuros y fríos para el primer acto que sucede en Ciudad de México, más cálidos y brillantes para el segundo acto, que es en Durango, y también para el tercero, que es el cierre y regresamos a la ciudad. De regreso a la Ciudad de México, volvemos a ese frío, aunque más claro, como si Bruno hubiera sido purificado. El fuego predomina en todos los planos donde se encuentra e, si no es fuego, los tonos rojizos de la ropa o las luces de la calle nos remiten a las llamas. Por esa razón usamos sodios para iluminar.

Has elegido una relación de aspecto 4:3 muy adecuado para el retrato, pero más complicado para los movimientos escénicos y las relaciones entre personajes. ¿Por qué lo elegiste?

Miguel Escudero, el director de fotografía, y yo quisimos jugar con un lenguaje cinematográfico muy libre, una fotografía nada estática que se mueva con el protagonista, cuya naturaleza adolescente hace que todo el tiempo se esté moviendo y corriendo de un lugar a otro, en una estética incluso cercana al documental. El formato se acerca también más a la pequeña cámara que usa Bruno para grabar las cosas que quema y que luego sube a internet, además de generar esa opresión de sentirse encerrado, ya sea en un pequeño departamento o en su propio cuerpo, reprimiendo impulsos que tiene y que más adelante deja salir.

¿Cuál crees que es la audiencia ideal o deseada para tu película: adolescentes, adultos...? ¿Cómo te gustaría que fuera recibida?

Idealmente me gustaría que fuera cualquiera, pero creo que puede resonar especialmente en dos grupos: los adolescentes de hoy y los que fueron adolescentes hace 15 años, puesto que la película está situada en esa época. Creo que la gente de 30 años o más pueden recordar la dificultad de vivir una sexualidad en un mundo más heteronormativo, y comprobar cómo, afortunadamente, esas cosas han cambiado en la última década. Los adolescentes de ahora no se complican tanto en cuanto a etiquetas como nosotros, que ya somos más grandes y que tuvimos que pasar por eso.

A partir de esta película... ¿Qué tipo de cine quieres seguir haciendo en el futuro?

Me gustaría mucho seguir explorando temas LGBTIQ, tal vez examinados desde otro enfoque, desde mi óptica, que ha sido crecer en la heteronorma y tener que ir desarmando este concepto con una nueva masculinidad. Películas que hablen de estos temas, pero que ocurran en otras épocas, en tiempos donde no se podían ver estas historias, contar lo que gente se quedó con ganas de contar. Estoy escribiendo un par de proyectos con temas y personajes inclusivos, dramas con algunos elementos surreales.