RMFF 2012: Dieciocho proyectos independientes buscan apoyo en el RivieraLAB

Festivales - México

Desde Quintana Roo, por Cynthia García Calvo Creado con el doble objetivo de estimular la producción de cine independiente y fortalecer lazos entre Latinoamérica y Europa, RivieraLAB es el brazo de la industria del Riviera Maya Film Festival (RMFF), una plataforma internacional de proyectos donde se dan cita 18 films en fase de desarrollo o posproducción, que en este marco buscan caminos para su realización y finalización.

Proponiéndose ser un promotor del cine, RMFF añade a su premio de incentivo a la distribución de la competencia Plataforma Mexicana, dos canales para apoyar la producción independiente a través de RivieraLAB: el Foro de coproducción, compuesto por diez proyectos en etapa de desarrollo, y el Work in Progress, integrado por ocho películas en posproducción.

El Foro de Coproducción consiste en una presentación de cada proyecto a cargo del director y/o productor ante productores y distribuidores internacionales, invitados especialmente para la ocasión, y ante un jurado compuesto por Carlos Gutiérrez, Janneke Langelaan y Beatriz Novaro, que determinará el ganador de los tres premios de 200 mil pesos mexicanos.

Los participantes son: “Alba”, de Ana Cristina Barragán (Ecuador); “Tormentero”, de Rubén Imaz (México); “Pozoamargo”, de Enrique Rivero (México); “Cartucho”, de Andrés Chaves (Colombia / México); “Reimon”, de Rodrigo Moreno (Argentina / Alemania); “Rey”, de Niles Atallah (Francia / Chile); “Nueva España”, de Raya Martin (Filipinas); “El confidente”, de Luis Villegas (Colombia / España); “Los días no vuelven”, de Raúl Cuesta y Mauricio Sariñana (México), y “El tiempo nublado”, de Aramí Ullón (Paraguay / Suiza).

Work in Progress proyecta los ocho títulos escogidos ante los invitados y el jurado integrado por Benjamin Mirguet, Violeta Bava y Luís Urbano, que otorgará un premio de 200 mil pesos mexicanos, al que se añade el apoyo de Labodigital consistente en 46.000 dólares en procesos de posproducción.

Este apartado está integrado por “El lugar del hijo”, de Manuel Nieto (Uruguay / Argentina); “Hasta el sol tiene manchas”, de Julio Hernández Cordón (Guatemala); “Fogo”, de Yulene Olaizola (Canadá / México); “Tanta agua”, de Ana Guevara y Leticia Jorge (México / Uruguay / Holanda); “Cumbres”, de Gabriel Nuncio (México); “Matéria de composiçao”, de Pedro Aspahan (Brasil); “Rezeta”, de Fernando Frías (México), y “Calle López”, de Gerardo Barroso y Lisa Tillinger (México).

Todos los participantes de ambas modalidades tienen la oportunidad de mantener reuniones individuales con los invitados internacionales, a fin de posibilitar una colaboración futura o un intercambio que enriquezca el proyecto, atendiendo las diferentes necesidades de los participantes, relacionadas con la etapa en que se encuentra el proyecto y las particularidades de financiación en sus correspondientes países.

Para la mexicana Olaizola, de quien se exhibe también en la programación del festival “Paraísos artificiales”, la participación con su film “Fogo” tiene el claro objetivo de conseguir solventar la finalización de un proyecto rodado con actores no profesionales y sin guión, que surgió a partir de una residencia artística en la isla canadiense de Fogo. Su corta duración -60 minutos- le imposibilita aplicar a ayudas oficiales de IMCINE, por lo cual espacios como estos permiten su viabilidad.

“Es un proyecto muy pequeño, donde yo soy un poco todo. Básicamente por la duración estoy fuera de todas las convocatorias oficiales del IMCINE”, explica, exponiendo una realidad que aqueja a las producciones de corte más experimental: “Algo de lo que me preocupa en México es que, por un lado, los cineastas independientes dependemos mucho del Estado, sin el IMCINE estamos perdidos. Pero aún no están abiertos a un cine más riesgoso, películas que mezclan géneros, el documental con la ficción o que duran menos de 70 minutos, que es el cine que nos interesa a toda una generación. No encuentran que haya películas que se filmen con menos de 100 mil dólares. Sin embargo, los festivales y los demás apoyos que hay en Europa son todo lo contrario”.

La directora destaca un aspecto práctico del premio de RivieraLAB: “Hay muchos laboratorios que me han tocado con premios en especie y se vuelve muy complicado sacarles provecho. Con ‘Paraísos artificiales’ tuve un premio de posproducción en Ventana Sur, del cual sólo pude utilizar la mitad de las cosas porque te lo daban tarde y yo ya había empezado la posproducción. En cambio cuando te dan dinero en efectivo, las cosas son mucho más sencillas”.

Diferente es el caso de la ecuatoriana Barragán, quien orienta su búsqueda a conseguir coproductor mexicano y europeo para su opera prima “Alba”, un proyecto sobre la relación entre un padre y una hija, que ya ha obtenido premios a guión y desarrollo en Ecuador, pero los montos de ayuda que otorga el país hacen inviable su producción sin aportes foráneos.

“En Ecuador se da un millón de dólares al año para todos los proyectos. Entonces de estos laboratorios y los fondos internacionales depende que una película se haga o no, porque el dinero que hay en Ecuador no alcanza”, explica la directora.

“Cartucho”, una película que habla sobre la exclusión social, la memoria fragmentada y la repetición de la historia en Colombia a través de la decadencia de un barrio, se encuentra en una etapa más embrionaria. “Estamos buscando fondos para el desarrollo para continuar con nuestra investigación. Necesitamos dinero para hacer viajes, para seguir indagando en archivo fílmico que precisamos, y también estamos buscando posibles coproducciones”, cuenta Chaves, quien este año se concentrará en obtener ayudas para desarrollo tanto en Colombia como en el extranjero.

Coproducción entre Paraguay y Suiza, “El tiempo nublado”, opera prima de Ullón –productora de “18 cigarrilos y medio”-, es un proyecto ya avanzado, que se introduce en la intimidad de una relación filial, en este acaso de una madre y una hija, que es la propia directora.

“Trata de una hija que tiene que tomar la decisión de qué hacer con su madre anciana y enferma: volver a su lado a cuidarla o dejarla en un asilo y continuar con sus propios proyectos de vida. La hija soy yo y mi mamá es mi mamá”, relata sobre una película “pequeña y personal que refleja mucho de la sociedad paraguaya”.

Sobre su búsqueda puntual en este marco, indica: “Nosotros ya somos una coproducción entre Suiza y Paraguay. Buscamos ahora una tercera parte, preferentemente iberoamericana; buscamos preventa y world sales. Vinimos para eso pero también para tener los ojos de otros colegas, para que te den una opinión –ojalá sincera- de lo que estás haciendo y que te puedan plantear los problemas que puedas llegar a tener”.