El cine argentino es el único representante latinoamericano en la competencia Nuev@s Director@s del Festival de San Sebastián. Moroco Colman con “Fin de semana” y Federico Godfrid con “Pinamar” son las cartas de la región en una sección que se propone como un espacio de descubrimiento de nuevos talentos y formas de concebir el cine.
Tomando como puntapié su cortometraje homónimo que seis años atrás se vio aquí, Colman retrata en “Fin de semana” la enigmática relación entre dos mujeres. “En el guión doy la información a cuentagotas, dejando a la audiencia en el rol activo de sacar sus propias conclusiones”, cuenta a LatAm cinema el realizador. “Los vínculos de los personajes no están claros, tanto de las protagonistas como de los demás personajes. El espectador tiene que intuir. Me gustan las películas que no te dan todo servido. Creo que es una herramienta narrativa muy potente tener al espectador siempre atento, articulando los elementos de la trama”.
En relación a los temas que aborda, detalla Colman: “Tengo como interés principal explorar la restitución de los vínculos rotos y cómo en ese intento emerge la incapacidad de las personas de conectarse entre sí, la imposibilidad de tender puentes para buscar una reconciliación. También abordo la violencia de género, las relaciones enfermas, y cómo se naturalizan muchas de estas situaciones, ya sea por conductas del hombre o de la mujer”.
El componente sexual tiene un importante protagonismo, atravesando toda la película. “No tengo pruritos en mostrar el sexo, es algo que las dos protagonistas tienen, algo así como un sex appeal que transmiten y son muy desprejuiciados con respecto a ese tema. Hay escenas de sexo explícito”, puntualiza, confesando que este aspecto hizo más complejo el casting.
Colman también ha buscado asumir riesgos desde el aspecto formal. “Intenté que trama, conflicto y forma dialoguen como una unidad sólida, y que ésta vaya transformándose a modo de instalación en movimiento, según el estado de ánimo interno de los personajes y su vínculo. Desde lo formal fue un experimento y utilicé todas las herramientas cinematográficas disponibles para contar la historia. El desafío fue contar una trama ‘convencional’ de una manera ‘no convencional’ y que a la vez quede una película orgánica. Todo transcurre en dos días linealmente, pero formalmente va cambiando mientras pasan los minutos. Los ratios de proyección en la pantalla van cambiando frame a frame, la coloración cambia, el tratamiento del sonido cambia, el ritmo del montaje también”, detalla. Por todo ello, sostiene el realizador que es indispensable vivir la experiencia en el cine para verla en pantalla grande.
También sobre vínculos habla Godfrid en “Pinamar”, película que cuenta la historia de dos hermanos que vuelven a la ciudad balnearia que da nombre al film, para tirar las cenizas de su madre y vender el departamento familiar. “La pregunta que disparó esta película era: ¿cómo es el vínculo entre hermanos una vez que ya no hay padres que te reúnan en los cumpleaños y en las fiestas de fin de año? ¿cuál es ese vínculo verdadero cuando la familia, por el paso del tiempo, se convierte en otra cosa? A partir de allí, nos propusimos ahondar en los pequeños momentos y detalles que define cada vínculo, amistad-hermandad y amor, todos atravesados por la confianza o la falta de”, cuenta el director.
Este es el primer largo en solitario de Godfrid, quien previamente compartió dirección con Juan Sasiaín en “La Tigra, Chaco”. Sobre las diferencias con aquel debut, compara: “La experiencia fue notablemente diferente, pero no por pasar de compartir la dirección a estar en solitario. Esta película, si bien es pequeña, es considerablemente más grande que la anterior en términos de producción, equipo, cantidad de gente en el rodaje. Ese fue el gran cambio y una gran dificultad al principio y un gran aprendizaje en el correr del rodaje. Tal vez la codirección te permite relajarte un poco más porque siempre uno de los dos tiene una respuesta a las innumerables preguntas que surgen momento a momento; pero en este caso, cuando una pregunta me encontraba sin respuesta, tenía un gran asistente de dirección y primero de dirección con los que encontré un gran diálogo y apoyo para crear”.
El Premio Kutxabank-Nuev@s Director@s, que será determinado por un jurado internacional, otorga 50.000 euros al director y al distribuidor de la película en España. La selección se completa con películas producidas en Alemania, Bélgica, China, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Israel, Moldavia y Portugal.