SANFIC 7: Los caminos y las dificultades de producción en el cine chileno

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Desde Santiago de Chile, por Cynthia García Calvo La programación del SANFIC 7 da cuenta de la diversidad de miradas, historias y estéticas que presenta el actual cine chileno. Una suerte de abanico que parece abrirse cada vez más pero que sin embargo sigue evidenciando dificultades a la hora de conseguir financiación y pantallas para su exhibición, a lo que se suma el desinterés del público chileno por consumir cine nacional.

En el SANFIC Industria, el espacio que propone el festival para abordar diferentes aspectos del quehacer cinematográfico, dando lugar al intercambio de opiniones, exposición de experiencias y un trato directo de los profesionales con el público en general, se abrió debate sobre la estéticas y modos de producción del cine chileno, que tuvo como participantes a cinco realizadores que compiten en diferentes secciones del certamen: Rodrigo Marín, director de “Zoológico”, y Víctor Cubillos de “Ulises Morales”, ambos concursantes en el Work in Progress; Oscar Godoy, realizador de “Ulises”, y Francisca Silva de “La mujer de Iván”, de la competencia nacional, y Francisca Fuenzalida, directora de “La espera”, participante de la competencia internacional.

“El cine está súper de moda. Todos quieres hacer cine”, sostuvo Marín, definiendo en esa afirmación este momento de ebullición que se vive en Chile, donde hay cada vez más directores, amplitud de visiones, profesionalización del sector, escuelas de cine, pero contradictoriamente los fondos de financiamiento siguen siendo para unos pocos.

“Si están recién saliendo, nunca se van a ganar un fondo a la primera. Van a tener que estar listos para estar dos años viniendo a estas charlas, haciendo sus cosas…pagando el piso. El camino está lleno de ripio y hay que ir tirando el pavimento para ir pisando…El arte en general es una cuestión bastante elitista, más en Chile, y es difícil si no tenés una red de contactos”, advirtió Cubillos a los presentes, mayoritariamente estudiantes de cine.

El director fue el más claro y honesto a la hora de pintar la realidad: “Hay como tres majors que se ganan los fondos todos los años porque tienen una maquinaria grande, que son Fábula, Ceneca y Jirafa. Se han sacado la mugre haciendo su trabajo y tienen todo el derecho a ganar siempre. Entonces hay como un grupo que es como si fuera la FOX para mí, y después el resto. Entonces hablando de nuevos modelos de producción, creo que de ahora en adelante tenemos que abocarnos a que el Fondo Audiovisual se divida un poco así para no pelear con Bettati o Larraín porque son unos monstruos. Están en otro nivel”.

Con una competencia desigual, Cubillos aconsejó buscar “ideas fáciles, factibles de hacer”, y de allí en más comenzar a crecer. Su propia experiencia fue así. Su necesidad de filmar lo hizo preguntarse cómo hacer una película barata de algo que le interesara. El resultado terminó siendo el falso documental “31 de abril”, protagonizado por su propia familia.

“Las niñas”, opera prima de Marín también respondió a una urgencia, aunque su postura hoy en día sea diferente. “Hay que tener mucho cuidado con la primera película porque es una carta que uno puede quemar muy rápido”, dijo, ya que “si la primera no funcionó, te va a costar mucho hacer la segunda”. Actualmente finalizando “Zoológico”, la cual financió gracias al aporte privado de tres mecenas, consideró que existe una presión por hacer films siendo joven que lleva a que “uno se pone nervioso y no disfruta el proceso de crecimiento como autor”.

Esa imposición no la sufrió Godoy, quien hizo su primera película a los 44 años, bastante tiempo después que realizó sus cortos y cuando sintió que tenía algo que decir. Al comenzar a desarrollar su proyecto “Ulises”, de inminente estreno en el país, sus planes eran tres: “Rodar los fines de semana con amigos, juntar algo de dinero para rodar en video o el proceso largo, presentarse a fondos, rodar, pagarle a actores”. Para su sorpresa, terminó aplicando a fondos y armando una coproducción con Argentina.

Fuenzalida, que el 1 de septiembre lanzará su drama sobre el aborto “La espera”, tuvo como condicionante el factor económico. Su premisa fue pensar “cómo construimos la mejor historia posible, con el guión más potente que podamos, con básicamente dos actores el 80% de la película” con los recursos con los que se contaba. “De ahí fue surgiendo el resto. Ahí decidí qué película quería, la estética, que fuera realista, intimista, sin grandes melodramas”, relató, añadiendo que debió crear alianzas para reunir el dinero del film.

El caso de Silva es bastante diferente al resto. “La mujer de Iván”, una película sobre el cautiverio, fue su tesis de la Escuela de Cine. Sin embargo era “algo personal, independiente”, donde el guión cobró una fuerza particular: “En una película de pocos recursos, el guión es fundamental. En el momento en que construyes algo fuerte a nivel de guión, ya tienes una base”.

Actualmente en Chile se producen unas 35 películas al año, entre las que son financiadas por el Fondo de Fomento Audiovisual y las que se hacen de forma más independiente. Una producción creciente que también conlleva una mayor diversidad en la oferta cinematográfica.

Opinó Godoy: “Todas las películas que hay acá son diametralmente distintas. Y eso creo que habla de la diversidad que empieza a tener el cine chileno. El cine es una broma elitista. La hacen las clases altas. Pagar 250 lucas para arriba que es lo que cuesta una escuela de cine, eso lo hacen los beneficiarios de la democracia, clases medias altas que pueden estudiar y acceder a eso. El resto está buscándose la vida. Entonces los temas que tratan –hasta hace un tiempo- eran más o menos los mismos. Eran variaciones de lo mismo: adolescentes tardíos en su paso a la adultez emocional. Pero esa era su necesidad. Ahora al empezar a producir más aparecen voces distintas, que tienen otras cuestiones, que hablan de una sociedad más variada. Es un muy buen momento del cine chileno. Ahora lo que no hay que perder de vista es que lo que ha crecido es un cine autoral, que tiene unas ventanas de exhibición, unos modelos de producción. El cine más industrial es muy poco”.

Atraer al público sigue siendo el gran desafío. “La película no termina cuando uno la tiene cortada”, expuso Fuenzalida, “ahí empieza otro proceso que se llama distribución, exhibición y que es la mitad del éxito de la película”. Contó sobre la estrategia de su film: “Me gané un CORFO de distribución. Me junté con un distribuidor que me armó un equipo con un agente de prensa, a través de este CORFO. Creo que la película se ha escuchado bastante porque sabíamos cómo potenciarla. Construimos una campaña comunicacional bien potente para llegar a los públicos jóvenes, las universidades, hacer debates, marketing guerrilla. Pero eso fue creado, planificado, pensado. Fue un trabajo muy arduo. Cuatro meses trabajamos en la estrategia”.

Cubillos sostuvo: “Estamos viviendo un proceso único. El mejor momento en la historia de Chile para hacer cine. Pero donde están financiando nuestro cine autoral que es muy poco comercial. Hay una forma de transar sin venderte. Me estoy invitando a pensar a no renunciar a la posición del autor pero sí a pensar en películas que eventualmente podrían ser vistas por más personas en las salas. No tenés que hacer una basura comercial para lograr eso. Yo estoy comenzando a pensar en eso porque quiero vivir de esto”.

“Nadie va a ver cine chileno. Este año está ‘Violeta’ y el año pasado la de López. Se comenta mucho que hay películas chilenas que se hacen para festivales europeos. Y después en Chile la ven 1.200 personas con suerte…500 personas. Un trabajo que se demoró cuatro años en salir y costó 200 millones de pesos. Me parece absurdo. Yo siento que es una responsabilidad nuestra también, que está bien hacer cine de autor, pero que le hemos dado la espalda al público, se la hemos dado...Tampoco hay cultura de público”, agregó.

Por su parte, Silva aportó una visión acaso más utópica: “La cultura se va construyendo todos los días. Uno tiene que ser sincero y hacer la película que realmente quiere hacer, así van a nacer nuevos espectadores. El mercado o el sistema responden a una ideología determinada, tú te puedes unir y transar, pero también podemos construir otras ideologías, otras maneras. Por eso esa autoría, esa sinceridad, es tan relevante, porque están expresando algo que es relevante también y creo que expresar cosas trascendentes en cine tiene mucho valor”.